Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(27)
—Al tiempo que nubla el cerebro. —índigo sacudió la cabeza—. Los adictos al rush se convierten en imbéciles descerebrados que se pasan el rato riendo como tontos. Tim debió de tener mucho cuidado. Nadie le vio nunca colocado. —Le echó un vistazo a su reloj—. Tengo que irme. Si ves a Judd dile que tengo que hablar con él.
Brenna asintió, pero pasaron las horas y Judd seguía sin aparecer. Su frustración se convirtió en preocupación y luego se transformó en ira de forma abrupta. ?Dónde narices estaba y por qué no había llamado?
?… te enga?as si crees que no es capaz de ejecutar a nadie.?
?… él no es el tipo de hombre que necesitas…?
Intentó ignorar las voces, pero una parte de ella les prestó atención. Una parte de ella por fin había empezado a comprender.
Judd se reunió con el fantasma en la iglesia del padre Pérez, después de haberse duchado en el peque?o cuarto que el párroco tenía para esa clase de situaciones. Aún no era mediodía, pero bien podría haber sido medianoche en la antiquísima cripta situada debajo del luminoso edificio.
—?Por qué crees que algunos humanos sienten la necesidad de enterrar a sus muertos? —La voz procedía de las profundas sombras donde convergían dos paredes—. Los cambiantes dejan que sus muertos se conviertan en polvo.
Judd no tenía ni tiempo ni ganas de enfrascarse en una discusión filosófica. Quería regresar a la guarida y comprobar si Brenna estaba bien. Parecía que la charla con Faith le había ayudado, pero si había tenido más sue?os de aquellos, podría tener problemas. Y él era el único en quien confiaba lo suficiente como para acudir en busca de… consuelo.
—?Existen más laboratorios? —Fue directo al grano, plenamente consciente de que su apremio por ver a Brenna era una brecha menor del Silencio, el primer paso en el sendero hacia la tentación. No la tocaría, se justificó; simplemente se aseguraría de su bienestar.
—Por supuesto, pero el que has desarticulado esta ma?ana era el más importante.
—?Estás seguro? Con Ming de por medio tal vez tendríamos que buscar en Europa.
—No, eso es lo que hubiera preferido el Consejo…, hay un problema con la científico jefe, Ashaya Aleine, que se niega a trasladarse.
—Debe de tratarse de algo gordo si no han desoído sus objeciones. —Nadie se enfrentaba al Consejo sin una razón de peso o sin tener un as en la manga.
—Estoy en ello… Toda información sobre ella es restringida. Todo está clasificado.
—?Conoces su designación?
—Es una psi-m con un 9,9 en el gradiente.
—Qué raro. —Los psi tan poderosos tendían, en su mayoría, a rebasar la frontera del 0,1 que los separaba del rango de cardinal. Judd siempre había considerado que su estatus de tq de 9,9 era una ventaja. La telequinesia, combinada con su habilidad telepática de 9,4, hacía de él una amenaza mayor que muchos cardinales. Pero no poseía los ojos estrellados que delatarían su poder. Si se esforzaba, podía incluso parecer inofensivo—. ?Cuánto da?o hemos causado? —Puede que solo hubieran pasado unas horas, pero la información viajaba rápido en la PsiNet.
—Informes no confirmados aseguran que el prototipo ha sido destruido. Si es cierto, les llevará por lo menos seis meses reconstruirlo. No obstante, si eliminamos a Aleine de la ecuación, les retrasaremos a?os. Ella es el cerebro de todo el proyecto.
Judd había matado antes. Y lo había hecho con total eficacia. Ninguno de sus blancos había sido catalogado como una ejecución, mucho menos rastreado hasta el Escuadrón de las Flechas.
—Necesito más información antes de tomar una decisión. —Ya no confiaba en nadie cuando se trataba de ese aspecto de sus habilidades.
—De todas formas quiero esperar un poco. Puede que acabemos necesitando la información que tiene en la cabeza. —El fantasma hizo una pausa.
La necesidad de regresar a la guarida apremiaba a Judd a zanjar el asunto y a marcharse.
—?Qué?
—He oído rumores de que Aleine podría no apoyar el Implante P.
Que fuera ella la científico a cargo de desarrollar el implante a pesar de no apoyarlo no era una contradicción propiamente dicha; el Consejo siempre se había asegurado la cooperación de todo aquel que le interesaba.
—?Qué probabilidades hay de convertirla?
—Prácticamente nulas. Ha formado parte de la subestructura del Consejo desde los diecisiete. Toda su familia se reduce a un hijo de cuatro a?os. Keenan Aleine vive lejos del laboratorio, en un apartamento en San Diego.
—?Con su padre? —Los psi engendraban hijos mediante un contrato de fertilización. La custodia dependía de los términos de cada contrato.
—No. El ni?o está bajo la protección del Consejo. Vive en el mismo edificio de la familia Rika-Smythe.
—Qué oportuno.
—Eso mismo pienso yo. Intentaré confirmarlo.
Judd se dispuso a dirigirse hacia la salida.
—Envíame la información en cuanto la tengas.
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