Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(124)
—Para.
El la miró fijamente.
—No. —Su mente reconocía la muerte, se sentía atraída por su sabor.
Brenna le besó, le mordió el labio inferior con fuerza. La disonancia estalló dentro de él combinada con el placer sensorial, el sabor ferruginoso de la sangre y la sed de violencia. Todo ello interfirió en sus redes neuronales durante un instante, pero fue suficiente. Cuando ella se apartó, Judd seguía dominado por el instinto homicida, pero podía pensar con claridad.
—Tienes razón. Hemos de saber lo que él sabe. Yo lo llevaré.
Esta vez Brenna no intentó detenerle cuando se cargó al cambiante al hombro y salió con paso enérgico seguido por Elías. Este continuó gru?endo hasta que Judd arrojó a Dieter en la celda y cerró la puerta.
—?Es necesario que le vea una sanadora? —Judd le quería vivito y coleando para el interrogatorio.
Elías tenía una expresión inescrutable en los ojos.
—Lo que es necesario es que muera, pero llamaré a Lara. Podría tardar un poco si ha habido heridos en la guardería.
Judd había olvidado la alarma en medio del caos emocional del ataque a Brenna.
—?Puedes vigilarle? Sé que era tu amigo.
—Quiero hacerle pedazos. —Tenía las garras fuera—. Pero no dejaré que muera: la familia de Tim merece tener el honor de arrancar de su jodido pecho su pérfido corazón.
Judd lo aceptó y se marchó para regresar junto a Brenna. Encontró el apartamento abarrotado. Para su sorpresa, la propia Lara estaba atendiendo las heridas de Brenna, en tanto que Hawke le hacía preguntas y sus hermanos proferían continuas maldiciones en voz baja. Ya había alguien fuera tratando de reparar la puerta que él había echado abajo. Escuchó la fría voz de Sing-Liu dando las órdenes.
—Judd. —El rostro de Brenna se iluminó nada más verle. Tendió la mano hacia él, pero la dejó caer antes de tocarle.
Judd la asió de todas formas. Al cuerno con las consecuencias.
—?La guardería? —le preguntó a Lara.
—Parece peor de lo que ha sido —respondió—. No ha resultado herido ningún peque?o, pero solo por pura suerte. Si un lobezno hubiera atravesado a gatas la entrada cuando esta se derrumbó… —Meneó la cabeza.
—Fue una maniobra de distracción —declaró Judd—. Tenía que alejar a D'Arn de Brenna.
—D'Arn ya se está castigando por ello. —Riley exhaló un suspiro—. Pero Dieter sabía lo que hacía… yo también habría salido corriendo hacia la guardería. Bren puede cuidarse sola, los lobeznos no.
Brenna recompensó aquel voto de confianza brindándole una sonrisa a su hermano antes de centrar de nuevo la atención en Judd.
—Le estaba contando a Hawke cómo sucedió. Entré a coger mi equipo de comunicación del dormitorio y cuando salí, él estaba aquí. —La voz le temblaba, pero no de miedo, sino de ira—. Me sonrió con desdén y me dijo: ?No hay nadie aquí para protegerte, ?sabes, ni?ita??. Sujetaba una jeringuilla en la mano. —Se?aló el peque?o objeto cilíndrico tirado en un rincón.
Un tapiz de la pared cayó al suelo, la resistente cubierta protectora de plexiglás se agrietó.
Mientras todos los presentes se volvían hacia el lugar del que procedía el estrépito, Brenna apretó la mano de Judd. La advertencia funcionó. Judd controló la ira, pero su control era precario a lo sumo.
—?Cuándo te acordaste de la furgoneta?
—Al ver su sonrisa desde?osa. —Prácticamente escupió las palabras—. Me entraron ganas de matarle y entonces supe por qué.
Hawke apartó de una patada un trozo de gran tama?o, perteneciente a la puerta, que había en el suelo.
—No es de extra?ar que bloquearas los recuerdos. Uno de nosotros te entregó para que murieras. —El lobo se apoderó de sus ojos.
—Sí. —Brenna suavizó su tono cuando la pena la invadió—. Mató a Tim, intentó matar a Drew, me entregó a mí… ?y todo por qué? Por dinero.
—Averiguaré lo que sabe. —Hawke echó una ojeada a Judd—. ?Puedes ayudar?
El teniente pensó en la sensación que le había producido aferrar el corazón de Dieter en sus manos, tan escurridizo, tan fácil de aplastar.
—Dame una semana. Ahora mismo lo mataría.
—Tardará más que eso en recuperarse de los da?os que Brenna me ha dicho que le ha causado. —El tono de Lara carecía de su bondad habitual—. Ahora he de ir a darle puntos.
Hawke se marchó con Lara. Judd miró a Drew y a Riley.
—Concedednos unos minutos.
Los dos cambiantes se marcharon tras un breve y tenso silencio. Judd se llevó a Brenna al dormitorio y cerró la puerta. Ella se apoyó contra la misma cuando él se inclinó sobre ella y colocó las manos a ambos lados de su cabeza.
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