Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(103)



—Su corazón está latiendo sin ayuda. Está respirando.

Presa de la incredulidad, Brenna se acercó lo bastante para palpar el cuello de Drew. Su pulso latía con fuerza. Se retiró temblando y utilizó el dobladillo de su camisa para limpiar la sangre.

—Por favor, que se ponga bien.

Riley fue el primero en verlo.

—Ha desaparecido.

Entonces Brenna lo contempló con sus propios ojos: la herida ya no estaba. Debajo de la sangre, la piel de Drew era rosada y estaba tierna, pero intacta. Se volvió hacia el hombre que estaba a su lado.

—Judd, oh, Dios mío.

El no parecía capaz de centrarse en ella. Sus ojos se habían vuelto negros al principio y habían retornado a la normalidad casi al final. Ahora los tenía prácticamente nublados. Preocupada, se apartó de Drew.

—Cielo, ?qué sucede? —le enmarcó las mejillas con las manos antes de darse cuenta de que las tenía llenas de sangre y se acercó a él—. Judd, háblame.

—Colapso total. —Pronunció solo dos palabras; luego sus ojos se volvieron negros otra vez, lo blanco había desaparecido como antes. Salvo que aquella oscuridad tenía matices de rojo sangre. Aquello la aterraba. Esperaba que él se desplomara inconsciente, pero Judd meneó la cabeza—. Una hora.

—Una hora. —Recordó su desaparición después de que la teletransportara durante el incidente con las hienas y estableció la relación. Tenía que estar en un lugar seguro en el espacio de una hora—. Vale, vale.

Andrew tosió en aquel instante y Brenna desvió la atención de nuevo hacia él, consciente de que Judd hacía lo mismo. Después de toser un par de veces más, sus párpados se agitaron y dejaron al descubierto sus familiares ojos azules.

—?Qué co?o ha pasado?

Brenna le dio un beso en la mejilla entre sollozos. Drew trató de levantar los brazos para estrecharla, pero parecía no tener fuerzas.

—Eh, cari?o. Vamos.

—Has perdido mucha sangre —repuso Judd—. Necesitarás tiempo para recuperarte por completo.

Brenna se apartó de su hermano para abrazar a Judd.

—Aguanta —le susurró al oído sabiendo que él no querría mostrar debilidad delante de los demás—. ?Puedes andar?

él asintió brevemente, pero viendo la velocidad con que su rostro perdía el color, Brenna no le creyó. Era peor que en la caba?a. Se puso de pie.

—Llevémoslos dentro.

Sus palabras hicieron que todo el mundo se pusiera en marcha. En cuestión de segundos, cargaron a Drew en una camilla que alguien había tenido la precaución de ir a buscar, y Riley y Tai se lo llevaron a la guarida. Lara no se apartó de su lado, llena de ansiedad. Haciendo caso omiso del resto, Hawke se acuclilló y se pasó el brazo de Judd sobre los hombros para levantarle.

—A mi apartamento —indicó Brenna.

Hawke no discutió y al poco tiempo Judd estaba en el dormitorio. Apoyó una mano contra la pared para poder tenerse de pie.

—Nada de ayuda.

Hawke miró a Brenna.

—?Lo dice en serio? Enviaré a Lara en cuanto examine a Drew.

—No —reiteró Judd.

Brenna deseaba que se metiera en la cama.

—Sigue consciente y en posesión de sus facultades para tomar una decisión —le dijo al alfa—. Deja que se recupere en paz y estará bien. —Si no, ella misma haría venir a los médicos.

Hawke frunció el ce?o.

—Si necesitas cualquier cosa, grita. —Echó una mirada a Judd—. Lo que has hecho hoy… jamás he visto nada semejante. No creía que fuera posible. Descansa un poco y hablaremos después.

Dicho aquello, se marchó. Brenna fue la única que escuchó la respuesta de Judd:

—De acuerdo con mis instructores, no lo es. —Se tambaleó.

Brenna se apresuró a sujetarle.

—A la cama. Ahora.

—Necesito una ducha.

Se disponía a negarse en redondo, cuando se dio cuenta de que Judd estaba cubierto de sangre y de sudor. Así no podría dormir plácidamente. Le ayudó a entrar en el ba?o y comenzó a tironearle de la ropa. El la detuvo asiéndola de la mu?eca.

—No.

A punto de zafarse, vio la expresión de su cara. Puro orgullo masculino.

—Vale. —Exhaló un suspiro—. Pero si no sé nada de ti en cinco minutos, pienso entrar.

Salió del cuarto y sus sentidos se mantuvieron completamente alerta mientras abría la cama y preparaba una bebida altamente energética siguiendo la receta de una mezcla que Drew solía tomar. La ducha dejó de oírse al cabo de cuatro minutos exactos.

Cuando entró de nuevo en el dormitorio, Judd estaba dormido. Dejó la bebida y le retiró el pelo mojado de la frente, con el corazón rebosante de ternura.

—Dios, te quiero. —Le besó en la sien y durante un segundo tuvo la impresión de que algo en él respondía. Pero Judd estaba totalmente inconsciente.

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