La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(60)



Lucas se volvió hacia Dorian.

—?Conocemos el paradero de todos?

—Sí. Algo más de la mitad de los ni?os ya están de camino a un lugar seguro.

—Comenzaremos a trasladar a los cachorros y a las mujeres vulnerables que quedan ma?ana por la ma?ana. —Las mujeres soldado como Rina se quedarían. La mayoría eran mucho más letales que los machos beta—. Continúa diseminando a los ancianos entre los evacuados.

Sus mayores se asegurarían de que las tradiciones de los DarkRiver se transmitieran de unos a otros pasara lo que pasase.

—?Por qué esperar hasta ma?ana? —Nate se inclinó hacia delante.

—Si los trasladamos en masa podríamos alertar a los psi de que algo pasa.

—?Y qué hay de Sascha? —inquirió Dorian—. ?Va a ayudarnos?

Lucas miró al centinela tratando de juzgar si estaba en realidad tan sereno como parecía. Solo unos días antes había estado dispuesto a destripar a Sascha sin pensarlo dos veces.

—Lo está intentando, pero tenemos que hacer planes poniéndonos en lo peor.

—Que ella fracase y aparezca el cadáver de Brenna. —Nate se mesó el cabello, que comenzaba a mostrar algunas canas—. Si eso sucede, nada de lo que Sascha pueda haber encontrado servirá.

Tamsyn se aproximó y posó la mano en el hombro de su compa?ero para darle su apoyo en silencio.

—Yo no quiero eso. —El tono de Dorian era cortante como el filo de una espada—. Quiero la cabeza del asesino. No bastará con arrancarles la cabeza a algunos psi al azar.

—No —convino Lucas.

—He hablado con Riley y con Andrew. —Los ojos de Dorian se llenaron repentinamente de una angustia tal, que dolía físicamente—. Les he convencido para que se mantengan lejos de los psi y nos den tiempo para encontrar a su hermana. Me han hecho caso.

La terrible razón quedó sin expresar.

Lucas no comentó nada al respecto de que Dorian hubiera entrado él solo en territorio SnowDancer.

—Entonces nos quedan unos días de gracia. Pongamos a salvo a nuestra gente y esperemos que Sascha pueda encontrar lo que necesitamos.

Su preocupación por ella pugnaba con su necesidad de proteger a su clan, pero sabía que la decisión no estaba en sus manos: Sascha no era una mujer que aceptara órdenes suyas.

—?Confías en ella? —preguntó Nate.

—Sí. —Ya no había dudas. Lo sabía.

El centinela le miró fijamente y acto seguido colocó la mano sobre la mesa, con la palma hacia arriba.

—Entonces estoy contigo. Por el clan.

Tamsyn se abrazó al cuello de su compa?ero, expresando con los ojos su consenso.

Dorian colocó la mano sobre la de Nate en la misma posición.

—Por el clan.

Lucas puso la suya sobre las de los centinelas, con la palma hacia abajo, y todos se estrecharon las manos.

—Por el clan.

A Sascha le temblaban los dedos. Metió discretamente la mano izquierda en el bolsillo y se enfrentó a la mirada de Enrique por encima de la mesa que los separaba. El consejero la había estado esperando, acechando.

En cuanto entró en el edificio Duncan, los ordenadores le habían informado de que solicitaban su presencia en el despacho de Nikita.

Aterrada de que alguien se hubiera percatado del verdadero propósito de su búsqueda en la red, se había encontrado con Enrique al entrar, sentado en la silla de su madre, con Nikita de pie a su lado. Que sus escudos no hubieran dejado traslucir su miedo era una prueba de su fuerza. No obstante, el temblor de sus manos se negaba a remitir.

—Nikita me ha dicho que apenas has realizado progresos obteniendo información sobre los cambiantes.

Una reprimenda sutil. Enrique no estaba acostumbrado a esperar por nada ni por nadie.

—Nada significativo —respondió Sascha.

Esa tarde le había preguntado a Lucas qué podía contarle al consejero sin que representara un peligro para ellos, revelando así que la intención del Consejo había sido que actuase como espía para ellos. Aunque ella sabía que Lucas ya debía de haberlo supuesto.

Tal y como le había dicho a Enrique, los cambiantes no eran estúpidos. Lucas no la había reprendido, sino que se había limitado a darle lo que necesitaba.

—He descubierto que tienen la habilidad de transformarse desde la infancia. —Eso no era ningún secreto, lo que sucedía era que la mayoría de los psi no se había molestado en observar.

Enrique se inclinó hacia delante.

—Cualquier cosa es útil.

—Aparte de eso, lo único que podría resultarle útil es que los distintos clanes cambiantes no están tan aislados como creemos. —Aquella información era también de dominio público—. Cuando los jóvenes alfas abandonan un clan establecido para formar uno propio, normalmente mantienen los lazos de amistad con su grupo madre.

—Excelente, Sascha. Eres la primera psi que ha logrado acercarse tanto a los cambiantes desde hace más de un siglo. Tu cooperación nos ayudará sustancialmente a modificar información obsoleta.

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