Ciudades de humo (Fuego #1)(64)
—No, no lo haré —aclaró él—. Pero eso no lo sabías. ?No te han ense?ado que hay que elegir muy bien en quién confías?
—Si no confiara en nadie, no me habría quedado en esta ciudad.
—Como quieras. No te queda otra que soportar a Deane unas cuantas horas al día.
Hubo un momento de silencio mientras él colocaba algunos utensilios más. Alice se retorció los dedos, impaciente, y no se pudo contener.
—Quiero volver con los principiantes.
Rhett se detuvo en seco y la miró, confuso.
—?Cómo?
—Quiero volver —insistió avergonzada.
—?Tienes idea de la cantidad de personas que matarían por estar en tu lugar?
—Yo mataría por irme.
él no dijo nada, pero al menos pareció considerarlo unos segundos.
—Yo no puedo hacer nada —fue su conclusión.
—?Nada? ?En serio?
—Nada.
—Pero...
—?Qué tal tu brazo? —cambió de tema rápidamente, poniéndole una pistola en las manos y saliendo de la sala. Alice lo siguió casi automáticamente.
—Sinceramente, ahora mismo me preocupan más mis piernas.
él la miró, preocupado.
—?Tan mal ha ido?
—Ese circuito no puede ser legal. Es imposible.
—Entrenarás tanto que serás capaz de hacerlo sin parpadear, te lo garantizo.
—Y yo te garantizo que ese día está muy lejos. ?Mira cómo estoy y ni siquiera hemos empezado los combates! Van a matarme.
—No van a matarte, Alice.
—Ya lo creo que lo harán. Y tendrás que cargar con ello en tu conciencia.
él puso los ojos en blanco, deteniéndose delante de uno de los paneles.
—?Por qué me pasasteis al grupo avanzado? —insistió Alice molesta—. Ni siquiera hice la prueba. Además, debería ir primero con los intermedios.
—Ya te dije que yo no controlo eso, sino Max.
—?Y tú no podrías ayudarme?
—Lo dudo.
Rhett se quedó mirándola al ver que no empezaba a disparar. Enarcó una ceja.
—?Vas a tenerme aquí esperando todo el día?
—Puedes... ayudarme a que no se me dé tan mal —soltó ella de pronto—. Podrías, no sé, ayudarme en la parte de los combates, ?no?
Dio un paso hacia él. Rhett retrocedió casi al instante, tensándose.
—Mi especialidad no es el combate.
—Pero se te da mejor que a mí.
—Alice, no.
—Pero...
—No estamos aquí para practicar combate, sino para que aprendas a usar todo tipo de armas.
—?Y eso quién lo dice?
—Max.
—?Y tú solo haces lo que te pide Max?
Rhett entrecerró los ojos, eso había dolido.
—Colócate en posición —ordenó en voz baja.
—Tienes que ayudarme —repitió ella, suplicándole con la mirada.
Rhett había alcanzado ese punto en el que su paciencia empezaba a desaparecer, convirtiéndose en enfado. Solía pasarle a menudo cuando Alice estaba cerca.
—Ninguno de los dos quiere estar aquí —bufó irritado—, ?por qué no te colocas en posición y terminamos con esto rápido para que cada uno pueda seguir con lo suyo?
—Cuando me hayas ayudado, lo haré.
—Ambos sabemos que aquí yo pongo las normas, así que haz lo que te digo y deja de...
—Rhett, por favor.
—No.
—Sí.
—No.
—Sí.
—?No!
—?Sí!
Se quedaron mirándose un buen rato, con los ojos entrecerrados, hasta que él hizo ademán de apartarse. Alice lo sujetó del brazo con ambas manos para retenerlo. A Rhett pareció sorprenderle un poco, pero al menos no se apartó.
—Por favor —repitió suplicante—. Si no fuera importante, no te lo pediría. Por favor.
Y por fin, él empezó a dudar. Alice mantuvo las manos en su brazo, muy tensa, hasta que vio que Rhett apartaba la mirada, irritado. Eso solo podía significar una cosa: ?que lo estaba convenciendo!
—Eres exasperante, ?te lo han dicho alguna vez?
—No sé qué es eso, así que ni idea.
—?Qué quieres? —preguntó, mirándola de nuevo—. ?Que te ense?e a pelear?
Ella sonrió, entusiasmada.
—?Eso sería genial para empezar!
—Y para terminar. No te acostumbres a dar tú las órdenes.
Se soltó el brazo, se dio la vuelta y salió del edificio. Alice dejó el arma y se apresuró a seguirlo. Estaba más emocionada de lo que debería.
En cuanto llegaron al campo de fútbol, Alice vio que él se detenía y lo imitó. Rhett se volvió hacia ella.
—No pienso tener piedad contigo por ser una novata —advirtió.