Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(59)
A menudo no acertaba a comprender las complejidades de las relaciones emocionales, pero eso no le sucedía con Brenna. No en esos momentos.
—Eso sería tirarle piedras a tu propio tejado…, parece que te gusta mucho mi cuerpo tal y como es.
Brenna le rodeó la cintura con el brazo libre, el satén de la bata resbaló sobre los cortes del costado como si fuera una brisa fresca.
—Tal vez me guste que mis hombres estén marcados. Tal vez me guste marcarlos yo misma.
—?Por eso elegiste a Greg? ?Porque a él le gusta la violencia? —preguntó y, de repente, se dio cuenta de que la cadena que se había roto dentro de él era ya irreparable.
—Pensé que si iba a ser mala, bien podría serlo con estilo. —Clavó los dedos ligeramente en el pecho de Judd—. Quería llamar tu atención.
Su franqueza fue inesperada.
—Lo has conseguido… tienes mi atención.
—Pero te importa tan poco como antes. Nada de nada. —Una ira líquida te?ía sus palabras—. ?Me dejaste tirada como a una colilla en la caba?a!
Ahora comprendía lo importante que era la regla que había roto.
—He estado a punto de matar a Greg —dijo—. De hecho, aún mantengo un enlace con él. Un solo pensamiento, y trozos de su cráneo implosionarán dentro de su cerebro.
19
Brenna se quedó completamente inmóvil contra su cuerpo.
—Retrocede —susurró—. Retrocede.
—?Tanto significa él para ti? —Podía saborear la solidez morfológica del cráneo de Greg, sabía con exactitud cuánta presión requeriría aplastarlo.
Brenna levantó la cabeza de golpe, con una expresión asustada en los ojos.
—No. Tú eres el único que importa. ?Si matas a Greg, Hawke podría hacer que te ejecutaran!
Judd reflexionó sobre aquello.
—El te ha besado.
—Lo intentó. Maldita sea, Judd. ?Retrocede! —Profirió un grito de frustración al ver que él no respondía; acto seguido, se puso de puntillas y depositó una hilera de besos a lo largo de su mandíbula.
Suave. Insoportablemente suave. Judd no había sentido nada semejante en su vida.
—Ahora tienes lo que él ni siquiera estuvo cerca de conseguir multiplicado por diez. —Le besó en la garganta—. él no significa nada. Así que retírate o te pongo de nuevo en mi lista negra.
—?Me habías tachado de ella? —Cortó el enlace psíquico que le había mantenido al tanto de la posición y el estado físico de Greg.
—Tal vez. —Le acarició el cuello con la nariz—. ?Has liberado a Greg?
—Sí. —Deslizó la mano hasta la nuca de Brenna—. Estaba en el salón de tu familia cuando entré, pero supongo que tus hermanos se habrán deshecho ya de él.
Brenna apoyó la frente sobre su pecho dejando que él le asiera la nuca de un modo que la mayoría de los psi habrían percibido como amenazador.
—?Cómo me enfrento a ellos? —En su voz se traslucía la humillación que la embargaba—. Greg no mantendrá la boca cerrada… se enterará todo el mundo.
—No dirá una palabra. Confía en mí.
—Pero mis hermanos y Hawke lo saben. Recuerdo sus caras cuando entraron. Creen que estoy loca.
—Pues demuéstrales que se equivocan.
—?Y si no se equivocan? —Parecía muy afectada, conmocionada—. Perdí la cabeza, Judd. La perdí de verdad.
—Hablaremos de eso más tarde. —Tenían un problema y debía enfrentarse a él, no barrerlo debajo de la alfombra—. Pero primero tienes que darte una ducha y vestirte para que puedas tranquilizar a tu familia. —Le habló como lo haría con un nuevo recluta, dándole instrucciones firmes y precisas—. Vamos. Yo vigilaré el fuerte.
Le soltó la nuca y dejó que su mano descendiera por la curva de su espalda antes de apartarla. Una peque?a indulgencia. Valió la pena a pesar de la aguda disonancia que atravesó su columna vertebral.
Brenna inspiró profundamente y se separó de él.
—?Estarás aquí cuando salga?
Judd sabía cuánto tenía que haberle costado a aquella orgullosa cambiante hacer esa pregunta.
—Ni siquiera Andrew podría impedírmelo.
Los labios de Brenna se movieron con cierto nerviosismo.
—Es buen tipo, ?sabes? Solo un poco sobreprotector.
—Lo sé. —Más que eso; lo comprendía.
Brenna asintió, luego dio media vuelta y desapareció tras una puerta que él supuso que conducía al cuarto de ba?o. Judd apoyó la espalda contra la puerta del dormitorio, nadie iba a entrar allí. Había hecho una promesa y la cumpliría. Mientras pensaba en eso, unas vibraciones recorrieron su espalda cuando alguien aporreó la madera.
—?Brenna?
—Saldrá pronto. —Judd apuntaló la barrera con energía telequinésica.
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