Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(66)
—?Psi? —preguntó Judd mientras ponían rumbo a la Zona Blanca.
—Si no eres psi, tienes que alcanzar al blanco en la espalda. —Frunció el ce?o—. Contraviene todas las reglas normales de la lucha, pero si un psi te ve venir durante las maniobras, estás automáticamente muerto. No hay segundas oportunidades.
Judd estaba de acuerdo, pues aunque los psi no podían manipular las mentes de los cambiantes sin emplearse a fondo, podían matarlos con un único golpe certero.
—?Tienes soldados humanos? —El contaba con sus dotes psi para compensar la ventaja de los cambiantes en cuestión de velocidad, potencia sensorial y fuerza física. Los humanos, según esos cálculos, no tenían nada—. ?Personas que se han emparejado con miembros del clan?
D'Arn sacudió la cabeza.
—En absoluto. Saúl estuvo en la marina. Está emparejado. Pero Kieran fue adoptado de ni?o. A Sing-Liu ya la conoces.
Judd jamás habría adivinado que aquella mujer menuda, con los ojos inescrutables de un asesino, fuera humana. Se movía de forma similar a los felinos del clan de los DarkRiver.
—?Artes marciales?
—No. A nuestra mu?equita de porcelana le gustan los cuchillos. —D'Arn apenas había pronunciado aquellas palabras cuando un cuchillo pasó silbando muy cerca de su oreja para clavarse en un tronco. En lugar de ponerse alerta, D'Arn rompió a reír y levantó las manos en alto—. Estaba bromeando, encanto.
Sing-Liu se materializó a la derecha de ambos hombres.
—Uno de estos días —le amenazó acercándose a grandes zancadas— te vas a pasar de la raya. Y entonces tendré que hacer que te tragues tus palabras.
El lobo de los SnowDancer recogió el cuchillo que había esquivado y lo sostuvo a un lado.
—?Lo prometes? ?Incluirá perversiones, cuerdas y cuchillos? ?Por favor?
Judd se preguntó si D'Arn tenía deseos de morir. Pero entonces Sing-Liu empezó a reír y besó al soldado, sus ojos pasaron de ser los de un asesino para convertirse en los de una mujer completamente seductora. ?Inesperado? no alcanzaba a describir la situación.
—Son pareja —apuntó Drew, que acababa de llegar—. Mu?equita de porcelana es un apodo. A ella no le molesta…, utilízalo sin quieres.
—?Y verme con un cuchillo clavado en la espalda? —repuso Judd, su cerebro de psi comparaba el comportamiento de D'Arn con Sing-Liu al suyo con Brenna—. Me parece que paso.
—Tenía que intentarlo. —Drew se encogió de hombros—. Empecemos con las maniobras —concluyó con una sonrisa feroz.
Judd estaba más que dispuesto, la tensión acumulada en su interior había alcanzado el punto de ebullición.
—Juguemos.
Brenna había pasado veinte minutos buscando a Judd sin éxito. Sascha acababa de marcharse después de haber charlado durante varias horas. La empática había sido incapaz de proporcionar respuestas a Brenna, pero la había convencido de que no desprendía el olor de la locura. Ahora deseaba compartir su alivio con Judd, deseaba decirle que la mujer violenta que le había desgarrado la piel el día anterior había sido una aberración… aunque ni siquiera ella se lo creía.
—Lucy… —Paró a su amiga en el corredor cerca del despacho de Hawke—, ?has visto al alto, moreno y silencioso?
—?A cuál? —La mujer puso cara de póquer—. El tuyo está jugando con Andrew y algunos otros.
Bren sintió que palidecía.
—?Qué?
—No te preocupes —le dijo Lucy elevando la voz mientras se marchaba—. Ya es mayorcito.
Pero Andrew era sanguinario, sobre todo con los hombres que se atrevían a relacionarse con su hermana peque?a. Y después de que Judd se hubiera enfrentado a él el día anterior…
—Vamos, tranquilízate —se dijo—. Es un psi. Un psi muy poderoso. —Ay, Dios bendito. ?Y si Judd mataba a Drew?
Se pasó la mano por el cabello… y le llegó la inspiración. Podía volverse loca de preocupación o… Giró sobre sus talones y echó a correr tras Lucy. Su amiga sonrió y abrió la boca para hablar.
En ese preciso instante se escuchó un estrépito en el despacho de Hawke. Las dos levantaron la mirada cuando la puerta se abrió de golpe y Sienna Lauren salió como una exhalación. La puerta se cerró con fuerza, como si le hubieran dado una patada. La joven de diecisiete a?os no las vio; se marchó en dirección opuesta, con la cabeza gacha y los pu?os apretados.
Lucy enarcó una ceja.
—Esa chica no se comporta como una psi, ?verdad?
—No. —Brenna pensó en ir tras la adolescente, que se encontraba obviamente disgustada, pero Sienna no la conocía y lo más seguro era que no le agradase su intromisión.
—No como el tuyo. Ese hombre es un témpano de hielo. Un témpano sexy, pero un témpano a fin de cuentas.
Brenna guardó silencio durante un momento.
—?Cómo sabes que estamos liados?
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