Ciudades de humo (Fuego #1)(70)
—No te distraigas —repitió él.
—Lo siento —dijo ella molesta.
—No te disculpes conmigo, no sería yo el que tendría un ojo morado si esto fuera una pelea real.
Alice aprovechó el momento en el que hablaba para lanzar también un pu?etazo. él se movió rápidamente y atrapó el pu?o con la mano, haciendo que la de ella pareciera ridículamente peque?a en comparación.
—Has movido el hombro y la cadera antes de intentar golpearme —le dijo, sin soltarla—. Y has mirado la zona en la que querías acertar justo antes de hacerlo.
Alice intentó recuperar su mano, pero Rhett tiró de ella. Alice, enfadada, intentó lanzarle un pu?etazo con la otra. De nuevo, la esquivó con tanta facilidad que se sintió ridícula.
Alice intentó soltarse, malhumorada, pero solo consiguió que tirara aún más de ella.
—Déjame —exigió.
—?Por qué iba a hacer eso?
—?Que te apartes!
—Apártame tú. —él sonrió ampliamente—. Si puedes, claro. Considéralo parte del entrenamiento.
Alice intentó sacudirse, patearlo e incluso darle un mordisco, pero fue inútil. Sin saber cómo, terminó sobre su hombro con la cabeza colgando boca abajo. Soltó un gru?ido de frustración, mirando el suelo mientras sentía que los hombros de él se sacudían porque se estaba riendo abiertamente.
—Tenemos que mejorar esas defensas —recalcó él divertido.
—Pues defiéndete de esto.
Alice, harta, empezó a zarandearse violentamente. Y consiguió justo lo que quería: que ambos cayeran al suelo.
Se apartó de Rhett y se puso de pie, enfadada. él seguía con la sonrisa divertida en los labios cuando se sacudió la hierba de los pantalones.
—Eres muy mala perdedora, ?lo sabías?
—Te odio —masculló resentida.
—Espera, que voy a ponerme a llorar.
—No llores. —Alice abrió mucho los ojos—. ?No lo decía en serio!
Rhett puso los ojos en blanco.
Aprovechando el momento de distracción, Alice intentó lanzarse sobre él, pero la esquivó tan rápido que terminó en el suelo por tercera vez consecutiva.
—Nunca aprenderás —replicó él, sonriendo.
—No hace gracia. Duele.
Alice volvió a incorporarse, enfadada, y se dio cuenta de que Rhett la estaba mirando con extra?eza.
—?Qué? —preguntó—. ?Vas a volver a lanzarme al suelo? Inténtalo y te daré una patada.
Rhett tardó unos segundos, pero finalmente se puso en posición de defensa otra vez. Sin embargo, Alice no lo hizo al ver que la mirada de él se desviaba por encima de su cabeza y ponía una mueca, confuso.
Y al verlo distraído, Alice aprovechó la oportunidad para darle un fuerte pu?etazo en el brazo.
Lo peor no fue que el pu?o empezara a dolerle, sino que Rhett se limitó a enarcar una ceja mirando hacia ella, poco afectado.
—Supongo que eso habría dolido si hubieras tenido un poco de fuerza.
—Algún día la tendré. ?Y ese día te arrepentirás de haberte burlado de mí!
—Por lo que veo, ese día está muy lejos.
—?Aaaaaalice!
Ella se volvió, sorprendida, y vio a Jake acercarse corriendo hacia ellos. Así que era él quien había distraído a Rhett. Le debía una.
—Max me envía a buscarte —aclaró, mirándolos a ambos con los ojos entrecerrados y de manera pícara.
—?A mí? ?Max? ?Estás seguro?
—Sí. Dijo que... —Miró a Rhett de reojo, que frunció el ce?o— fueras sola.
Alice supuso que esas no eran las palabras exactas que Max había utilizado, sino otras más ofensivas. Rhett también debió de imaginarlo, pero se limitó a resoplar.
—Entonces, supongo que no puedo negarme —murmuró ella.
La chica miró de nuevo al guardián, cuyo buen humor se había evaporado y, en ese momento, se disponía a recoger las cosas para llevarlas a la sala de tiro. En cuanto desapareció, a Alice no le quedó más remedio que marcharse con Jake.
—?Esto es lo que hacéis cada día a la hora de comer? —preguntó su amigo con curiosidad.
—Sí, dejar que me pateen.
—Has mejorado, créeme. Ya estás en los avanzados.
—Sí, pero eso no quiere decir que sea buena en las peleas cuerpo a cuerpo. Además, me lo pasaba mejor en vuestra habitación.
—Nosotros también te echamos de menos. Incluso Trisha dijo ayer que se le hacía raro no tener a quién patear el trasero.
Alice sonrió un poco. Parecía que había estado toda una vida con los avanzados, cuando en realidad llevaba con ellos apenas ?un par de semanas? ?Tres? Quizá había perdido la noción del tiempo por las palizas que se pegaba cada día en ese maldito circuito.