Ciudades de humo (Fuego #1)(66)
A lo mejor Rhett las veía feas y por eso se había enfadado. ?Debería haberse puesto otras?
—?Está mal? —preguntó confusa—. Las chicas de mi habitación van así. Pensé que era normal.
—Eh... —Rhett se rascó la nuca, sin saber qué decir—. Um..., no es que esté mal, pero...
—Bueno, ?cómo arreglo esto?
Ella le tendió el iPod. Rhett suspiró y, tras considerarlo unos segundos, se lo quitó y se acercó al rincón opuesto de la habitación.
—No hay que arreglarlo —aclaró—. Solo cargarlo.
—Pues cárgalo, por favor.
—No es tan fácil. Tardará al menos una hora.
—?Una hora? —Ella abrió los ojos como platos—. ?No puedo estar aquí tanto tiempo!
—Sí, de eso me había dado cuenta. Te lo daré ma?ana.
Pero Alice se quedó allí plantada, mirándolo. Rhett enarcó una ceja al ver que no se movía.
—?Y ahora qué te pasa?
—No puedo dormir sin música —protestó.
—Bueno, pues vas a tener que hacerlo por una noche.
—Pero... —Se interrumpió a sí misma al mirar a su alrededor—. Un momento, ?por qué tu habitación es tan grande? ?Si solo es para una persona!
No era tan espaciosa como la suya, pero Rhett estaba solo y ella dormía con otros veinte compa?eros. Además, él tenía una cama enorme, con dos almohadas, y otros muebles que no había visto en las habitaciones del alumnado ni por asomo. ?Incluso tenía una ventana con cortinas! Debía de ser agradable que no te diera el sol en toda la cara cada ma?ana. O no escuchar ronquidos, voces, risas y gente paseándose hacia el cuarto de ba?o en medio de la noche.
—Cuando dejes de ser una novata, ya tendrás tiempo de preocuparte de esto.
—Ya no soy una novata, ahora estoy en el grupo de avanzados.
—Esta ma?ana no lo decías con tanto orgullo.
—La única ventaja que tiene el hecho de que esté en el grupo de avanzados es que no puedas llamarme novata.
Rhett estaba agachado, conectando el iPod a un enchufe en la pared. A Alice le pareció que sonreía un poco, pero con él nunca era fácil saberlo.
—Cuando yo deje de ser alumna, tendré una casa con una habitación solo para mí —dijo ella alegremente, recordando lo que le había contado Jake—. ?Te imaginas?
—?Que si te imagino siendo tan buena como para dejar de ser alumna? La verdad es que no.
—Eres muy malo. —Ella se cruzó de brazos.
—Claro que me lo imagino, algún día pasará. —Rhett puso los ojos en blanco y la miró de reojo—. ?Tantas ganas tienes de tener una casa para ti?
—Tengo ganas de tener una habitación para mí. Aunque nunca he dormido sola. No sé si me gustaría.
—A lo mejor yo podría dormir contigo para que no te sintieses sola. —No pudo evitar soltar él medio en broma, enarcando las cejas a modo de invitación.
—?Harías eso por mí? —Ella sonrió, ilusionada—. ?Eres un gran amigo, Rhett!
él se quedó mirándola un momento y, para sorpresa de la chica, pareció bastante ofendido, pero no dijo nada más.
—?Qué es eso? —preguntó Alice curiosa, cambiando de tema.
—La toma de corriente. Y no, no puedes tener una.
Ella frunció el ce?o y se paseó por la habitación. Había bastantes cosas, pero no muy ordenadas, a su parecer. En realidad, todavía no se había encontrado a un solo humano organizado. Quizá simplemente no fuera parte de su naturaleza.
Se detuvo ante un objeto extra?o. Rhett le explicó que era un televisor. Ah, sí, lo había mencionado el otro día en el coche, ?no? ?Cómo cabía ahí tanta gente fingiendo cosas? Si era diminuto.
Lo tocó con un dedo, curiosa, casi como si esperara que sucediera algo. Pero no pasó nada.
—Dijiste que tenía películas —le dijo a Rhett, se?alándola—. ?Dónde están?
Lo vio poner los ojos en blanco de reojo.
—Tienes que ponerlas.
Rhett se?aló una estantería llena de cajitas rectangulares decoradas con imágenes.
—?Eso son películas?
—Sí. Se ponen ahí y luego ya puedes verlas.
Se volvió hacia él como si acabara de descubrirle el mundo entero.
—?Podemos ver una? —preguntó emocionada.
—?Ahora? Ni de co?a. Quiero irme a dormir.
—Pues duérmete, la veré yo sola.
—No puedo dormirme contigo paseándote... —La se?aló, mirándola de arriba abajo— así.
—?Cómo?
—?Qué más da? He dicho que no. Ni siquiera deberías estar aquí.
Ella lo miró con el ce?o fruncido.
—Eres un aburrido.
Y consiguió justo lo que quería: que Rhett se enfurru?ara.