La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(70)
—Su gente está intentando entrar en el ordenador central del edificio… esas torres psi tienen un registro de todo aquel que entra o sale. —El centinela enarcó una ceja—. Sascha podría obtener esa información fácilmente.
—No. Dejaría un rastro claro que llevaría hasta ella. —Lucas arrugó el trozo de papel en la mano—. ?Se ha realizado algún reconocimiento in situ?
—Hawke entró. —Los ojos de Clay lo decían todo—. No percibió el olor, pero cree al muchacho. El chico no es de los que suelen inventarse cosas.
Con la vista clavada en el ordenador integrado en una mesa cercana, Lucas tomó una decisión.
—Yo también voy a ponerme manos a la obra con los ordenadores. —Eso le daría algo en lo que ocuparse en lugar de quedarse de brazos cruzados, impotente, mientras Sascha arriesgaba la vida—. Dile a Hawke que le avisaré si consigo algo.
Clay se marchó sin poner objeciones al plan de Lucas. Ambos eran partidarios de conocer al enemigo. En el caso de los psi, eso significaba conocer los sistemas informáticos en profundidad. La raza de los psíquicos dependía de los ordenadores para todo. Era una de sus únicas debilidades físicas.
Pero antes de hacer nada, hombre y bestia tenían que asegurarse de que Sascha estaba bien. Sacó el móvil y marcó su código.
El frío tono de su voz le recibió de inmediato.
—Se?or Hunter. ?En qué puedo ayudarle?
—?Recuerda los detalles que le pedí que supervisara? Tal vez sea mejor que lo posponga.
—?Por qué? ?Acaso no me dijo que necesitaba una respuesta lo antes posible?
—Tenemos indicios de que podría haber una filtración en su equipo. Nos gustaría cambiar ciertos términos para garantizar la seguridad financiera.
No deseaba que ella corriera riesgos si el asesino andaba cerca.
—Le aseguro que nuestra seguridad es infalible. —Sascha se mantuvo en sus trece—. Le ruego que no se preocupe por sus dise?os.
—Preocuparme forma parte de mi naturaleza. Tenga cuidado.
Lucas deseaba poder meter la mano por el teléfono y ponerla a salvo, deseaba mantenerla sana y salva entre los brazos protectores de la pantera.
—Siempre.
Maldijo cuando ella colgó el teléfono. Intentar entrar en el ordenador central de los Duncan no hizo que se olvidara de lo que estaba haciendo Sascha, pero le ayudó a mantener la mente ocupada. Por desgracia, tenía la sensación de que eso era precisamente lo que era: un trabajo infructuoso.
Las respuestas a sus preguntas no se encontraban en un ordenador normal, sino en las inaccesibles cámaras acorazadas de la PsiNet.
Sascha se preguntaba si había entendido correctamente a Lucas. ?Le había advertido que desistiera porque el asesino podría encontrarse en el edificio de los Duncan? Eso debería haberla asustado, pero no era así. Allá adonde iba la distancia física poco importaba y la muerte podría ser más rápida que el tajo del cuchillo de un asesino.
Por primera vez en su vida iba a intentar piratear la PsiNet, muy posiblemente el mayor archivo de información del mundo. Todo psi se conectaba de forma automática a la red al nacer.
No había modo de escapar. Sin embargo, y debido a que los psi eran gente de negocios extremadamente práctica, a todos se les ense?aba a erigir cortafuegos que contuvieran las intrusiones no deseadas.
Los cortafuegos mantenían la gigantesca PsiNet a raya, aislando la mente de los psi.
No obstante, todos los psi volcaban datos en la red y algunos prácticamente vivían abiertos completamente a ella. A estos individuos se les consideraba extremistas. No era ni práctico ni eficiente vivir con información filtrándose dentro de la mente.
Por consiguiente, un cortafuegos resistente se consideraba una se?al de la fuerza de un psi. A nadie le había extra?ado cuando, de ni?a, comenzó a construir los cortafuegos más fuertes que jamás se habían visto. Sus cortafuegos se habían vuelto más sofisticados a medida que crecía.
Era lo único en lo que siempre había destacado, como si sus habilidades protectoras hubieran sido algo innato a ella. Incluso otros psi habían recurrido a ella para que les instruyera. Sascha les había ense?ado mucho, pero se había guardado unos cuantos secretos que, si eran descubiertos, podrían hacer que la arrastraran ante el Consejo.
Aunque la intimidad era algo permitido, e incluso fomentado, la MentalNet era siempre consciente de todos y cada uno de los individuos de la red. Si una mente se desconectaba, el psi era localizado físicamente, y en el cien por cien de los casos, se le encontraba muerto o tan deteriorado que su mente se había retraído como preludio de la muerte. Esas eran las dos únicas formas admisibles de abandonar la PsiNet.
Sascha no había descubierto otro modo de hacerlo, pero sí cómo enmascarar su presencia, cómo moverse por la red sin alertar a la MentalNet. De ni?a había practicado aquel juego de la mente de forma inconsciente, quizá ya sabía que un buen día necesitaría esconderse para no perder la vida. Por aquel entonces no se había aventurado en ningún lugar al que se suponía que no debía ir un ni?o, de modo que en caso de que la hubieran pillado, a nadie se le hubiera ocurrido castigarla por ello.
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