Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(44)
Nikita movió ligeramente la cabeza y la luz de los fluorescentes del techo resaltó su reluciente cabello negro.
—Ya veremos. No estoy tan convencida como el resto de los miembros sobre la infalibilidad del plan. Se ha permitido que la información recabada sobre los cambiantes quede obsoleta. Estamos tomando decisiones basadas en información desfasada.
Kaleb tomó nota mental de comprobar la veracidad de sus palabras.
—Confío en que el proyecto de los DarkRiver siga generando sus buenos dividendos.
Se refería al innovador acuerdo inmobiliario entre el Grupo Duncan y el clan de leopardos que controlaba San Francisco y sus alrededores.
—Sí —confirmó—. A pesar de que los gatos representan una molestia para el Consejo en lo referente a los negocios, son buenos para mis intereses económicos.
—Una clara diferencia.
—Justamente. Mi margen de beneficios se verá seriamente perjudicado en caso de que el plan del Consejo tenga éxito. Pero estoy segura de que eres muy consciente de ello. Esa es la razón de que solicitaras esta reunión.
Kaleb asintió de forma concisa.
—Se me ocurrió que podríamos tener ciertos intereses en común.
Nikita pasó junto a él de camino a la ventana, su fachada profesional ocultaba un interior de puro veneno.
—Creía que ibas a aliarte con Shoshanna. Ella fue la responsable de tu entrada en el Consejo.
Kaleb se detuvo a su lado, con las manos en los bolsillos de su traje hecho a medida.
—Nada más lejos de la realidad, Nikita. Yo fui el único responsable de mi entrada en el Consejo. —Se había fijado ese objetivo cuando tenía siete a?os y nunca había vacilado. No había permitido que nadie se interpusiera en su camino. Pero, claro, todos los consejeros tenían las manos manchadas de sangre.
Nikita no rebatió su afirmación.
—Tu lucha por el liderazgo es la razón por la que Marshall ha empezado a dar su respaldo a Shoshanna y a Henry.
Kaleb contempló cómo la pálida luz invernal danzaba por la plaza y vio en ella otro futuro, un futuro al que él había dado forma.
—Te equivocas. No tengo deseos de hacerme con el liderazgo. Los líderes son los principales blancos y no he llegado tan lejos siendo una figura pública.
—Entonces deberías moderar tu agresividad durante las sesiones del Consejo y hacer saber a Marshall que su posición no corre peligro.
—Si cree eso es que es estúpido. —Kaleb la miró con escepticismo—. Henry y Shoshanna quieren el liderazgo. Marshall haría bien en aliarse con nosotros.
—Todavía quedan Tatiana y Ming.
—Por lo que he visto, Tatiana es el voto indeciso. —El otro consejero no había forjado ninguna alianza que él supiera—. Sin embargo, puede que tengamos un problema con Ming.
—Te escucho.
Kaleb le contó lo que Silver había descubierto.
—Como consejero a cargo del Implante del Protocolo ha de tener conocimiento pleno de los experimentos no autorizados.
—Es inadmisible. —La voz de Nikita era absolutamente glacial—. ?Tienes pruebas?
—Sí. —Obtenidas de forma ilegal, pero que eran legales ahora que obraban en su poder. Al fin y al cabo era un consejero con derecho a la información—. Varios informes.
—Es muy pronto para realizar experimentos en seres vivos —prosiguió Nikita—. Los saboteadores ni siquiera tendrán que molestarse en hacer nada si la población y, sobre todo, las familias más prominentes se niegan a apoyar el Implante P debido su aparente peligrosidad.
Kaleb estaba de acuerdo. Para tener éxito, había que demostrar que el Implante P era seguro para las mentes psi y para sus habilidades psíquicas.
—Ya ha habido una víctima mortal. Si la noticia se filtra…
Nikita colocó los brazos a la espalda.
—Hará peligrar el futuro de todo el proyecto. Asumo que estás siguiéndole la pista a los diez involucrados.
Kaleb asintió.
—No sirve de nada enfrentarse a Ming hasta que tengamos algo más. No podemos correr el riesgo de granjearnos su antipatía. Si los Scott se hacen con la mayoría del Consejo, un gran número de nuestros intereses se verán comprometidos.
—Estoy de acuerdo.
—Existe otra posibilidad —repuso Kaleb—. Que los Scott hayan ejercido su influencia en el proyecto de Ming sin que él lo sepa…, ya se han mostrado dispuestos a actuar sin autorización.
—Eso haría que la lealtad de Ming cambiase o que, al menos, limitase su apoyo a los Scott. —Nikita pareció tomar una decisión—. Discutiremos cuál va a ser nuestro próximo paso cuando dispongamos de más información, a menos que tengas una razón convincente para no esperar.
—No hay motivos para precipitarse.
—Veo a muchos cambiantes por aquí. —Se?aló con la cabeza hacia la plaza—. ?Cómo está la situación racial en tu pueblo?
Moscú no era ni mucho menos un pueblo, pero lo dejó pasar.
—Estable. El clan de lobos local se encuentra inmerso en una guerra por la supremacía contra el bien establecido clan de los osos. A resultas de eso, no tienen interés en los asuntos de los psi. Los humanos no representan una amenaza.
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