La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(19)



—Kit trabaja a tiempo parcial como ayudante. Zara es la arquitecta que está realizando el dise?o —dijo despojándose de la chaqueta.

Justo cuando pronunció su nombre, una mujer de baja estatura, con piel color moca y ojos grises, entró por la puerta situada detrás de ellos. Sascha se movió de inmediato para evitar el contacto, pero lo hizo de forma muy discreta, por lo que ni Zara ni Kit repararon en ello.

—Siento llegar tarde —repuso Zara—. La fotocopiadora se ha atascado.

Llevaba varias copias enrolladas de los planos en los brazos. Lucas la ayudó a colocarlas sobre la mesa circular y, acto seguido, indicó a todos que tomaran asiento.

Sascha se sentó a la izquierda de Lucas, con Zara a su derecha y Kit al otro lado de la arquitecta. Lucas se había percatado de que Sascha había mirado en varias ocasiones a la morena desde que esta entrara en la sala y, al parecer, también Zara se había dado cuenta.

—Si trabajar conmigo le supone algún problema, dígamelo ahora. —La arquitecta no era de las que se andaba por las ramas.

Sascha no reaccionó a nivel físico, pero Lucas estaba seguro de olfatear su confusión.

—?Por qué iba a suponerme algún problema trabajar con usted? ?Acaso es incapaz de hacer su trabajo?

—Puedo desempe?ar mi trabajo perfectamente —masculló Zara—. A algunas personas no les gusta que mi piel sea más oscura.

—Esa reacción se basa solo en las emociones humanas. Yo no soy humana. —Sascha se levantó la manga de la chaqueta—. Si eso la tranquiliza, compruebe que yo también tengo la piel… oscura.

El hermoso e intenso tono miel de su piel parecía resplandecer con la luz artificial.

Lucas sintió que la bestia que moraba en Kit se revolvía, y no podía culpar al muchacho por desear tocarla. La piel de Sascha era una invitación para los sentidos, y ahora que ya la había acariciado, se dio cuenta de que se moría de ganas por hacerlo otra vez.

Zara se echó a reír.

—Si no le molesta mi color de piel, ?por qué no deja de mirarme?

—No estoy segura, pero no parece ser un leopardo.

Lucas se quedó paralizado. Era completamente imposible que un psi hubiera percibido eso. Ni hablar. Olfatear a otro animal era un rasgo propio de los cambiantes.

?Qué clase de psi era Sascha? ?Había introducido a una espía en su mundo mientras trataba de infiltrarse en el de ella?

Zara no respondió hasta que el alfa no le dio permiso con una sutil inclinación de la cabeza.

—No lo soy. Soy una prima lejana… una gata montesa.

—Entonces, ?por qué trabaja en una empresa de leopardos?

—Porque es la mejor —respondió Lucas atrayendo la atención de Sascha de nuevo sobre su persona.

En parte porque la creía demasiado peligrosa como para dejar que otro lidiara con ella, pero también porque no le gustaba que nadie que no fuera él despertara su fascinación.

Dada su naturaleza posesiva, aquello podía resultar un problema. Y de los grandes.

—?Necesitó tu permiso para trabajar aquí?

Había un motivo por el que los cambiantes no revelaban información a los psi: la supervivencia. No obstante, ese detalle era de dominio público.

—En cuanto la convencí para que se uniera a nosotros, tuve que garantizar su seguridad.

Para ello había tenido que ?adoptarla? en el clan de los DarkRiver durante el tiempo que se alargase su estancia. Estaba marcada con su olor y el de sus centinelas para que enemigos y amigos por igual supieran a quién pertenecía.

Si no hubiera sido así… Los cambiantes tenían sus motivos para andarse con mucho cuidado de no adentrarse en áreas controladas por otros depredadores. Los agentes de la ley no tenían jurisdicción en las disputas internas entre cambiantes, y la forma en que estos solventaban sus diferencias podía ser salvaje.

En ocasiones, eso les colocaba en una posición de desventaja en términos financieros, pues los psi podían actuar con mucha mayor celeridad. Pero las cosas quedaban equilibradas al final; a diferencia de los psi, ellos tenían claro quién era su enemigo. No había pu?aladas por la espalda. Su raza prefería lanzarse directamente a la yugular.

—Veamos los dise?os, Zara —dijo con el deseo de desviar a Sascha del tema.

Casi toda su raza creía que los cambiantes eran seres inferiores que, de algún modo, se habían abierto paso con u?as y dientes hasta conseguir poder suficiente para contener a los psi. Lucas no había conocido a ninguno que pareciera respetar sus costumbres lo bastante como para desear aprenderlas. ?Era simplemente curiosa por naturaleza o era la vanguardia de una invasión sutil que se dedicaba a subir a la PsiNet cuanto averiguaba?

Zara desplegó uno de los planos.

—Este es el dise?o de la primera vivienda.

—?La primera? —preguntó Sascha—. ?No van a ser todas iguales?

Kit la miró fijamente.

—Por supuesto que no. ?Quién querría vivir en un lugar tan aséptico? Sería igual que un montón de esos cuchitriles en los que viven los psi… —Se puso como un tomate cuando de pronto pareció darse cuenta de con quién estaba hablando.

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