La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(57)



Ninguno mencionó a Dorian. Después de su violenta crisis, había estado actuando con una normalidad que resultaba espeluznante. Todos temían que fuera a saltar cuando menos se lo esperasen.

—?Qué era lo que querían conseguir? —Sascha levantó la cabeza para enfrentarse a la mirada de Lucas—. ?Dos cambiantes contra toda la raza psi? Habría sido un suicidio.

—La lógica y el amor no van necesariamente de la mano —dijo observando cómo los ojos de Sascha seguían el contorno de las cicatrices en forma de zarpazos de su rostro. A diferencia de la mayoría de las personas ajenas a los cambiantes, a ella nunca le habían parecido repulsivas las marcas de aspecto violento. En más de una ocasión la había pillado mirándolas como si le fascinaran. Tampoco había olvidado el modo en que las había acariciado en sus sue?os—. Estaban sufriendo porque no podían proteger a su hermana… es comprensible su necesidad de atacar.

Lucas apreciaba su situación como solo podía hacerlo alguien que hubiera pasado por ello. Los a?os esperando a que su cuerpo se fortaleciera para poder reclamar venganza habían sido una tortura atroz, lenta y aparentemente interminable.

—?Qué harían los psi en una situación como esta? —preguntó Tamsyn.

Sascha se tomó su tiempo para responder:

—No existe el amor en el mundo de los psi, de modo que se impondría la lógica. —Sus palabras eran categóricas, pero sus ojos la delataban. No sabía cómo, pero había aprendido a leer aquellos ojos estrellados, a interpretar la inquietante tristeza que titiló en ellos durante un milisegundo antes de preguntar—: Tamsyn, ?puedo utilizar tu casa durante unas horas esta tarde?

Lucas empujó su plato con el estómago encogido a causa de la excitación. Sascha iba a explorar la PsiNet.

—Claro. Aunque puede que haya gente entrando y saliendo.

—Necesito un cuarto donde nadie me moleste.

—Puedes utilizar uno de los cuartos de invitados de arriba. La mayoría de las visitas se quedan abajo. —Tamsyn se levantó para ir a por las tartaletas. Mientras las colocaba en la mesa sonó el timbre de la puerta—. Iré a ver quién es.

Lucas posó la mano sobre la de Sascha una vez que la sanadora abandonó la estancia.

—?Vas a intentar explorar la red?

Ella asintió y retiró la mano lentamente.

—No puedes estar aquí.

—?Por qué no?

—Porque tu presencia me distrae. —Su expresión le desafió a que dijera algo al respecto.

La pantera rugió jactanciosa. El hombre no se apaciguó tan fácilmente.

—No pienso dejarte desprotegida.

—Si activo alguna alarma silenciosa, no podrás protegerme —dijo sin andarse con rodeos—. Mi mente será gelatina antes de que sepas siquiera que algo ocurre.

Lucas apretó los dientes.

—Entonces no entres. —La respuesta fue instintiva… ni siquiera pensó en la pérdida de los SnowDancer.

—No te preocupes. Solo voy a registrar los archivos públicos. No pasará nada. —Miró por encima del hombro cuando Tamsyn entró de nuevo en la cocina.

—Creo que no os conocéis oficialmente —comentó la sanadora—. Rina, Sascha. Rina es la hermana de Kit.

Cuando Lucas se volvió, vio a Rina saludar a Sascha con una inclinación de cabeza antes de que la curvilínea rubia se acercara para rodearle el cuello con los brazos por detrás y frotarse contra su mejilla. A pesar de que Rina era una mujer profundamente sexual, su caricia pedía consuelo. Nunca había intentado seducirle, pues era lo bastante joven (veintiún a?os en esos momentos) como para haberle tratado siempre como a su alfa en vez de como a un hombre atractivo.

Lucas volvió la cabeza y le rozó los labios con los suyos, acariciándole el brazo en un gesto tranquilizador. No era mucho, pero la ayudó. Rina le soltó y se sentó en la silla de al lado. Lucas echó una mirada a Sascha para ver cómo se había tomado el contacto. Su rostro no mostraba la más mínima expresión, y eso le indicó que debía de estar ocultando algo muy intenso.

Centró nuevamente la atención en Rina.

—?Qué sucede?

—Kit ha desaparecido.





13


—?Qué? El asesino no había raptado a un varón antes

—No, no, no se trata de eso —protestó Rina—. Solo se ha marchado en coche a Big Sur con otro par de jóvenes y no consigo contactar con ellos. Creo que Nico y Sarah le acompa?an.

—?Cuándo se marcharon?

A primera hora de la ma?ana había entrado en vigor la prohibición de viajes no autorizados.

—Antes —respondió Rina mirando a Sascha.

Normalmente la ausencia de los tres muchachos no habría sido un motivo de preocupación. Los jóvenes eran considerablemente díscolos, pero Lucas sospechaba que el repentino viaje de Kit estaba relacionado con haber presenciado la crisis de Dorian. El chico idolatraba al centinela latente como a un héroe.

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