Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(102)



Brenna estaba temblando mientras le miraba con los ojos enloquecidos de dolor.

—Judd. —La ropa que le cubría el lado derecho del cuerpo estaba manchada de barro y nieve a medio fundir, y su rostro presentaba leves ara?azos.

De pie, Brenna solo le llegaba a Andrew a la altura del corazón. Sumando dos y dos —la herida de Andrew y las manchas de tierra en el cuerpo de ella, Judd reconstruyó la escena en solo milésimas de segundo. La bala iba dirigida a la cabeza de Brenna. Andrew había sentido el peligro en el último momento y había empujado a su hermana. Le había salvado la vida, pero no había sido lo bastante veloz para esquivar la bala.

Vio a Riley haciendo una reanimación cardiorrespiratoria y supo que no sería suficiente. Era evidente que el corazón de Andrew estaba destrozado, la bala del francotirador le había dado en el punto preciso para causar el mayor da?o. No podía percibir un orificio de salida, lo que significaba que el proyectil tenía que estar alojado en la carne desgarrada. Judd acarició de forma fugaz la mejilla de Brenna mientras su mente iba a cien kilómetros por hora.

—Detente, Riley.

Este levantó la cabeza; tenía la cara blanca como la cal.

—Tenemos que seguir.

Judd le puso una mano en el hombro.

—Su corazón ha sufrido da?os. He de repararlos. —Nunca antes había hecho nada semejante, ni siquiera había considerado si sería capaz de hacerlo. Su trabajo era parar corazones, no reanimarlos. Pero conocía el funcionamiento de dicho órgano hasta el más mínimo detalle; para destruir había que saber cómo funcionan las cosas—. Continúa con la respiración, pero no toques su corazón.

Riley no discutió.

—Hazlo.

Lo primero que hizo Judd fue enviar una descarga telequinésica al destrozado corazón de Andrew, poniéndolo de nuevo en marcha a tiempo, con un poco de suerte, de mantener con vida su cerebro. Mientras Riley se inclinaba para insuflar aire en los pulmones de su hermano, Judd usaba sus habilidades para hacer que el órgano siguiera latiendo. Luego comenzó a imaginar lo que era necesario que sucediera en las células da?adas del corazón para que este latiera por sí mismo.

Tendría que reconstruir la sección afectada empezando a nivel celular, uniendo los tejidos del corazón del soldado de los SnowDancer como si de un intrincado rompecabezas se tratara. El problema era que algunas de las piezas faltaban o estaban demasiado da?adas para funcionar. Tendría que crear otras nuevas de alguna parte. Judd no era un psi-m, pero podía desplazar cosas, hacer que cambiasen de forma… conseguir que las cicatrices desaparecieran manipulando las células. Un juego de ni?os con un nuevo propósito.

Durante la operación no dejó de pensar en ningún momento. Tenía que estar completamente seguro del punto preciso de todos y cada uno de los movimientos celulares. Un solo error, y el corazón de Andrew no latiría una vez que él dejara de hacerlo funcionar. Aquel era un desenlace que Judd no podía aceptar… porque el corazón de Andrew no sería el único en romperse.

Una esbelta mano le agarró del hombro en algún momento y supo que era Brenna. Su contacto debería de haberle desestabilizado, pero hizo todo lo contrario. Le centró. Una reacción anormal sobre la que tendría que reflexionar más tarde, cuando en su mente cupieran otros pensamientos que no fueran los de reparar de manera metódica un corazón que había quedado hecho pedazos.

—Dios bendito —susurró Hawke, situado junto a Brenna, al cabo de tantas horas que había comenzado a anochecer.

El alfa y algunos otros habían llegado poco después que Judd; Brenna había logrado serenarse lo suficiente como para poder llamar a la guarida utilizando el teléfono de Riley. El de ella estaba en el coche, relegado al olvido.

Brenna sabía lo que había causado la sorpresa de Hawke. Podían ver cómo la piel de Drew se movía literalmente. Al principio pareció que se trataba de una ilusión, pero más tarde se dio cuenta de que la tremenda herida de su hermano iba desapareciendo por segundos. Cuatro horas después de haber empezado, algo metálico había emergido de la herida. La bala.

Con los dedos temblorosos, Brenna la había cogido tan pronto hubo salido y se la había entregado a Hawke, que la envolvió en un trozo de tela arrancado de la camisa que llevaba debajo de la chaqueta. Eso había tenido lugar hacía una hora. Judd no había hablado ni apartado la vista de lo que estaba haciendo en el espacio de cinco horas, Riley había continuado respirando por Drew y Brenna se había aferrado a su psi siguiendo el instinto que le decía que eso era lo que debía hacer.

De pronto, Judd apartó las manos del pecho de Andrew.

—Riley, apártate. —Su voz sonaba ronca debido al tiempo que había estado callado.

Riley rompió el contacto y, un solo instante después, el cuerpo de Drew se convulsionó como si hubiera recibido una descarga eléctrica. Brenna rechinó los dientes al percatarse de que Judd acababa de intentar volver a poner en marcha el corazón de su hermano después de dejar de hacer lo que fuera que hubiese estado haciendo para lograr que latiera. Pero ?había tanta sangre en el pecho de Drew! Su mano apretó el hombro de Judd. Este alzó el brazo y le tocó los dedos durante un segundo manchándoselos de sangre.

Nalini Singh's Books