La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(23)
—He seguido a la madre de tu psi. —Vaughn cruzó la estancia y se apoyó contra la pared junto a la puerta, con su cabello ambarino recogido en una coleta baja. Era evidente que se trataba de un depredador. Lo que la mayoría de la gente no imaginaba era que no era un leopardo, sino un jaguar.
Adoptado por los DarkRiver hacía más de dos décadas, con apenas diez a?os, era el mejor amigo de Lucas y, posiblemente, el único macho capaz de mantener unido al clan si este moría a pesar de que, para los leopardos, no portaba el olor de un alfa.
Los jaguares se habían mantenido fieles a sus raíces animales: eran solitarios en su mayoría y no se atenían a las jerarquías. Pero Vaughn se había criado como un leopardo y Lucas le consideraba otro alfa. Un alfa que le había jurado lealtad por decisión propia. Era, además, uno de los tres centinelas que habían estado presentes la noche en que Lucas había te?ido la luna de sangre con su venganza. El jaguar tenía diecisiete a?os por aquel entonces.
—No me gustaría encontrarme a Nikita Duncan en un callejón oscuro. —La expresión en los ojos de Vaughn decía que no bromeaba.
Lucas enarcó una ceja.
—?Qué has averiguado?
—Ha conservado su asiento en el Consejo durante más de una década porque los demás psi, incluso los cardinales, le tienen pavor. La mujer es una telépata muy poderosa.
Se cruzó de brazos dejando a la vista el peque?o tatuaje que llevaba en el bíceps derecho. Una reproducción de las marcas que Lucas tenía en el rostro, una muda declaración de en quién había depositado su lealtad. Todos los centinelas habían seguido el ejemplo del jaguar, aunque Lucas no se lo había pedido. Lucas llevaba en la parte superior de su brazo la imagen de un leopardo al acecho, la promesa de un alfa a su manada.
—Eso no es tan extra?o como para que asuste a la gente —se?aló Dorian. No había nada en él que indicase que era latente y todos habían aprendido a no mofarse de ello, porque cuando Dorian mordía, uno no sobrevivía.
—No —convino Vaughn—. Pero su don tiene un plus inesperado. Puede infectar otras mentes con virus.
—?Puedes explicármelo? —Mercy se reacomodó en uno de los enormes cojines que servían como sofá en casa de Lucas y se retiró el cabello, que le llegaba a la cintura— ?Un virus?
—Al parecer es como un virus informático, pero afecta a la mente de la persona a la que va dirigido. En la calle corren rumores de que Nikita entró en el Consejo deshaciéndose discretamente de la competencia. —Tras la enga?osa voz lánguida de Vaughn se ocultaba una férrea firmeza—. Varios cardinales sufrieron misteriosas crisis o murieron en extra?as circunstancias en la época de su ascenso. No se pudieron encontrar pruebas que la inculparan y el consenso general es que aquello solo sirvió para incrementar su prestigio a ojos de los entonces consejeros. El asesinato es una parte reconocida del arsenal de Nikita.
Lucas se paseó por la estancia.
—Siempre hemos asumido que el Consejo al completo estaba en el ajo, pero aunque estuviéramos equivocados y algunos miembros no lo supieran, la información de Vaughn hace que sea muy improbable que Nikita no estuviese al corriente.
Y si Nikita lo sabía, entonces era prácticamente imposible que Sascha, su heredera cardinal, no lo supiese. Le estaba costando aceptar la complicidad de aquella psi en el encubrimiento; la pantera estaba fascinada con ella y él no deseaba sentirse cautivado por la crueldad.
—Sascha es nuestro billete de entrada.
—?Podemos quebrarla? —Clay, que había estado sentado en silencio en el vano de la ventana, habló al fin.
Lucas sabía lo que estaba preguntando el centinela. En el bando de los cambiantes nadie estaba dispuesto a continuar actuando pacíficamente, no después de que ocho mujeres hubieran sido asesinadas de forma brutal.
—Nosotros no torturamos mujeres. —Utilizó su voz como si fuera un látigo.
—Estaba hablando de sexo. —El centinela de treinta y cuatro a?os y piel oscura era el único, aparte de Nate y Vaughn, que conocía todos los detalles de la sangrienta noche en la que Lucas había dejado de ser un joven para convertirse en alfa, en todos los aspectos salvo en el título—. Las mujeres se sienten atraídas por ti. ?Puedes utilizar eso en su contra?
Dorian se echó a reír.
—Tú no conoces a los psi, Clay. Son tan vulnerables al sexo como yo a aparearme con una mujer de los SnowDancer.
Lucas dejó que aquello penetrara en él. La idea de seducir a Sascha le resultaba extra?amente irresistible. Su cuerpo era consciente de ella hasta el punto de que no tocarla se convertía en un ejercicio de control. La pantera deseaba tumbarla en el suelo y embriagarse con la esencia de su feminidad, en tanto que el hombre deseaba hacer a?icos el caparazón en el que vivía y descubrir a la verdadera mujer. Lo que le hacía dudar era la posibilidad de averiguar que estaba podrida por dentro, que era digna hija de una mujer que había matado con fría brillantez.
—Iremos despacio. No les avisaremos —dijo a sus centinelas—. Dejaremos que piensen que no somos más que unos animales.
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