Ciudades de humo (Fuego #1)(86)



—?En serio? ?Esa es la actitud con la que quieres empezar?

Alice se encogió de hombros, muy digna. Casi pensó que él iba a mandarla a la mierda y a marcharse, pero para su sorpresa se deslizó un poco más cerca de ella y bajó la voz, incómodo.

—Lo siento, ?vale? Estaba enfadado. Y lo pagué contigo. Perdóname.

Bueno, tenía que admitir que no se esperaba una disculpa tan rápida.

Alice sabía que uno de sus peores defectos era perdonar demasiado rápido y tuvo que asumir que, conociéndolo, solo por el hecho de haberse tomado tantas molestias en pedirle disculpas ya no merecía la pena estar tan enojada con él.

Además, era obvio que no estaba acostumbrado a disculparse. Se sentía un poco halagada por el hecho de que lo hubiera hecho con ella.

Pero quiso hacerse un poco la dura.

—?Por qué estabas enfadado?

—?Importa?

—A lo mejor.

—Alice...

—No me llames principiante —masculló—. Lo odio.

—Vale —accedió él al instante—. No lo haré.

Ella suspiró.

—Muy bien —dijo, al final—. Yo también lo siento. Es que... las clases de Deane me ponen de los nervios. No la soporto.

—Sí, bueno, bienvenida al club.

—Pero tú no la tienes de profesora —recalcó ella—. No tienes que soportar que te dé órdenes.

—Lo dices como si no me diera órdenes por el simple hecho de no ser su alumno.

Alice sonrió un poco.

—Hoy me ha dejado colgando del tobillo en el circuito durante un buen rato —murmuró de mala gana—. He tenido que soltarme yo sola.

—Lo importante es que lo has conseguido, no que ella sea una idiota.

—No entiendo por qué me odia tanto.

—En realidad... yo sí —dijo Rhett—. Desde que Max te transfirió con los avanzados no ha dejado de quejarse. Cree que no es justo para los demás.

Así que era eso.

Alice se quedó mirando un momento su plato de comida antes de sonreír, divertida.

—Pobre Kenneth —murmuró—. Dudo que se atreva a acercarse nunca más a la sala de tiro.

—Hay muchas cosas a las que desearía que no se acercara nunca más.

—No pareció que te cayera muy bien.

—Será porque no me cae nada bien.

—Sí, puede ser por eso.

Tras esa corta conversación, la tensión entre ellos desapareció. Alice no pudo evitar mirarlo cuando notó que Rhett carraspeaba, incómodo.

—?Por qué...? —empezó, pero se cortó a sí mismo.

—?Por qué, qué? —a ella le entró la curiosidad.

Rhett repiqueteó los dedos sobre la mesa un momento, algo incómodo.

—?Por qué no viniste anoche?

Trisha, al otro lado de la mesa, se atragantó con el agua y Jake tuvo que darle palmaditas en la espalda.

—Estaba cansada —dijo ella, bajando más la voz tras mirar a sus dos amigos con mala cara.

—?Era por eso?

—Sí, ?qué creías? ?Que me habían secuestrado por el camino?

—No, pensé que, después de lo que me habías dicho de... —hizo una pausa—. Olvídalo, es una bobada.

—?El qué?

—Olvídalo —repitió—. Me muero de hambre. Voy a por una bandeja y...

—Vaya, vaya —escucharon una voz femenina a sus espaldas—. Mira a quién tenemos aquí.

Los cuatro se dieron la vuelta a la vez. Deane los miraba con su típica sonrisa condescendiente.

Alice no supo qué decir, así que miró a Rhett, que había cambiado completamente la expresión a otra mucho más seria.

—?Esto son clases extra, Rhett? ?Qué le ense?abas exactamente?

—Nada que te importe, eso seguro. —Rhett le dio la espalda, poco interesado—. Deberías irte a descansar, tienes mala cara.

—Estoy bien, gracias por preocuparte. —Su mirada se clavó en Alice—. Tu entrenamiento de hoy ha sido peor que de costumbre. Quizá habría podido hablarlo contigo si alguien no lo hubiera impedido, ?no es una pena que no haya podido hablar con ella, Rhett?

—Como guardiana, deberías saber que una de las normas de la ciudad es no interrumpir las clases de los demás, Deane. Solo hacía mi trabajo.

—?Y ahora también lo hacías?

—?Y tú? —Rhett se volvió más hacia ella—. Pareces muy interesada en lo que hacía y en lo que no. Quizá podrías aprovechar este tiempo de charla para mejorar tus clases.

—?Y en qué aspecto deberían mejorar, si puedo saberlo?

—Quizá el problema radica en que tengas que preguntarlo.

A Deane se le había borrado la sonrisa. Fulminó con la mirada a Alice, que se encogió en su lugar.

—Esta es una charla privada entre guardianes, así que deberías marcharte a tu habitación.

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