Caricias de hielo (Psy-Changeling #3)(110)



—Entonces, ?para qué me has pedido que me reúna contigo?

—Por ti —respondió con aspereza haciendo que los lobos gru?esen—. Eres un problema.

—Adiós al desfile. —Hizo una pausa—. ?Está la manada al corriente de los detalles de lo que hice?

Hawke negó inmediatamente con la cabeza.

—Creen que de algún modo lograste desviar la bala. Hemos ayudado a extender ese rumor.

—Bien. —Eso significaba que su recién descubierta habilidad continuaba siendo una ventaja táctica—. Entonces, ?cuál es el problema? —Si el alfa trataba de separarle de Brenna tendría una lucha entre manos. Una lucha muy sangrienta.

—Estás creando una gran confusión en el clan. ?Cuántas peleas llevas hasta ahora?

—?Quieres que te dé un número exacto? —Judd había estado enfrentándose a cambiantes desde que puso un pie en la guarida.

Hawke soltó un bufido.

—Ya sé la cifra. Y también sé que has ganado cada uno de esos combates. —Se acuclilló para acariciar a los lobos. Estos gru?eron y dieron un cabezazo contra su mano antes de salir corriendo hacia el bosque. Hawke se puso de nuevo en pie—. Lo que me deja con un macho muy poderoso en mi clan que no forma parte de su estructura.

Judd recordó el reciente comportamiento de índigo así como otros curiosos sucesos.

—Algunos de los tuyos han empezado a tratarme como si tuviera una posición.

—Ya. Se han figurado que acabarán venciéndote por agotamiento.

—?Vencerme por agotamiento con qué motivo?

—Para que te integres al clan por completo o para que te largues. —Una decisión taxativa—. No puedo tener a un lobo fuerte y solitario en mi territorio.

—Quieres darme un rango oficial.

Todos en el clan tenían el suyo. Había una o dos formas de cambiar de posición: mediante una lucha física o la utilización de un complejo sistema de aptitudes y de respeto que no comprendía del todo. No obstante, llevaba con los SnowDancer el tiempo suficiente para deducir parte de ello: el rango de Lara era, por lo visto, el mismo que el de índigo, en tanto que Dalton, el viejo bibliotecario, contaba con la atención de Hawke siempre que tenía ganas de hablar.

—Sí.

—Hubo un tiempo en que tenía un rango. —Como Flecha. Un miembro de la élite—. Me di cuenta de que la confianza ciega en cualquier jerarquía es una idiotez. —Tenía diecinueve a?os cuando comprendió la crueldad con que le habían traicionado y había sido utilizado.

—Nosotros no somos psi. —Hawke le miró ce?udo—. ?Ves que índigo o Riley se inclinen ante mí y me laman el culo?

Eso también era cierto; los cambiantes depredadores exigían a sus líderes unos estrictos principios. Había visto un sombrío ejemplo de ello en la ejecución de Parrish. Ningún miembro del clan de las hienas había pedido clemencia para su líder. De hecho, la muerte ritual había sido ejecutada por el nuevo alfa. Justicia sangrienta, pero justicia al fin y al cabo.

Era un sistema de equilibrio de poderes que a la población psi se le había negado hacía más de un siglo.

—Aunque me hicieras soldado, no es probable que obedezca todas tus órdenes.

—Si hubiera querido obediencia ciega me habría buscado un reba?o de ovejas. —La respuesta de Hawke era casi un gru?ido—. ?Estás con nosotros o no?

Judd jamás se alejaría de Brenna. Ni se desentendería de la lealtad que profesaba a su familia.

—Sí. —Estaba preparado para aceptar un rango inferior al que había ostentado en la PsiNet, aunque eso hiriera su orgullo. Una debilidad emocional, pero nunca había dicho que fuera perfecto. Era el frío objetivo de su raza de alcanzar la perfección lo que le había despojado de su humanidad.

Hawke esbozó una amplia sonrisa.

—Deberías haber preguntado qué rango se te asignará antes de aceptar. Ahora es demasiado tarde.

—Asumo que soldado raso o de nivel medio. —Y un psi no sacaba conclusiones al azar.

—He montado el numerito diciéndote que eres demasiado fuerte para dejar que vagues por ahí, ?y crees que voy a darte un rango que siembre la confusión en el clan?

El alfa se acercó y sacó las garras; el movimiento fue tan rápido que Judd no tuvo tiempo de reaccionar. Lo lógico hubiera sido lanzar una descarga de energía telequinésica, pero su mente adiestrada de forma marcial procesó el lenguaje corporal de Hawke y llegó a la conclusión de que no estaba siendo atacado. Levantó el brazo y palpó cuatro delgados ara?azos en el cuello. Los cortes eran superficiales, pero lo bastante profundos para que la sangre ti?era sus dedos.

Hawke se hizo un corte en la palma de la mano y dejó que la sangre goteara sobre la nieve. Movido por el instinto, Judd extendió su mano ensangrentada y atrapó una gota de la sangre de Hawke. Esta ardía como si llevara fuego. Algo dentro de él se tensó con un chasquido, pero cuando echó un vistazo en el plano psíquico de la LaurenNet, no encontró ninguna conexión nueva.

Nalini Singh's Books