Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(13)
—Es posible —adujo Kaleb—. Pero existe otra alternativa… tal vez la familia Liu decidiera ocuparse personalmente del asunto.
—Quienquiera que fuese —repuso Nikita—, ?cuánta información se han llevado?
—Ninguna. Insertaron el virus y se marcharon. No se han llevado nada.
—?Estáis seguros? —preguntó Nikita.
—Completamente. —Henry habló por primera vez.
—Supongo que sois conscientes de que tenéis que dejarlo —puntualizó Marshall—. Mientras las repercusiones del asunto NightStar continúen extendiéndose, no podemos correr el riesgo de granjearnos las antipatías de las familias más poderosas.
—Estoy de acuerdo. —Era obvio que Shoshanna sabía cuándo parar y cuándo dar marcha atrás—. Sin embargo, y aunque la mayoría de los detalles han sido destruidos, hemos confeccionado una lista de diez individuos de memoria. Nuestra intención es seguir vigilándolos… con el permiso del Consejo.
—No veo ningún problema, siempre y cuando seáis discretos —respondió Tatiana.
—De acuerdo. Hay otro asunto que deseo discutir. —Shoshanna abrió otro archivo, bastante escaso en cuestión de datos—. Brenna Shane Kincaid.
Kaleb recordó el nombre de inmediato.
—?La última víctima de Santano Enrique? ?Qué interés tienes en ella?
—Supongo que todos habéis leído los informes más recientes acerca de lo que hemos sido capaces de descifrar de las notas de Enrique. —Shoshanna aguardó hasta que todos confirmaron sus suposiciones—. Así pues, sabéis que todo apunta a que podría haber logrado cosas extraordinarias con la mente de esa chica. Tenemos que examinarla.
—Sabes tan bien como yo —la interrumpió Nikita— que cualquier intento de deshacernos de Brenna Kincaid equivaldría a una declaración de guerra contra los SnowDancer.
—?No quieres otro alboroto en tu patio trasero, Nikita? —La pregunta de Shoshanna era válida; las dos recientes renegadas pertenecían a la región que ella controlaba.
La mente de Nikita permaneció imperturbable.
—No cuando dicho alboroto es el resultado de los errores de otros consejeros —respondió con frialdad recordando a todos el intento fallido perpetrado por los Scott para capturar a Faith NightStar—. La chica está demasiado bien protegida para ser un blanco viable.
—Nikita tiene razón —dijo Ming de forma inesperada—. Además, aunque Brenna resulte interesante desde un punto de vista científico, estoy seguro de que ninguno de nosotros planea duplicar el proceso.
—No —repuso Tatiana—. Los animales deberían seguir siendo animales. En cualquier caso, puede que las alteraciones de Enrique pongan fin al asunto por nosotros.
—?Cómo? —inquirió Marshall—. No podemos arriesgarnos a que los cambiantes descubran el proceso e intenten utilizarlo.
—El cerebro de la chica no estaba preparado para lo que Enrique intentaba llevar a cabo —explicó Tatiana—. Puede que simplemente implosione como resultado de la presión interna.
—Y ya hemos puesto en marcha un plan para ocuparnos del problema que suponen los cambiantes —les recordó Ming—. Sugiero que esperemos a que dé sus frutos. Aunque el cerebro de Brenna Kincaid logre sobrevivir a la presión, muy pronto estará muerta… junto con el resto de su clan.
6
Judd no volvió a ver a Brenna hasta cinco días después del asesinato. Aquella ma?ana se dirigía a hablar con Hawke cuando se topó con ella, poniendo fin a la decisión de Judd de mantener las distancias… Tal vez Brenna pareciera dulce e inofensiva, pero tenía el don de hacer que se comportase de forma peligrosamente impredecible. Como en esos momentos.
Asirla por la parte superior de los brazos fue un acto reflejo. Continuar sujetándola después fue una peque?a aunque significativa infracción del Protocolo. Y le daba igual.
—?Adonde…? —se interrumpió cuando ella levantó la cabeza.
Brenna presentaba un aspecto demacrado y tenía los ojos casi hundidos.
—Cuéntamelo —le ordenó.
Normalmente se habría afilado las garras con él por atreverse a darle una orden, pero ese día echó un vistazo con nerviosismo por encima del hombro antes de ponerle los pu?os sobre el pecho.
—Te estaba buscando —susurró mientras él trataba aún de asimilar el impacto de su contacto—. Drew y Riley no me han dejado salir del apartamento desde que regresé de hablar contigo… alguien nos vio juntos. He podido escaparme de chiripa.
Judd sintió que se le helaba la sangre, pero era un frío que quemaba.
—Hablaré con ellos. —Nadie iba a encerrar a Brenna otra vez.
—Solo llévame fuera, lo bastante lejos como para que no puedan rastrear mi olor —le suplicó con voz entrecortada—. Por favor, sácame de aquí antes de que pierda la cabeza.
—Sigúeme. —La soltó y dio media vuelta para conducirla al exterior. Una mano femenina se agarró a la parte superior de su brazo izquierdo, sobre la chaqueta de piel sintética.
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