La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(56)
No había sentido esa emoción en aquel extra?o y fugaz momento en que se había visto aparentemente arrastrada al mundo de Brenna, pero ?qué otra cosa podía impulsar a un ser a atacar a otro con semejante brutalidad?
—él no sabe lo que es la rabia.
Se volvió para mirar a Lucas sin sentirse asustada por su manifiesta sed de sangre.
Había algo decente en ello, algo real.
—Nadie que sienta las cosas siniestras que debe sentir él será capaz de ocultarlo eternamente. Estallará tarde o temprano.
Los ojos de Lucas eran dos duros cristales verdes.
—Por el bien de todos, más vale que sea pronto. El tiempo corre.
Tamsyn tenía los nervios de punta.
—Echo de menos a mis cachorros —le dijo a Lucas en cuanto este entró.
él la abrazó intentando conferirle parte de su fuerza. Sascha se mantuvo en silencio a su lado, pero Lucas sintió el cosquilleo en la base de su nuca. Se percató de que era una sensación casi constante cuando estaba con ella, tanto que apenas se había fijado en ello.
Un aura de energía psi de baja intensidad en constante uso emanaba de Sascha.
?Qué tramaba su psi? A pesar de su infructuoso intento de traición, no sospechó de inmediato. La pantera le decía que ella no representaba ningún peligro, y el instinto de la bestia nunca se había equivocado. Tamsyn inspiró profundamente y le soltó tras varios minutos.
—?Mejor? —preguntó retirándole el cabello de la cara.
Cada vez que miraba los ojos de la sanadora, su corazón se rompía un poquito y volvía a recomponerse. Ella era un constante recordatorio de la madre que había perdido, pero también de la bondad de Shayla.
Tamsyn asintió.
—He obligado a Nate a que fuera a trabajar. El muy tonto. —Con eso, se volvió para dirigirse a sus dominios: la cocina.
Sascha esperó hasta que Tammy se alejó lo suficiente para que no pudiera oírlos.
—Si estar lejos de sus cachorros le produce tanta ansiedad, ?por qué dejó que se marcharan?
—Mostrarse excesivamente protector no es bueno para los cambiantes depredadores.
él había sido culpable de cometer ese error, sobre todo en los meses que siguieron a la muerte de Kylie. La necesidad de mantener a salvo a su gente, de no perder nunca más a ninguno, había amenazado con asfixiarle. Lucas se había contenido antes de haber causado da?os irreparables, pero era un defecto contra el que debía luchar todos los santos días.
—Tamsyn no parece sobreprotectora. De hecho, parece muy dispuesta a dejarlos explorar por su cuenta.
—Solo la has visto con ellos una vez.
Pero Sascha no se equivocaba en su juicio. Tammy era la única que le había criticado duramente por su comportamiento con los jóvenes. Sin embargo, no podía contarle eso a Sascha. Una cosa era confiar en lo que el instinto le decía sobre ella y otra muy distinta poner la vida de cachorros ajenos en sus manos. Aún no se había ganado ese grado de confianza.
Era la decisión correcta para un alfa, pero quizá la había tomado porque aún le enfurecía que ella hubiera pensado en traicionarle.
—?Qué es lo que huele tan bien? —preguntó entrando en la cocina.
Tammy terminó de colocar los servicios.
—Pastel de pollo, con tartaletas de fresas de postre.
—No tenías que tomarte tantas molestias —dijo Sascha, y aunque las palabras sonaban rebuscadas, Lucas sabía que el sentimiento era sincero.
Para su sorpresa, también lo sabía Tamsyn. Rozó fugazmente la mano de Sascha de forma consoladora.
—Cocinar me relaja… quizá sea parte de ser una sanadora. Si no le ayudas a comer mis guisos, Nate empezará a acusarme de intentar cebarle.
Lucas retiró una silla, pero en vez de aceptarla, Sascha rodeó la mesa y se acomodó en otra. Qué mujer tan terca.
—?Nos acompa?as, Tammy?
—Sí. —Se quitó el delantal y ocupó la cabecera de la mesa, con Lucas a su derecha y Sascha a la izquierda—. Me siento rara sentada aquí… este es el sitio de Nate.
Ese era el motivo por el que Lucas no lo había ocupado. Tal vez fuera el alfa, pero estaba en la casa de un miembro del clan y, allí, Nate se consideraba el alfa. Era posible que Tamsyn discrepara, pensó Lucas con una sonrisa disimulada, pero dejaba que su compa?ero creyera lo que gustase porque le amaba.
La sanadora comenzó a hablar mientras atacaban la comida:
—No puedo dejar de pensar en esa pobre chica… Brenna. —Dejó el tenedor—. Seguramente le esté haciendo da?o ahora mismo. Y nosotros estamos aquí sentados sin hacer nada.
Fue Sascha quien dijo lo correcto:
—No pienses de forma tan negativa, o estarás llamando al mal tiempo. Deja a un lado la ira y el dolor y piensa con la cabeza. Quizá descubras un modo de ayudarla.
Tamsyn la miró durante largo rato.
—Eres más de lo que aparentas, ?verdad?
—No, no lo soy. —Sascha clavó la vista en la comida.
—Se dice que los SnowDancer están a punto de estallar —comentó Tamsyn sin quitarle los ojos de encima—. He oído que tuvieron que sujetar a los hermanos hasta que recobraron el juicio y dejaron de hablar de cortarles la cabeza a los psi.
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