Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(121)



Judd esperó hasta que la teniente se marchó para hablar:

—?Por qué no sigues el asesoramiento de índigo en el entrenamiento ?

Los ojos estrellados de Sienna centellearon.

—?Me tratan como a un cachorro! ?Soy una cardinal que podría matarlos con un solo ataque psíquico y esperan que haga ejercicios físicos más adecuados para un ni?o!

Judd dejó que su sobrina echase humo por las orejas; por algún motivo, el condicionamiento de Sienna había empezado a fallar casi inmediatamente después de la deserción. Eso iba a entra?ar un grave problema, porque sus habilidades eran tan letales como ella misma creía. Quizá más, incluso.

—Ya no estás en el mundo psíquico —le dijo endureciendo su tono—. Y el hecho de que esto sea un problema físico es solo una excusa. Tienes las mismas dificultades para acatar órdenes en el entrenamiento psíquico.

Sienna entrecerró los ojos.

—Tal vez sea porque tú también me tratas como a una ni?a.

—?Por qué crees que es eso, Sienna? —Cruzó los brazos; aquello era importante. La familia era importante. Eran los pilares sobre los que se fundamentaba el clan. Brenna no le agradecería que descuidara sus responsabilidades a ese respecto, por mucha que fuera su necesidad de volver con ella—. Eres una cardinal, deberías ser capaz de resolverlo.

Se hizo un sombrío silencio. Judd no entendía qué le estaba pasando a su sobrina; Sienna era la más impredecible de los tres menores de la familia Lauren. No tenía sentido, no cuando había demostrado una absoluta ausencia de emociones mientras estaba en la Red, tanto como para que ya hubiera comenzado a recibir ofertas de trabajo. Una de esas propuestas había venido del mismísimo Ming LeBon.

—Construye bloqueos —dijo al ver que ella mantenía su obstinado silencio—. Sin una base sólida, te derrumbarás en cuanto conozcas a alguien lo bastante listo como para percatarse de tu falta de cimientos.

Sienna notó que se le formaba un nudo en la garganta y miró a su tío a los ojos.

—Ya tengo diecisiete a?os. ?Por qué nadie me trata de acuerdo a mi edad? ?Los lobos reciben mejor trato!

—No se trata de discriminación y lo sabes. Es el hecho de que no puedas acatar órdenes y de que ahora mismo ni siquiera puedas defenderte sin matar a alguien.

—?A ti tampoco se te da bien cumplir órdenes!

Judd esperó.

—No soy imbécil —farfulló—. Sé que eras una Flecha y sé que las Flechas son demasiado valiosas como para que les sentencien a rehabilitación.

Su tono de voz le retaba a que la desafiase, haciendo que se acordara de otra mujer que poseía aquella misma férrea voluntad.

—?Y? —Judd tenía que constatar qué era lo que Sienna sabía antes de responder.

—Debían de tener un plan para que te librases de la rehabilitación. —Irguió sus esbeltos hombros—. ?Una nueva identidad, alguna cosa!

—La sentencia era para todos los miembros de la familia Lauren —aseveró aceptando que Sienna merecía que la tratasen como a una adulta al menos en lo tocante a ese tema. Cualquier otra cosa sería una falta de respeto hacia su inteligencia y su espíritu.

—?Por qué? —interrumpió ella antes de que Judd pudiera responder—. Sé que mi madre se suicidó y que hubo algunos episodios de desequilibrio en la familia, pero ?por qué sentenciarnos a todos?

Sí, Sienna era lista.

—éramos demasiado fuertes como familia, Sienna. Antes de la muerte de Kristine, teníamos a tres cardinales. —Sin incluir los considerables poderes de Walker, de Marlee y los suyos—. Entra?ábamos una amenaza para alguien lo bastante poderoso como para liquidarnos.

—Lo suponía … —Alzó la mirada—. ?Y tú?

—Mi nombre fue borrado del registro familiar cuando tenía diez a?os. —La edad en que había matado por primera vez—. Mi partida de nacimiento no existe, ni tampoco ningún historial médico aparte del que hay en los archivos del escuadrón. —Incluyendo un perfil de ADN que activaría una alarma roja si alguna vez le hacían análisis médicos—. Por lo que respecta a la Red general, yo no existo. —Ninguna Flecha existía—. No era necesario que me dieran una nueva identidad. No se me consideraba un Lauren.

Sienna abrió los ojos como platos.

—Entonces, ?para qué desertar? —susurró—. Te buscaste lo que debería haber sido una muerte segura.

Contemplando aquel rostro magullado y colmado de confusión, decidió contarle la verdad. Porque las habilidades de Sienna, a pesar de ser muy diferentes a las suyas, tenían su origen en el mismo oscuro corazón.

—Hay una línea que una vez que se cruza, no se puede dar marcha atrás. —Levantó la mano para acariciarle el cabello. Los mechones rojo oscuro eran muy suaves bajo las yemas de sus dedos. Era la primera vez que la había tocado fuera de los entrenamientos—. Si hubiera permitido que todos murieseis mientras yo permanecía a salvo, habría cruzado esa línea.

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