La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(74)



?Patología correspondiente? Aquel ente que previamente había tenido una conciencia individual como la cardinal llamada Sascha se preocupó por aquella elección de palabras tan extra?a.

—?Cómo sabes que no preferirá esconderse hasta que nos demos por vencidos? —inquirió Nikita—. Si es tan bueno ocultando su rastro, se percatará de que le estamos vigilando.

—Todavía no ha matado a la última chica. No creo que sea capaz de parar —adujo Marshall—. Todas nuestras investigaciones sobre asesinos en serie entre la población psi respaldan la teoría de la compulsión.

—?Cuántos más hay activos en estos momentos? —quiso saber Nikita—. Los últimos datos que recibí decían que cincuenta.

—Que nosotros sepamos. Ninguno representa una amenaza como este sujeto desconocido… no cazan víctimas que llamen demasiado la atención. La mayoría escoge como víctima a otros psi, lo que hace que nuestra labor sea considerablemente más fácil.

—?Qué se está haciendo al respecto con ellos? —dijo Henry.

—Se les está sentenciando a rehabilitación por motivos no relacionados y se está manteniendo a aquellos de los que no podemos prescindir. Nos ocuparemos de todos ellos sin alertar a la PsiNet.

—Pero siempre habrá más.

—Esa es la naturaleza de los psi.

La reunión concluyó sin más. Henry abandonó las entra?as de la PsiNet con Shoshanna a su lado. No hablaron hasta que estuvieron dentro de las paredes de su cámara privada.

—?Qué opinas? —preguntó Henry.

—Es un resultado razonable. Podemos ocuparnos de este asunto sin que nadie más lo sepa.

—Los cambiantes sospechan.

—Las sospechas no sirven de nada sin pruebas que las respalden. Nadie ha descubierto a un solo asesino en serie psi desde la primera generación del Silencio. Sabemos guardar nuestros secretos. —La energía de Shoshanna fulguró—. ?Dónde has estado?

—En los archivos históricos.

—?Echando un vistazo?

—Sí. Tenías razón de nuevo; los indicadores están presentes en varios miembros de la extensa familia, pero es el hijo menor quien podría convertirse en un motivo de preocupación.

—Lo hablaremos esta noche. —Se marchó sin mirar atrás.

Henry echó un vistazo al calendario y emprendió el trayecto de vuelta a los archivos.

Esa parte de él que era Sascha emergió a duras penas a la superficie, alarmada al recordar que un rato antes había estado a punto de quedarse atrapada en la cámara.

Tardó unos segundos preciosos en tomar conciencia de su propia mente. Había estado muy cerca de perderse en Henry. Era imperativo que se separara de él antes de que este llegara a la cámara, pero tenía que hacerlo con la misma delicadeza con la que se había fusionado.

De modo que esperó. Casi había llegado a la cámara cuando pasaron junto a un guardia con un chapucero sistema de alarma. Sascha se deslizó de Henry y se pegó a la sombra del guardia. Cuando el hombre completó su ruta circular y llegó al extremo de la zona restringida, se unió a otro guardia. Regresar como un espectro hasta su propia mente le llevó tres horas porque estaba cansada, exhausta por la prolongada inmersión en la conciencia de otra persona.

Finalmente se introdujo sigilosamente detrás de su cortafuegos y volcó dentro de su mente la información recabada. Aquello era igual que soltar una bomba de datos cargada de metralla. Abrió los ojos de golpe y se derrumbó sobre la cama, el corazón le latía a mil por hora. Había demasiada información en su mente, de forma que dejó que esta la procesara mientras permanecía tumbada mirando al techo pensando en lo hambrienta que estaba.

Una ojeada al reloj le confirmó que era bien pasada la hora de cenar. Gru?endo, se acercó al panel de comunicación y comprobó los mensajes. Había uno de Lucas. Su aspecto se ajustaba al depredador que era, las marcas de su rostro resaltaban en la tibieza de su piel dorada.

—Se?orita Duncan, si dispone de tiempo esta noche me gustaría discutir un asunto relativo al cambio del dise?o. Estaré en nuestro lugar de encuentro previo.

Ahí terminaba el mensaje. Nadie que pudiera escucharlo encontraría nada extra?o en él. Los ejecutivos solían dejar mensajes poco precisos constantemente. Solo ella percibía la preocupación que reflejaban aquellos felinos ojos verdes, solo ella sabía que había llamado después de que no se hubiera puesto en contacto con él tras un razonable lapso de tiempo, solo ella ansiaba ir a su encuentro.

Un vistazo al espejo le mostró que su aspecto era del todo aceptable. Nadie que la viera habría adivinado la confusión que bullía en su interior. Una vez tomó la decisión, se acercó de nuevo al panel para devolver la llamada, pero cambió de opinión acto seguido.

No tenía sentido alertar a cualquiera que estuviera vigilando sus andanzas.

Tenía el corazón en un pu?o ante la idea de que Lucas se preocupara, pero sabía que le habría dicho que hiciera exactamente lo que estaba haciendo.

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