Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(120)



Una década después, habían descubierto el Concepto de Correlación: una relación directa, si no científicamente probable, entre el número de psi-e latentes y la estabilidad general de la población. En términos simples: a menor número de psi-e, mayor número de casos de sociopatía y demencia. En la actualidad, los embarazos de psi-e se llevaban a término y se les obligaba a reprimir sus habilidades bajo niveles de condicionamiento no documentados. Eso era lo que había llevado a la evolución irregular de Sascha.

No había nada semejante que pudiera explicar la naturaleza del desarrollo psíquico de Kaleb. A los diez a?os, estaba tan centrado como un adulto. Su concentración no había sufrido ninguna alteración durante el esporádico y problemático período de la adolescencia, pero había evidenciado un brusco declive a los dieciséis a?os. Eso habría sido un gran motivo de preocupación, salvo que Kaleb se había estabilizado al cabo de un mes. A pesar de las considerables pruebas a las que le sometieron, los psi-m habían sido incapaces de hallar la más mínima evidencia de trauma psíquico o físico que pudiera explicar su recaída.

Nikita tenía razones para discrepar de ese diagnóstico. Tras cerrar el archivo de Kaleb, abrió otro. Este había sido creado después de que el Consejo tomara conciencia del historial sociopático de Enrique. Estaban empleando todos sus recursos para elaborar una lista de pasados asesinatos que podría haber cometido el difunto consejero… por si acaso este había dejado atrás otras pruebas que no fueran las que poseían los cambiantes. Los cabos sueltos debían ser acallados antes de que hablaran.

Escudri?ó la lista que tenían hasta el momento y encontró de inmediato lo que buscaba. Una mujer cambiante, un cisne, había desaparecido siete días antes del declive registrado de Kaleb. Y el declive había empezado aproximadamente veinticuatro horas después de su regreso de una de aquellas inexplicables ausencias, períodos que, con toda seguridad, había pasado con Enrique.

No era un protegido. Era un cómplice. Aquello podía resultar un tema problemático si algún día Kaleb llegaba a perder el control de sus apetitos homicidas. Hasta entonces, Nikita continuaría trabajando con él. Cada uno de los consejeros era, en cierto modo, un asesino. Solo que Kaleb mataba de un modo menos oficial.





38


Una hora después de haberse visto obligado a dejar a una afligida Brenna, que le había echado en cuanto comenzó a sangrarle la nariz, Judd recibió un mensaje cifrado del fantasma. Una sencilla lista con seis nombres.

Llamó a Brenna, solo en modo audio. Ver las lágrimas en su rostro alteraba sus sentidos.

—No puedo hacer guardia ante tu puerta. Riley va a mandar a un sustituto. —Había hablado con el hermano de Brenna acerca de sus sospechas y el soldado ya estaba reuniendo listas de turnos y permisos del momento del secuestro. Los datos ayudarían a reducir el número de sospechosos, pero la sensación de apremio que dominaba a Judd le decía que no lo harían a tiempo.

—Espero que el muy cabrón lo intente otra vez conmigo… quiero desollarle vivo. —No había lágrimas, tan solo una mezcla de ira absoluta.

—No te fíes de nadie.

Riley había asignado tareas lejos de la guarida a todos aquellos que figuraban en su corta lista de sospechosos, pero el asesino siempre podía colarse sin que nadie le viera. También era posible que hubiera accedido al código clasificado sin autorización y que no fuera un soldado.

—No lo haré. ?Se te ha cortado la hemorragia?

—Sí —dijo y colgó. Técnicamente, no era una mentira. La nariz ya no le sangraba, pero sí otras partes dentro de él.

D'Arn no tardó en llegar para hacerse cargo de la vigilancia y Judd fue a entregarle los nombres a Hawke. Casi había llegado, cuando vio a Sienna salir cojeando de la sala de entrenamiento. Lucía un moratón en la mejilla y los labios tenían toda la pinta de que se le iban a hinchar. Unos meses atrás, habría averiguado el nombre del responsable y se habría ocupado del asunto. Eso fue antes de que Hawke, con la cooperación de Judd y Walker, hubiera alistado por la fuerza a Sienna en el programa de entrenamiento dise?ado para transformarla de ?gata doméstica? a un lobo.

—?Has vuelto a intentar vencer a índigo?

Sienna apretó los dientes con obstinación.

—Me hace repetir ejercicios una y otra vez. Yo quería un combate.

—Y mira lo que has conseguido —replicó índigo, que salió de la misma sala. Vestida con unos holgados pantalones negros y una camiseta gris, no llevaba prácticamente ni un solo cabello fuera de su sitio—. Aunque a mí me ha venido bien… me ha ayudado a desahogar la frustración que me produce la mierda que estoy soportando.

Sabía que la teniente se refería al asunto de las drogas en que se estaba concentrando en esos momentos, mientras que Riley se hacía cargo de la investigación de asesinato.

—?Tan malo es?

—No si lo comparas con el mundo exterior, pero no puedo creer que ese veneno se haya colado aquí dentro. Somos un clan, maldita sea. Cuidamos unos de otros, obtenemos nuestra fuerza de la lealtad de la manada, no… —índigo contempló la expresión interesada de Sienna—. Te pondré al día más tarde.

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