Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(117)


—Con mucho sigilo.

—También los francotiradores. —Dorian tenía una expresión calculadora—. Deberíamos hablar.

—Puede que necesite un sparring. —Si lograba romper el Silencio, el contacto físico en otro campo podría servirle para debilitar el aspecto más oscuro de sus habilidades, porque sucediera lo que sucediese, él era quien era. Matar estaba en sus genes.

—?Kárate? —El interés centelleó en aquellos ojos que parecían completamente humanos.

—Kenjutsu.

—?Joder! Hagámoslo.

Lucas tosió.

—Si hacéis el favor de dejar de tiraros los tejos, tenemos asuntos que discutir.

índigo esbozó una amplia sonrisa, pero guardó silencio. Mercy no era tan reacia.

—De modo que es esto lo que se necesita para meterte en los gayumbos de Dorian. Avisaré a las admiradoras de los centinelas. —El gru?ido del aludido solo sirvió para ensanchar la sonrisa jactanciosa de Mercy.

Hawke hizo un gesto a Lucas.

—?Tienes algo?

—Creemos haber localizado a los asesinos que atacaron a los DawnSky.

El ambiente de diversión se evaporó. Judd miró a Lucas.

—?Estás seguro? Te dije que ese uniforme lo usan los miembros del ejército psi bajo el mando de Ming LeBon.

—Ese es el problema —reconoció Lucas—. Hemos reducido el cerco a un escuadrón en concreto, pero hay cincuenta miembros. Seis psi fueron vistos durante el ataque.

Dorian se encogió de hombros, sin el menor rastro de piedad en su rostro.

—Ya conoces mi opinión: acabar con todos.

—Hacer eso es una declaración de guerra. —El tono de Lucas manifestaba que no le importaría enfrentarse abiertamente a los psi—. Pero es justo lo que ellos quieren: les dará una excusa para castigar con severidad a todos los grupos de cambiantes de la zona. Un golpe preciso hará que nuestro mensaje se comprenda mucho mejor.

Judd sabía que Lucas estaba en lo cierto.

—Puedo conseguirte la información. —Todo el mundo volvió la vista hacia él—. Tengo contactos en la Red. —Dejó que asimilaran eso, que juzgaran sus lealtades—. No todo el mundo está contento con la forma de actuar del Consejo.

Hawke clavó los ojos en él y luego asintió de manera concisa. Una concesión de confianza.

—Plan B —dijo el alfa a Lucas—: liquidamos al mismo número de psi que atacaron a los ciervos.

—Eso dejará las cosas claras con algo menos de diplomacia, pero sí, podría funcionar. —Lucas tamborileó los dedos sobre la oscura madera de la mesa a la que estaba sentado—. He estado pensando en sus tácticas… tratando de volver a unos clanes contra otros.

—También yo —repuso Hawke—. Tienen que haberlas utilizado antes, y con éxito, para intentarlo con nosotros.

Las marcas faciales de Lucas se tornaron blancas.

—Que se nos pueda manipular con tanta facilidad no dice mucho a favor de nuestra inteligencia.

—Con nosotros no lo han conseguido. Pero podría funcionar con los clanes más débiles.

—Estáis demasiado divididos —intervino Judd—. Esa es la primera lección que aprenden los soldados: no intentéis acabar con los cambiantes; conseguid que se maten entre ellos.

Alguien profirió un gru?ido, y Judd no estaba seguro de que un sonido tan primitivo no procediera de la garganta de alguna de las mujeres. Recordó cómo le gru?ía Brenna cuando la cabreaba. Su lado lobuno le fascinaba; le gustaba verla sacar las garras.

—Deja que adivine —replicó Hawke—; antes, el Consejo interfería lo mínimo en esta región porque los SnowDancer y los DarkRiver se controlaban unos a otros.

Judd asintió.

—Sí. Y si el ataque informático no logra espantarlos, continuarán separándoos a vosotros y a vuestros aliados de clanes no depredadores… minando vuestra autoridad hasta que deje de existir. Lanzarán una ofensiva silenciosa para sustituir a vuestros antiguos aliados por clanes simpatizantes del Consejo.

Sus últimas palabras tuvieron en efecto de una bomba. Le llegó un aluvión de preguntas desde todas las direcciones hasta que levantó una mano para pedir silencio.

—Sí —dijo Judd—. Hay clanes que han llegado a un acuerdo con el Consejo por dinero, tierra o por inmunidad a ataques de los psi.

—O sea, que a pesar de que establezcamos una cadena de comunicación para impedir que los psi inicien otra guerra territorial… —El lobo que moraba dentro de Hawke se dejó ver en sus marcadas facciones—, ?no tenemos forma de saber quién le está dando el chivatazo al Consejo?

—Yo actuaría según el supuesto de que se les va a informar de todo lo que digáis.

—Eso podemos utilizarlo en nuestro beneficio —se?aló Lucas.

Hawke asintió.

—Después de que hayamos llevado a cabo esta próxima operación, tenemos que hablar sobre cómo arreglar nuestras vías de comunicación, los clanes no pueden seguir permaneciendo incomunicados unos de otros. No si queremos sobrevivir al Consejo.

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