Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(19)



Brenna se había hecho esa misma pregunta. Los gatos eran sus aliados, pero los dos clanes aún no eran amigos. Y los machos de las especies depredadoras eran extremadamente protectores con sus mujeres: compa?eras, hijas y hermanas. Ella lo sabía bien. Drew y Riley la estaban volviendo loca. La cosa había llegado aun punto que sabía que tenía que explotar por algún lado. Tan solo esperaba que todos sobrevivieran a la explosión.

Pero Faith parecía feliz con su sobreprotector compa?ero.

—A Vaughn le resulta divertido pasar las patrullas sin que le detecten.

Vaughn no parecía arrepentido.

—Se están volviendo descuidados. No he tenido problemas para entrar ni siquiera con la pelirroja aquí presente moviéndose con el sigilo de un elefante. —Esbozó una sonrisa de oreja a oreja cuando su compa?era le lanzó una mirada admonitoria.

Brenna sintió que se le encogía el estómago al ver la cómoda intimidad que compartían, al contemplar la sonrisa del jaguar al que nunca antes había visto sonreír. Eso era lo que ella debería estar buscando: un macho cambiante, sensual y afectuoso. Ellos no se molestaban en disimular sus emociones, se tocaban con la misma naturalidad con la que respiraban, reían con sus compa?eras aunque no lo hicieran con nadie más.

El problema era que últimamente solo había un hombre que sus sentidos femeninos parecían detectar, y era un psi que no podía darle nada de lo que Vaughn le daba a Faith… incluso aunque él estuviera interesado. Que evidentemente no lo estaba. Entonces, ?por qué continuaba acudiendo a él, esperando que luchase contra sus demonios, que la mantuviera a salvo?

—Bueno… —Faith clavó la mirada en ella—, hablemos de tus sue?os.

Eran pesadillas, no sue?os.

—?Crees que podríamos hablar a solas?

Chispas de luz titilaban en los ojos de cardinal de Faith; estrellas blancas sobre terciopelo negro. Sascha también era un cardinal, pero los ojos de Faith eran diferentes, más serenos, menos comunicativos, con cierto atisbo de oscuridad. Faith veía el futuro, y sus ojos decían que ese futuro no siempre era algo bueno.

Volvió la vista por encima del hombro hacia su compa?ero, inclinando la cabeza en un suave gesto. Brenna estaba fascinada por la relación de la mujer psi con un felino que siempre le había dado la impresión de ser más salvaje, más animal que la mayoría. Quizá pudiera aprender algo de Faith sobre cómo manejar a los machos indomables.

Se giró para mirar el perfil de un hombre tan letal y frío que debería darle verdadero pavor acercarse a él.

—Por favor.

El cabello de Judd se agitaba con la ligera brisa que corría y tuvo que cerrar los dedos para no sucumbir a la tentación de tocarle. Porque, en lugar de verse avasallada por su gélida personalidad, su fascinación por él seguía creciendo.

—Me aseguraré de que nadie se te acerque. —Una promesa tan firme que le llegó al alma.

—Gracias.

La mirada de Judd se centró en Vaughn.

—Iré hacia el sur.

—Yo iré hacia el norte.

Dicho eso, los hombres se marcharon, como sombras que se fundían con los árboles que rodeaban el claro. Brenna esperó hasta que ya no pudo oler a Vaughn, confiando en que este se atendría al código de honor de los cambiantes y guardaría la distancia necesaria como para no escuchar la conversación.

—No sé por dónde empezar —dijo de pronto.

—Me dijiste que has estado teniendo lo que podrían denominarse visiones. —Faith tenía una voz muy clara, increíblemente clara—. Cuéntame lo que ves y cuándo comenzó.

Brenna inspiró hondo y soltó la sórdida historia al completo; después, le preguntó:

—?Le hizo algo a mi mente? —Fijó la mirada en la nieve virgen en un esfuerzo por sentirse menos sucia… menos violada.

—Pasea conmigo, Brenna —respondió Faith. Anduvieron sin prisas hasta llegar al pie de la cascada—. Es precioso, ?verdad?

Ella levantó la vista.

—Sí.

Antes habría sido ella la primera en hacer aquel comentario, en ver todo lo bueno que había en el mundo. Se prometió firmemente que algún día recuperaría esa parte que había perdido, la parte que creía en la alegría.

Faith se agachó para recoger una piedra pulida que había quedado al borde de la cascada y la hizo rodar entre sus dedos mientras se enderezaba con expresión concentrada.

—No conozco ningún caso en el que a alguien no perteneciente a los psi se le haya alterado la mente con el fin de que tuviera habilidades propias de mi raza. Pero da la impresión de que lo que estás teniendo sea una especie de visiones. —Dejó caer la piedra al suelo y asintió como si hubiera tomado una decisión—. He de entrar en tu mente.

—No —contestó Brenna de forma instintiva, sin adornar la respuesta—. Lo siento, pero no.

—Jamás te disculpes por protegerte a ti misma. —Faith parecía furiosa—. Sé bien lo que es sentirse como si tu mente fuera el único lugar seguro.

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