La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(20)
—Saca la pata de donde la has metido —le dijo Lucas procurando no sonreír—. Los cambiantes son diferentes de los psi, Sascha. A nosotros nos gusta que las cosas sean solo nuestras, que sean únicas. —Se enfrentó a sus centelleantes ojos oscuros y se preguntó si ella sentía lo mismo que él. Era como si estuvieran conectados por un fino cable que vibraba porque ambos eran muy conscientes de la presencia física del otro, algo que ninguno de los dos deseaba reconocer—. No nos gusta compartir.
Y a Lucas menos que a nadie. Lo que era suyo, era suyo.
—Entiendo. —Guardó silencio durante un instante— ?Retrasará esto el plazo de finalización del proyecto?
—No. Hemos tenido eso en cuenta.
Lucas indicó a Zara que prosiguiera.
—Dado que esta área está controlada por los leopardos y los lobos, he dise?ado las casas pensando en ellos principalmente. —Zara se?aló los amplios espacios habitables y los fáciles accesos tanto estando en forma humana como en forma animal—. Pero tengo algunos planos para especies no depredadoras.
—?Qué posibilidades hay de que quieran instalarse con los felinos y los lobos?
Una vez más, su pregunta denotaba una perturbadora comprensión de la situación.
—Esa es la cuestión —repuso Zara—. Son muy escasas. Es decir, nosotros no atacamos a los cambiantes no pertenecientes a especies depredadoras sin que medie provocación alguna, pero si eres un ciervo, ?te gustaría tener como vecino a un leopardo al que una noche podría entrarle hambre?
Aquello era típico humor negro cambiante. Kit esbozó una amplia sonrisa.
—?am, ?am. Me encantan las brochetas de ciervo.
Sascha le miró como si fuera un bicho raro. El joven no se inmutó, cosa que le honraba, e incluso trató de sonreír de nuevo. La respuesta de Sascha fue cerrar los ojos durante tres segundos. Cuando los abrió de nuevo, dijo:
—Me han otorgado autoridad para vetar o aprobar los dise?os. Por favor, ensé?eme los que crea que puedan funcionar mejor. —Y antes de que Zara pudiera hablar, formuló otra pregunta—: ?Qué probabilidades hay de que los lobos y los leopardos convivan pacíficamente? No quiero malgastar dinero construyendo para los lobos si no van a acercarse a los leopardos y viceversa.
Aquello era realmente atípico. Lucas sabía que debía empezar a tener cuidado con aquella esbelta psi que pensaba de un modo alarmantemente demasiado parecido al de un cambiante.
—Hemos establecido una tregua que nos permite convivir sin que haya derramamiento de sangre —intervino él—. El grueso de los residentes será leopardos, pero habrá una cifra de lobos lo bastante numerosa como para que valga la pena tenerlos en cuenta a la hora de hacer los dise?os. Hay escasez de viviendas para ambas especies.
El motivo era que los psi poseían gran cantidad de promotoras inmobiliarias y que estas construían los cuchitriles a los que había aludido Kit: viviendas peque?as y compactas en las que ningún depredador que se preciase querría vivir. La familia Duncan había sido pionera en comprender la necesidad de la participación de los cambiantes en las fases iniciales de un proyecto. Para atraer a los cazadores, a los animales de presa, había que pensar como ellos.
Zara eligió aquel momento para hablar:
—Este es el dise?o que me gusta para los felinos y este otro para los lobos. —Colocó dos planos muy básicos sobre la mesa—. A partir de estos esbozos, voy a realizarlos teniendo en cuenta el terreno, las vistas y las tendencias. Para algunas casas, comenzaré desde cero a fin de adaptarme a la personalidad del cliente.
Sascha estudió los dise?os.
—Para hacer eso tendrías que saber quién va a ser el comprador.
—Ya tenemos una lista de espera de posibles compradores. Su dinero está depositado en nuestra cuenta consignataria. —Lucas observó los ojos de Sascha cuando esta levantó la vista y captó un fugaz centelleo en las estrellas que los iluminaban.
Tenía ganas de decir ?Sorpresa, sorpresa, nena?.
—?Qué?
—Es el primer proyecto urbanístico que está siendo dise?ado y construido por cambiantes. —Lucas se encogió de hombros, plenamente consciente de que eso hacía que la musculatura se le marcase bajo la camiseta. Como a cualquier felino, le gustaba que le admirasen, pero esta vez fue un intento deliberado por hacer que Sascha reaccionara.
Ella apartó la vista.
—Así que ya sabías que cumplirías tu parte del trato cuando negociamos la gratificación.
—Por supuesto.
—Me considero vencida. —Pero cuando la miró, Lucas vio de todo en sus ojos salvo sumisa aceptación.
Menos mal que nunca le habían gustado las presas fáciles.
5
Sascha regresó al edificio Duncan e hizo una visita rápida a su apartamento antes de subir hasta el despacho de su madre. Había comenzado a reparar las fisuras de sus escudos internos en cuanto abandonó la sede de los DarkRiver, y cuando entró en la oficina, su corazón estaba aprisionado en unos escudos tan poderosos que no revelaba nada, ni siquiera cuando se encontró a Santano Enrique acomodado en la estancia con Nikita.
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