Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(107)



Cuando de sus labios escapó un sonido de frustración, Judd la agarró y la tumbó sobre la cama. Ella no protestó, sino que enganchó las piernas alrededor de su cintura. Judd bajó la mano para frotar el duro botón de su clítoris mientras la poseía con brío, llevándolos a ambos con enérgicos embates hacia un placer que parecía imposible. En algún punto del camino, perdió la capacidad de pensar.

Las piernas de Brenna parecían de gelatina.

—No creo que pueda moverme —murmuró contra el cuello de Judd, donde había sepultado su rostro.

El profirió un gru?ido como respuesta. Su mano le acarició el trasero una vez antes de que cayera… como si no tuviera fuerzas para hacer nada más.

Brenna le pasó los dedos por el pecho, le acarició el pulso con la nariz e inhaló su aroma. Ya olía a él, pero desde ese día llevaría su fragancia impresa en los poros de su piel. Hacía que se sintiese poseída por él, protegida, adorada. Era maravilloso pertenecerle, aunque Judd tuviera cierta tendencia a ser dominante.

—Una vez más —dijo Judd.

Brenna estaba segura de estar teniendo una alucinación auditiva.

—No acabas de decir ?una vez más?.

—Antes de que recupere mis poderes telequinésicos.

Ella meneó la cabeza.

—Estás loco. —Después de haber hecho el amor de esa forma, Judd tendría suerte si ella volvía a moverse en ese siglo—. Menos mal que me gustan las locuras.

—Una hora. Una siesta y luego otra vez.

A pesar del agotamiento descubrió que su lado femenino reaccionaba a la firmeza que reflejaba el tono de voz de Judd.

—Eres muy sexy.

—Lo sé.

Aquello la hizo sonreír.

—?De veras?

—Esta bella cambiante que tengo ante mí no deja de repetírmelo. —Le asió la nuca con la mano—. Duerme.

Brenna lo hizo. Justo una hora después, despertó al sentir el contacto de los dedos y los labios masculinos, su cuerpo se relajó con suma sensualidad. Esta vez danzaron juntos de un modo más lánguido, y Judd dejó que ella le abrazara y acariciara a su antojo.

Los músculos de Judd eran duros y cálidos bajo las yemas de sus dedos, en su piel perduraba el sabor a sal y a hombre. La hizo muy feliz estar unida a él a un nivel tan íntimo.

—Quiero hacer esto durante el resto de mi vida.

Los ojos de Judd desprendían un brillo dorado en la oscuridad.

—Sí.

Pero tuvo que dejarla cuando sus poderes telequinésicos se regeneraron.

—Brenna…

—Chist. —Ella meneó la cabeza anhelando desesperadamente poner fin al espacio que había entre ellos—. Te veré ma?ana por la ma?ana. —Era evidente que él no deseaba marcharse. E igualmente obvio para ella era el exacerbado dolor que Judd padecía, la disonancia, y que se negaba a revelar—. Ma?ana por la ma?ana, cielo.

Judd se marchó por fin tras varios minutos de persuasión por su parte. Solo entonces se tumbó sobre la almohada y dejó que las lágrimas afloraran. ?Sería aquello lo único que jamás tendrían: momentos robados cuando Judd quedara despojado de una parte esencial de su psique? Parecía no haber esperanza. Podría haber estado llorando hasta que se hiciera de noche, pero el agotamiento la venció al cabo de unos minutos, y cuando despertó, las esperanzas despertaron con ella.

—Le he hecho el amor a Judd Lauren —susurró atónita. Hacía solo un mes aquello le habría parecido el delirio de un loco—. Supongo que estoy chalada.

Se levantó de la cama con una sonrisa en los labios, se dio una ducha y tomó algo de comer. Después, sabiendo que no sería beneficioso para Judd estar atrapado en los confines de un apartamento en el que perduraban los ecos psíquicos de su noche de amor, se dirigió a una de las cámaras de investigación tecnológica para trabajar un poco.

Judd se encontró con ella a medio camino.

—?No tenías que estar con los DarkRiver?

No le dedicó ninguna palabra romántica, pero en sus ojos ardía un fuego tan oscuro que a pesar de que su cuerpo vibró, se sintió preocupada.

—Judd, tienes que contenerte o la disonancia te castigará.

—Nunca pensé que te oiría decir eso. —La intensidad de su mirada no cambió.

Meneando la cabeza ante su terquedad, Brenna respondió a su pregunta:

—Casi he terminado con mi parte en lo que a programación se refiere… Dorian me llamará si necesita cualquier cosa.

Sus palabras se abrieron paso a través de la agitación sensual que todavía reverberaba por todo el cuerpo de Judd, haciendo que recordara algo importante.

—?Por qué os marchasteis ayer del clan de los DarkRiver? ?Quién llamó?

Brenna se puso pálida.

—Fue una emboscada. ?Ese cabrón podría haber matado a Drew! Dejó de disparar solo porque Riley fue tras él y le asustó.

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