La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(75)
Cambió la ropa cómoda que llevaba puesta por un austero traje de pantalón negro y una camisa blanca. Era el uniforme del psi y no se podía permitir el lujo de destacar.
Armada de ese modo, abandonó su apartamento. Y estuvo a punto de chocarse de frente con Enrique. De no haberse pasado la vida entera guardando secretos, la impresión podría haber hecho que se quebrara su caparazón.
—Consejero. ?En qué puedo ayudarle? —Cerró la puerta de su casa a modo de indirecta sutil.
Los ojos oscuros del hombre inspeccionaron su atuendo.
—?Una reunión tardía?
—Sí.
Las reuniones pasadas las nueve no eran algo inusual.
—Me gustaría hablar contigo. Ahora sería un buen momento. —Era una orden disfrazada de solicitud.
—A mi madre no le agradaría que me perdiera esta cita.
Por cercanas que fueran las posturas de Nikita y Enrique en asuntos del Consejo, la madre de Sascha no tenía aliados por los que estuviera dispuesta a sacrificar dinero y poder.
Las estrellas blancas de los ojos de Enrique centellearon de un modo que a Sascha le resultó perturbador.
—No te apresures demasiado en rechazar una proposición de ascender.
Creía que el consejero había renunciado a lanzarle ese se?uelo. ?Hasta qué punto la creía estúpida?
—?Qué me está ofreciendo? —preguntó en lugar de echarse a reír en su cara.
—Eso es lo que deseo discutir. Podemos hacerlo en la privacidad de tu apartamento.
A Sascha se le erizó el vello de la nuca. No era ningún secreto que los psi de mayor edad se llevaban a los miembros con talento arrebatándoselos a sus familias, pero había algo turbio en la propuesta de Enrique. Estaba demasiado impaciente por estar a solas con ella, y a Sascha le aterraba saber el motivo.
—Como he dicho, consejero, debo rehusar. —Miró su reloj—. He de marcharme si quiero llegar a tiempo.
Enrique inclinó la cabeza y se apartó de su camino.
—Harías bien en hacerme un hueco, Sascha. La mayoría de los cardinales jóvenes matarían por estar en tu lugar.
La muerte era precisamente lo que temía que él le estuviera ofreciendo.
—Se?or. —Mantuvo un tono formal, pero esa única palabra era un adiós.
Sascha pudo sentir sus ojos en la espalda durante todo el pasillo. Enrique sabía algo, era obvio que podía oler la imperfección en ella y que estaba decidido a sacarla a la luz.
Lo que no entendía era por qué le estaba prestando tanta atención en un momento en que el Consejo centraba sus esfuerzos en descubrir la identidad de un asesino en serie.
?Sería posible que sospechara que ella estaba confabulada con los cambiantes?
Cuando subió al ascensor y se volvió hacia las puertas que se cerraban, Sascha vio que él la miraba desde el fondo del pasillo. Recordó tardíamente que Enrique estaba considerado el mejor estratega territorial de la PsiNet.
Era un maestro en tender trampas.
Lucas casi había hecho un surco en el suelo de tanto pasearse de un lado para otro.
Eran más de las diez de la noche… ?Dónde estaba Sascha? Si alguien se había atrevido a hacerle da?o lo destriparía a zarpazos. Sintió un movimiento a su espalda.
—?Qué sucede, Nate?
—Todo el mundo está a salvo. Cachorros, madres, ancianos o heridos han sido todos trasladados. Les he dicho a los centinelas, a los soldados y a los menores de mayor edad que la próxima alerta significa la guerra.
Lucas había dado esa orden después de que Sascha hubiera despertado de su estado de inconsciencia.
—?Cuáles son los ánimos del clan?
—Nadie está cómodo con que una psi tenga conocimiento de nuestra casa franca, pero te apoyarán decidas lo que decidas. —Puso la mano sobre el hombro de Lucas—. Te has ganado su lealtad. Te seguirán al mismísimo infierno si se lo pides.
Lucas se giró y miró al hombre a la cara.
—Eso es lo que temo. —En aquel momento todos sus instintos se pusieron alerta—. Ella está aquí.
Pasó junto a Nate y salió corriendo por la puerta trasera justo cuando el coche de Sascha se detenía suavemente detrás de la casa.
Cuando bajó del vehículo, su aspecto era tan frío como el de una estatua. Salvo que él había mirado dentro de esa máscara de piedra. Consciente de que el área estaba a salvo de ojos curiosos, se acercó a ella y la estrechó entre sus brazos. Sascha se puso tensa y luego le devolvió el abrazo tentativamente.
—He tenido mucho cuidado. Nadie me ha seguido hasta aquí.
—Podemos hablar dentro. —Se separó de ella y la condujo al interior de la casa, donde su clan y él podrían mantenerla a salvo.
Dorian y Kit habían entrado corriendo en la habitación cuando él salía y ahora estaban allí con Tamsyn y Nate. A pesar de haber visto antes a Sascha, todos los machos parecían asombrados por el abrazo que habían presenciado. Ignorándolos por el momento, Lucas hizo que Sascha se sentara en una silla, capaz de sentir su agotamiento.
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