Ciudades de humo (Fuego #1)(62)



—La primera vez siempre duele —murmuró, poniéndose el preservativo—. No llores mucho. Odio que lloren mientras follo.

Alicia supo que tenía que decir algo, lo que fuera, pero no encontró su propia voz. De hecho, no encontró su propio cuerpo. Se quedó paralizada. él no la miró cuando se volvió a colocar encima de ella y le quitó las bragas de un tirón. Tenía frío. Quería irse a casa. él apoyó una mano junto a su cabeza y...



*



Alice abrió los ojos de golpe al escuchar un ruido fuerte cerca de ella. De hecho, se levantó tan deprisa que se dio con la cabeza en la litera de arriba.

Parpadeó, desorientada, llevándose una mano a la frente, y vio que sus compa?eros se estaban poniendo de pie. ?Qué hacían? ?Qué pasaba? ?Dónde estaba?

Solo entonces se dio cuenta de que Deane, la guardiana del pelo corto que se había opuesto a que se quedara en la ciudad, estaba en la puerta. De hecho, tocaba una campanita que hacía un ruido insoportable.

Alice deseó lanzársela a la cabeza.

Todavía tenía la piel de gallina y la sensación de que, de alguna forma, le habían hecho algo malo. Algo muy malo. Tenía ganas de llorar, pero se contuvo y se limitó a ponerse también de pie, intentando centrarse en la realidad otra vez.

—Entrenamiento en cinco minutos —espetó Deane, bajando por fin la estúpida campanita—. Quien llegue tarde, entrenará el doble.

En cuanto los dejó solos, todos se apresuraron a cambiarse. Shana, al ver a Alice parada, observándolos, perdida, se acercó a ella, abrió su cajón y sacó el equipamiento —una camiseta de manga corta y unos pantalones largos, todo negro—, que le tendió antes de regresar a su litera y vestirse.

Al acabar, Shana volvió a acercarse a Alice, que le sonrió.

—Ah, no te he presentado a nadie todavía. —Se?aló a un chico que se les había unido—. Este es Tomás. Es mi mejor amigo.

—Prefiero Tom —sonrió él.

Era alto, muy alto. Tenía el pelo oscuro, la piel de un tono ligeramente dorado y los ojos casta?os. Parecía simpático.

—Está en armas —a?adió Shana—, como tú.

Alice se sintió repentinamente aliviada. Al menos, tendría un rostro conocido cerca.

—?Es tu primer día? —preguntó Tom.

—Sí.

—Lo vas a pasar fatal —le aseguró, y Shana le dio un codazo—. ?Oye!

—Los primeros días siempre son duros, pero no te preocupes, terminarás acostumbrándote.

—O no, yo todavía no me he acostumbrado.



*



Alice frunció el ce?o cuando vio que Deane no se dirigía al campo de entrenamiento, sino al otro extremo de la ciudad. Ya estaba empezando a amanecer cuando llegaron. Ella sintió que su corazón se detenía.

—Bienvenida al infierno de cada ma?ana —murmuró Tom.

Era un circuito de obstáculos. Y, por si eso no fuera suficiente, estaba empapado por la lluvia del día anterior.

Los últimos a?os había llovido muy poco, pero, desde hacía unos meses, las precipitaciones habían adquirido una frecuencia extra?a. Llovía intensamente durante unas horas y se detenía de golpe para dar paso a un sol abrasador. En su zona, Alice podía ignorarlo porque siempre estaba en el interior de los edificios. Aquí, se pasaba el día fuera. Seguía sin acostumbrarse a ello.

Volvió a centrarse en el circuito. El barro les llegaba hasta los tobillos. Alice miró a Deane, que los miraba con expresión severa, y se preguntó por qué habría aceptado ir con los avanzados.

Ah, claro, porque ni siquiera le habían dado otra opción.

—?Veinte vueltas! —Dio un respingo con el grito de Deane—. ?Ahora!

??Veinte vueltas?! ?Si ni siquiera habían desayunado!

Pero a Alice no le quedó más remedio que seguir a los otros. Al final, terminó siendo la más rezagada. Al principio, Tom y Shana habían seguido su ritmo para acompa?arla. Hasta que Deane les había gritado. Entonces, se vieron obligados a avanzar y a dejarla sola. Nunca había echado tanto de menos a Jake.

Podía sentir la sonrisa satisfecha de Deane cuando terminó y se tiró al suelo, con las piernas entumecidas.

Pero su querida instructora no había terminado.

—?Circuito!

—?Aquí nadie descansa? —se preguntó Alice, siguiendo a los demás. Aunque no hacía mucho calor, estaba sudando como nunca en su vida.

El circuito en cuestión eran dos estructuras exactamente iguales colocadas paralelamente. Perfectas para una carrera.

Bueno, ya sabía quién sería la perdedora de la suya.

Se preparó mentalmente cuando le tocó y tuvo que colocarse en la línea de salida. Deane dio la se?al, sonriendo. Arrancó a correr. La chica de su lado la adelantó enseguida, por supuesto.

El primer obstáculo era subir una red para llegar a una plataforma que estaba a unos dos metros y medio de altura. Alice se agarró a ella con las manos y metió la punta de la bota en uno de los agujeros. Intentó ascender tan rápido como pudo, pero la red estaba un poco suelta y no dejaba de tambalearse y enredarse con sus botas. Al agarrarse a la plataforma superior e impulsarse torpemente hacia arriba, escuchó gritar a Deane muy cerca de ella.

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