Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(111)



La sensación de quemazón perduró incluso después de que bajara la mano.

—?Qué ha sido eso?

—La consumación de un vínculo de sangre. —Hawke cerró la mano en un pu?o resta?ando la herida—. Ahora eres un teniente de los SnowDancer.

Judd bajó la vista a la nieve te?ida de rojo y luego volvió a mirar a aquellos ojos claros.

—Tú desprecias a los psi. —No conocía la razón de ese odio, pero sabía que existía.

—Odiaros a todos sin motivo me convertiría en un intolerante. —Hawke torció el gesto—. Y prefiero no pensar en mí mismo de esa forma. —Había algo profundo en la voz del alfa, emociones que Judd no era capaz de descifrar.

—?Se trata de Sascha? —Hawke sentía un evidente aprecio por la compa?era de Lucas.

Una sonrisa borró la expresión sombría de su rostro.

—Ella desbarató mis opiniones sobre los psi, pero… —Meneó la cabeza como si se impidiera seguir hablando antes de decir demasiado—. Confío en aquellos que han demostrado su lealtad. Tú lo has hecho en más de una ocasión…, ser afectuoso y encantador no es un requisito. Bienvenido al clan.

Judd se agachó para limpiarse la sangre con nieve, sabiendo de algún modo que el resultado del rito que había realizado no se eliminaría con tanta facilidad. Hawke estaba haciendo lo mismo. El corte del lobo ya había coagulado. El poder de curación del Judd era producto de sus dotes de tq-cel, en tanto que el de Hawke se debía a la fuerza del cambiante. A la fuerza de un cambiante alfa.

—Bueno —dijo Judd—, ?qué es lo que hacen los tenientes?

—Un montón de trabajo. —La sonrisa de Hawke tenía un matiz malicioso.

—Supongo que se han terminado las vacaciones. —La disonancia aumentó acorde a su sentido de pertenencia, a su orgullo y a sus pensamientos sobre una mujer con ojos de aspecto fracturado.

Brenna ahogó un grito en cuanto abrió la puerta de la cámara de investigación tecnológica.

—?Hawke ha forjado un vínculo de sangre contigo! —Soltó un gritito excitado, se arrojó a sus brazos y le rodeó la cintura con las piernas.

Judd la cogió en un acto reflejo.

—Cuidado. Mis habilidades se han regenerado.

—Creía que… —Se encogió de hombros—. Creía que el tiempo que hemos pasado separados podría haber ayudado a apagar los sentimientos de anoche.

—Tienes razón. —No veía la necesidad de mencionar que la disonancia ya no aumentaba en intensidad a un ritmo regular; estaba empeorando de manera exponencial. No había habido un solo momento durante el día en que hubiera cesado del todo. Ya había partes no esenciales de su cerebro comprometidas.

Brenna frotó la nariz contra la suya con afecto y cierto aire juguetón.

—Así que ahora eres un teniente.

—?Cambia esto algo para ti? —Sentía auténtica curiosidad.

—Cielo, sabía que eras un marimandón la primera vez que te vi. Esto solo lo confirma. —Le mordisqueó el labio inferior—. La única diferencia es que me alegro por ti. Tú y yo siempre estuvimos destinados a estar juntos.

—?El destino?

—Más vale que lo creas. ?Y bien? ?Qué vamos a hacer para lograr que suceda? —Su expresión cambió de forma súbita y se bajó de encima de Judd, rompiendo el contacto—. Tus ojos… el dolor… es peor que antes, ?verdad?

—No tiene…

Brenna levantó una mano antes de que él pudiera decirle que no tenía importancia.

—Sí que tiene importancia, la tiene cuando puedo ver puntos de sangre en el blanco de tus ojos. —La voz le tembló durante un segundo antes de controlarla—. ?Cuánto ha empeorado?

Judd no podía mentirle.

—Al paso actual, pronto provocará un da?o permanente a mi cerebro. —Un severo y tosco modo de rehabilitación, capaz de dejarle como un vegetal.





35


En las oscuras entra?as de la PsiNet, los datos corrían por las negras paredes de las cámaras del Consejo, infinitas columnas plateadas demasiado veloces para el ojo, pero legibles para la mente psíquica.

—Hemos perdido el control sobre los PineWood —dijo Nikita—. Parrish, el alfa, está muerto, y alguien no solo ha desprogramado al resto del clan, sino que además él o ella ha armado las mentes de las hienas contra interferencias. El personal cualificado puede romper esos bloqueos, pero requerirá de un esfuerzo considerable. No merece que perdamos nuestro valioso tiempo.

—?Sascha? —preguntó Shoshanna.

—No. —Nikita estaba segura de ello—. No posee las capacidades necesarias.

—Tampoco Faith NightStar —puntualizó Marshall.

—Lo que nos deja con un desconocido —intervino Kaleb que, de manera inusitada, había estado callado hasta ese momento—. Si no me equivoco, las habilidades para programar y desprogramar se ense?an exclusivamente a ciertas ramas de nuestras fuerzas armadas.

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