La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(66)
—?Cómo sabemos que no has estado haciendo justo eso? —exigió saber una voz femenina desde la entrada.
Sascha se enfrentó a la mirada hostil de Rina.
—No lo sabéis. No tenéis modo de rastrear la PsiNet.
La rubia se quedó inmóvil al lado de Dorian.
—?Nada de mentiras, psi? —Sus ojos se desviaron nerviosamente hacia Lucas mientras hablaba.
El alfa apretó la mano de Sascha.
—?Estás cuestionando mi juicio, Rina?
—?Estás seguro de tenerlo? —replicó con voz desafiante—. ?Has traído a una psi a nuestra casa franca sabiendo que era un topo!
—Cállate, Rina —le ordenó Dorian con aspereza.
La mujer apretó los pu?os.
—?Qué? ?Ya no se me permite hacer preguntas?
Lucas soltó a Sascha.
—Existe una fina línea entre hacer preguntas y extralimitarse.
—Tengo derecho a saber qué está pasando.
Los ojos de Rina se clavaron en Lucas, habiendo perdido el interés por Sascha. Todos sabían quién era la persona más peligrosa de la habitación y esta estaba centrada únicamente en Rina.
—No, no lo tienes. —Su respuesta carecía de la menor piedad—. Se te nombró soldado a principios de a?o. Tu rango es tan inferior que ni siquiera deberías ser parte de esta conversación.
Sascha se quedó pasmada al escuchar aquella categórica declaración. Nunca había visto a Lucas mostrarse tan autocrítico, rayando casi la crueldad. Sin duda había herido a Rina donde más le dolía: en su orgullo. Mientras seguía observando, Dorian se colocó a un lado de su alfa. Rina se quedó sola.
—Lucas —comenzó Rina con la voz temblorosa—, ?por qué me tratas así?
—Porque me has demostrado que ser blando contigo es un error. —Le tomó la barbilla con los dedos—. No te has ganado el derecho a hablarme como acabas de hacerlo. ?Lo entiendes?
A Rina se le llenaron los ojos de lágrimas. Por primera vez, Sascha se dio cuenta de lo joven que era la mujer, un hecho que había enmascarado con su osadía. Compadeciéndose de ella, intentó acercarse, pero la mirada furibunda de Lucas la detuvo cuando estaba a punto de dar el primer paso. Acto seguido, él se volvió de nuevo hacia Rina.
—Eres un soldado raso —repitió—. Tu trabajo es cumplir órdenes. Dorian, ?dónde debía estar Rina?
—Montando guardia en el flanco izquierdo de la casa con Barker. —El tono del centinela era ostensiblemente más duro que el de Lucas, como un látigo restallando de furia.
—Así que ni siquiera puedes acatar órdenes. —Lucas soltó a la muchacha—. ?Acaso crees que te hemos asignado allí por diversión?
Rina negó con la cabeza en silencio. Sascha podía sentir la humillación y la conmoción que emanaba de la joven. Eso por sí solo le indicó que ninguno de los hombres le había hablado antes de ese modo.
—Creo que ya es suficiente —dijo incapaz de seguir callada por más tiempo.
—Mantente al margen. —Las cicatrices se marcaban con nitidez en el rostro de Lucas—. Es un asunto del clan.
El dolor que sintió al ser excluida fue desproporcionado.
—?De verdad soléis gobernar mediante la humillación?
—No estamos en el mundo perfecto y estéril de los psi. La crueldad es necesaria en ocasiones. —Fijó la vista nuevamente en Rina—. No es la primera vez que has desobedecido una orden directa. Si tanto ansias ser independiente, dejaré que te marches de DarkRiver.
Rina sacudió la cabeza.
—No —susurró.
—Entonces haz el trabajo que tienes que hacer. —Miró a Dorian—. Desde ahora, está bajo tu mando. No te acuestes con ella como hizo Barker. Es obvio que eso ha afectado a su capacidad para tratarla como a un soldado.
—No te preocupes. Las ni?as mimadas no son mi tipo.
Sascha vio que el rostro de la muchacha enrojecía y que el labio inferior comenzaba a temblarle.
—Parad, los dos.
—Dorian, llévate a Rina y cierra la puerta al salir.
Sin mediar más palabra, los dos leopardos se marcharon. Sascha esperó hasta que la puerta estuvo cerrada para decir lo que pensaba:
—?Cómo puedes hacerle eso? No ha dicho nada tan grave como para merecer que hayáis herido su orgullo.
—Cuestionó mi autoridad.
Lucas apretó los dientes cuando alargó la mano hacia su rostro y ella se apartó.
—?Nadie tiene derecho a hacerlo? ?Estás exento de todo escrutinio?
—Hay hombres y mujeres en este clan que han derramado su sangre por mí, que han cumplido órdenes y se han aventurado en territorio peligroso sin pensarlo dos veces. Ellos se han ganado el derecho a decir lo que piensan sobre mí. —La ira centelleaba en sus ojos verdes—. Vaughn, Clay, Mercy, Tammy, Dorian, Nate, Desiree, Cian, Jamie e incluso el imbécil de Barker son algunos de los que tienen el derecho a cuestionar mis decisiones. Rina no.
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