Cuando no queden más estrellas que contar(64)



—Sí, ?no lo sabías? —Negué con la cabeza—. Es un proyecto peque?o, solo tengo un par de barcos y cuatro instructores, pero estamos creciendo. La inmersión me ha gustado desde siempre.

—?Y la escuela?

—Cuando regresé, Nicoletta ya estaba enferma. La escuela era su vida y yo sabía que perderla la hundiría. La ayudé a mantenerla abierta, se lo debía. Cuando murió, descubrí que me la había cedido en su testamento. No he podido desprenderme de ella, y no creo que pueda nunca. Sigo amando el ballet, esa es la verdad.

—Me ha gustado bailar contigo.

—A mí también —susurró con una sonrisa. Frunció el ce?o y me observó con más atención—. ?Cuánto tiempo vas a quedarte?

Se me aceleró el corazón por la pregunta.

—No estoy muy segura, depende... ?Por qué lo preguntas?

—No suelo cerrar la escuela durante el verano, porque casi es una guardería. Este pueblo vive del turismo, muchos padres trabajan en la hostelería y no saben qué hacer con sus hijos.

—?En serio?

—Sí, pero a mí no me importa. —Se pasó la mano por la mandíbula y después, por la nuca. Inspiró con fuerza—. ?Te interesaría dar clases en la escuela? Tengo algunos ni?os con buenas aptitudes y mucho potencial, y aprender contigo les ayudaría.

—Pero ya trabajo en la floristería.

—Por las ma?anas —me recordó—. En la escuela solo sería un par de horas, tres tardes a la semana, y te pagaría, por supuesto.

—Nunca he ense?ado, no tengo formación en ese sentido.

—Tienes mucha experiencia y sabes cómo se siente un alumno, es más que suficiente.

—No sé qué decir.

—?Sí?

Rompí a reír y él se contagió de mi risa.

—Vale, podemos probar.

—Podemos —repitió con su mirada enredada en la mía—. Es increíble, ?verdad?

—?Qué?

—?Esto, tú y yo! —Chocó su botellín con el mío—. Que nuestras vidas hayan sido tan parecidas y que nos hayamos conocido. Que estemos aquí y ahora, compartiendo cosas que muy pocos comprenden. ?Esta casualidad!

Forcé una sonrisa y asentí. Empecé a sentirme realmente mal. No estaba allí por una casualidad y no confesarlo me hacía sentir miserable. Mi silencio tenía el mismo peso que una mentira.

—Giulio...

—?Sí?

Tenía las palabras en la boca, pero el miedo se transformó de nuevo en una mordaza que me impedía hablar. Semanas atrás, había llegado allí sin nada que perder. Ahora tenía la sensación de que podía perderlo todo, aunque nada me perteneciera.

—No importa.

Guardamos silencio y contemplamos muy quietos cómo el sol desaparecía por completo en el horizonte.

—Dicen que el pasado está hecho de recuerdos y que el futuro nace de los sue?os —susurró él de repente—. Lo que ya ha ocurrido no se puede cambiar y lamentarse por ello es una pérdida de tiempo. Y quién sabe lo que está por venir. Nadie, te lo aseguro.

Ladeé la cabeza y contemplé su perfil.

—?Y el presente?

Sonrió para sí mismo.

—El presente se compone de instantes, Maya. —Su mirada se cruzó con la mía y me tomó de la mano—. Céntrate en los momentos, en las peque?as cosas de cada día, y vívelas con el corazón. Sue?a con el ma?ana y no te escondas del pasado. Porque estamos hechos de recuerdos, mia cara. Es lo que somos.

Asentí y bajé la mirada. Mis ojos se encontraron con las huellas que me recorrían la pierna. Coloqué la mano en el muslo y la dejé allí. Poco a poco la moví, vacilante y temblorosa. Alcancé el borde de la cicatriz y la rocé con la punta del dedo. Tragué saliva al notar la suavidad de la piel en esa zona. No esperaba que tuviera ese tacto. Estiré los dedos y la toqué con más firmeza, mientras los recuerdos volvían a mi mente como si alguien hubiese vaciado una tina de ellos dentro de mi cabeza.

Y lo hice, me enfrenté al pasado con los ojos abiertos. Sin culpa ni remordimientos que ya no tenían cabida.





31




A los veinte a?os.

Junio.



Apreté el teléfono con fuerza.

—Sabes perfectamente que acabo de aceptar una plaza en el cuerpo de baile del Royal Ballet —dije con voz temblorosa.

—?Y eso qué importancia tiene? —repuso mi abuela con desdén al otro lado del teléfono.

—Que esta gente me dio una beca completa hace dos a?os. Han pagado mis estudios, el alojamiento, me han ayudado a graduarme y ahora me han ofrecido trabajo. ?Un buen trabajo! Y es uno de los mejores ballets del mundo. —Se me llenaron los ojos de lágrimas—. Tengo suerte.

—?Suerte? Ahí solo serás una mediocre más. Aquí tienes la posibilidad de triunfar, de ser alguien en tu propio país. Podrías llegar a primera figura. ?Tienes idea de lo importante que es esta oportunidad? No puedes echar a perder todo el trabajo que hemos hecho.

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