Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(32)



—Tiene turno de vigilancia.

Sobresaltada al escuchar aquella voz familiar, giró para encararse con Hawke.

—?Dónde?

—?Por qué te concierne eso a ti? —aquellos clarísimos ojos la observaron sin parpadear.

Brenna apretó los pu?os.

—No lo hagas —susurró—. No se te ocurra jugar conmigo.

Hawke sabía todo lo que sucedía en sus dominios.

—Hace un a?o jamás te habrías atrevido a hablarme de ese modo.

Un a?o antes ella era otra persona.

—Las cosas han cambiado.

—Ya lo veo. —No parecía que le importase—. Pero tus hermanos no lo ven. Deja esto con Judd antes de que les presiones demasiado.

—Eres mi alfa, no mi guardián. Ya tengo dos de esos. Y ambos me sobran.

Hawke sonrió; los alfas respetaban el carácter. Exigir obediencia ciega era se?al de ser un mal líder.

—Tu psi se encuentra en el cuadrante este. Te daré un mapa.

Brenna no esperaba realmente una respuesta, pues Hawke despreciaba a los psi tanto como sus hermanos, pero ahora que la tenía le presionó un poco más:

—?Impedirás que Drew y Riley me sigan?

—Intentarán localizarte. —Alargó el brazo y le acarició la mejilla con los nudillos.

Permitió que Hawke la tocara porque era de confianza… igual que sus hermanos, que a pesar de su testarudez, eran de confianza.

—Recuerdo… ya sabes, recuerdo que todos vinisteis a por mí. Que me ayudasteis cuando desperté. —En aquellos momentos Riley, su duro y estoico hermano mayor, tenía los ojos lle?os de lágrimas. Drew le echó una reprimenda, con voz áspera y destilando amor en cada palabra, y Hawke simplemente la tocó, dejó que percibiera el olor del clan y que supiera que estaba en casa—. Nunca lo olvidaré, pero necesito ser libre.

—Lo sé, cielo. —Apartó la mano y le dirigió una mirada inescrutable—. No le he dicho a nadie la ubicación de Judd. Puede que tengas cuatro días antes de que tus hermanos te localicen y vayan a por ti si te vas ahora y coges uno de los todoterreno con tracción a las cuatro ruedas. Tendrás que transformarte y realizar corriendo el último tramo del camino, pero deberías llegar antes que él. Judd va a pie.

La idea de correr en forma de lobo hizo que le entrara un sudor frío. Trató de reprimir su reacción, que resultaría inexplicable para cualquier otro cambiante. Si Hawke se percataba no pararía hasta sonsacarle su secreto más vergonzoso, y eso era algo que no quería que nadie supiera.

—?Cuatro días?

—Los gatos me deben uno o dos favores. Le pediré a Sascha que diga que estás con ella. Si conozco bien a tus hermanos, esperarán tres días antes de decidirse a hacerte una visita amistosa. Sonriendo, Brenna le colocó las manos sobre los hombros y se alzó de puntillas para darle un beso en la mejilla.

—Gracias.

Hawke le dio un abrazo.

—?Estás segura de esto, Bren?

—Sí.





11


Tras regresar a la vivienda familiar con Hawke a su lado, se escabulló de sus engreídos hermanos con desdén e hizo la mochila. Cuando salió de su cuarto, Drew tenía una expresión torva y Rilcy parecía muy cabreado.

—Ni se os ocurra intentar detenerme —les dijo—. Tengo que alejarme de vosotros dos.

—No hemos hecho nada. —Drew levantó las manos al aire—. No creo que debas…

—Si no dejáis que me marche os juro que me mudaré de nuevo cerca del campus.

Se iría al apartamento en la ladera del que tanto se había enorgullecido antes de que Enrique hubiera entrado en su vida y la hubiera convertido en un ratoncillo al que le daba miedo abandonar la guarida. ?Bueno, eso se había acabado!

Riley maldijo.

—Más vale que esos gatos te cuiden bien.

—Sascha no permitiría que fuera de otro modo —repuso Hawke apaciguando ligeramente a sus hermanos—. Vamos, Bren. Te acompa?o al coche. —Sacudió la cabeza cuando Drew y Riley intentaron seguirles. Ninguno parecía demasiado contento, pero obedecieron.

Brenna exhaló un suspiro, luego retrocedió y les dio un beso a ambos.

—Necesito convertirme de nuevo en una loba. —Lo cual era más cierto de lo que ninguno podía imaginar—. Nos vemos dentro de unos días.

—No te dejes engatusar por ninguno de esos leopardos —masculló Drew mientras le daba un abrazo—. Un solo ara?azo, un puto ara?azo, y los destripo.

—Estaré bien. —Cuando su hermano la soltó por fin, cogió la mochila y se marchó—. Me siento muy culpable —farfulló cuando estuvo segura de que ninguno podía oírla.

—No tienes por qué. —Hawke la condujo hasta el garaje después de desviarse brevemente para recoger el mapa—. Eres una loba adulta, no una lobezna.

Se detuvieron junto al vehículo adaptado para moverse por el bosque y Brenna arrojó la mochila al asiento de atrás.

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