Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(71)



Porque Brenna sabía lo que era sentirse impotente y frágil, pensó Judd. Había jurado no permitir que ella volviera a sufrir como lo había hecho a manos de Enrique, pero las cicatrices ya estaban ahí, y estas la habían cambiado.

—?Judd? —Los ojos de cardinal de Sascha se clavaron en él—. Yo…

—Sí —respondió antes de que la sanadora pudiera hacerle la pregunta.

—Eso ya lo sabía. Pero iba a preguntarte cuántas horas crees que podrías dedicarme.

?Cuándo había pasado Sascha de mostrarse nerviosa en su presencia a pensar que era bueno?

—Tantas como necesites. —No podía sanar mentes traumatizadas como ella hacía, pero sí proporcionarle energía extra, un talento poco frecuente entre los psi, pero que parecía estar conectado con su especialidad. Algunas dotes psi eran así; venían de dos en dos.

—Si Brenna va a tomar parte, tenemos que asegurar su protección. Ya ha habido un intento contra ella —declaró Riley.

—?De qué estás hablando? —Brenna frunció el ce?o.

Judd miró al lobo.

—Tu hermano piensa que nos equivocamos, que tal vez las hienas sabían que tú estabas en la caba?a.





22


—?Cómo iban a saberlo? —El ce?o se hizo más pronunciado.

Riley ignoró a su hermana.

—Judd no puede ayudar a Sascha y ocuparse al mismo tiempo de la seguridad.

Era la primera vez que alguno de los hermanos de Brenna había reconocido la capacidad de Judd de mantenerla a salvo. Pero Judd no se lo tomó en serio. Riley era un estratega, un hombre centrado y frío, cuya forma de pensar se asemejaba inquietantemente a la de un psi.

—No le pasará nada; he instalado a los ciervos dentro de nuestro perímetro interno, bajo la constante protección de soldados. —Lucas sacudió la cabeza—. Pero el instinto me dice que los psi no atacarán dos veces al mismo objetivo.

Judd estaba de acuerdo.

—Están utilizando una técnica de dispersión para dividir vuestros recursos y debilitaros en puntos concretos, centrándose en eliminar a aquellos civiles o grupos no depredadores que podrían daros su apoyo. Fue una táctica empleada con éxito por el ejército coreano durante la guerra entre Japón y Corea.

Lucas entrecerró los ojos.

—?Se te ocurre cuál puede ser su siguiente paso?

—Ha tenido que haber más incidentes. De lo contrario, el ataque a los ciervos es subir mucho las apuestas.

—Si se han dedicado a liquidar cambiantes solitarios no pertenecientes a clanes depredadores y a echarnos la culpa, es posible que no nos hayamos enterado de nada —apuntó Hawke, con expresión sombría—. Las familias de las víctimas tendrían demasiado miedo de enfrentarse a nosotros.

—Fomentan el resentimiento —repuso Brenna con su voz ronca que la pesadilla vivida había cambiado para siempre. Como si hubiera gritado tan fuerte que algo en sus cuerdas vocales se hubiera roto de forma irreparable—. Pero hay algo que no entiendo —prosiguió—. Sé que no soy un soldado, pero todos hemos oído que los muertos del Consejo nunca aparecen.

—Así que, ?por qué hacer un trabajo chapucero en esta ocasión? —concluyó Lucas—. Hay dos opciones. La primera es que Faith fuera un comodín con el que no contaban.

—Y la segunda —intervino Judd—, que se hayan extralimitado metiéndose en un territorio en el que son neófitos.

—?Tú con cuál te quedas? —preguntó Riley, que todavía parecía sereno a pesar de lo que había sucedido la última vez que habían hablado.

Todas las alarmas de Judd saltaron; Riley era la clase de cazador que primero acecharía antes de atacar.

—Si tuviera que aventurar algo, diría que no se han olvidado de Faith y que es probable que escojan el blanco exacto sin planearlo demasiado de antemano.

—?Por qué? —preguntó Dorian.

—Porque si hubieran planeado hasta el nombre del clan al que iban a atacar, las probabilidades de que un clarividente lo visionara sería mayores.

Mercy frunció el ce?o.

—Todo este asunto de prever el futuro hace que se me encoja el corazón.

—Es más probable que en lugar de un blanco concreto tuvieran los parámetros de lo que andaban buscando: un grupo no agresivo numeroso en una región que no esté bajo vigilancia directa ni de los SnowDancer ni de los DarkRiver. Luego colocaron vigilantes y esperaron.

—Los ciervos no eran más que carnaza para ellos —dijo Brenna, cuya voz temblaba a causa de la indignación—. Insectos que aplastar.

—Por desgracia, Brenna tiene razón. Los ciervos no eran más que peones de ajedrez.

Lucas se pasó la mano por el cabello bruscamente.

—Metieron la pata con el lugar…, de haber esperado a que los ciervos se hubieran adentrado más, puede que Dorian y Mercy no hubiesen llegado a tiempo.

Judd asintió.

—Antes de la reciente cadena de acontecimientos, los asuntos de los psi y los cambiantes raras veces convergían. El Consejo no es consciente de los matices de la vida en los bosques: la importancia de los olores y la dirección del viento, las distancias que los centinelas recorren; un centenar de peque?os detalles que influyen en que un asalto tenga éxito.

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