Ciudades de humo (Fuego #1)(69)
—Pues... fue algo raro —murmuró—. Yo tenía doce a?os y ella, catorce. Se chocó con mis dientes. Dolió bastante.
Alice se llevó una mano a la boca inconscientemente, casi analizando cómo se besaba sin que los dientes chocaran.
Pero ?a ella qué le importaba? Ni siquiera iba a besar a nadie jamás.
—?La edad influye en esas cosas? —preguntó.
—Más o menos. ?Por qué estamos hablando de esto?
—?Te has besado con más personas?
él suspiró.
—Solo con otra.
—?Y sentías atracción por las dos?
—Eeeh... No me acuerdo, la verdad.
—?Has tenido sexo?
—Vale, se acabó. —Levantó una mano cuando ella abrió la boca de nuevo—. Vete ya a tu habitación.
Alice hizo una mueca.
—Pero ?el iPod...!
—Me da igual. A dormir ahora mismo.
—Está bien..., pero, antes, respóndeme a lo último.
—?Qué es lo último?
—?Alguna vez has tenido sexo?
Rhett la miró unos instantes.
—?Por qué demonios tienes tanta curiosidad?
—Soy muy curiosa.
—No, eres muy pesada.
—?Eso es un sí o un no?
él suspiró. Alice levantó las cejas, intrigada.
—Sí —dijo él, finalmente.
—Y... ?cómo fue?
—Eso no es asunto tuyo. —Se?aló la puerta—. Largo de aquí, y más te vale que nadie te vea.
—Pero...
Por la mirada que le echó, ella supo que ya había tentado demasiado su paciencia, así que decidió escabullirse rápidamente.
14
Las imperfecciones
que lo hacían único
En cuanto chocó contra el suelo, se escuchó un ruido sordo seguido de un silencio que no se rompió hasta que Alice soltó todo el aire que estaba reteniendo, frustrada. Se quedó mirando el cielo un momento mientras Rhett se cruzaba de brazos, de pie a su lado.
—Llevas un mes con clases extra, aprendiendo golpes y defensa básica... y sigues sin saber pelear.
Desde el suelo, Alice lo miró, molesta.
—No sé si pretendías animarme, pero no lo has conseguido.
—Solo exponía hechos.
—No me gustan tus hechos —masculló malhumorada.
Rhett sonrió.
—Teniendo en cuenta que no golpeas demasiado fuerte, deberíamos centrarnos más en mejorar tu forma de esquivar.
—?Y me lo dice el profesor que se supone que debería ense?ármelo?
—Cada vez que me llamas profesor haces que me sienta como si tuviera cincuenta a?os.
él puso una mueca mientras le ofrecía la mano. Alice la aceptó y prácticamente salió volando, como siempre, cuando la ayudó a levantarse.
—?Por qué dices eso?
—Porque casi todos mis profesores tenían esa edad.
—?Y no te gustaban?
—No demasiado. —La miró con curiosidad—. ?Y tú, fuiste al instituto? Bueno, creo que eres demasiado joven como para haber ido. ?Cuántos a?os tienes?
—Eeeh... —?Qué edad había acordado con Jake?—. Diecinueve. ?Y tú?
—Veinticinco. —Rhett pareció calcular, pero eso no le impidió empezar a luchar de nuevo con ella—. Pues no tuviste tiempo. Tienes suerte. Yo lo odiaba y solo fui dos a?os.
—?Tan malo era?—respondió, evitando un derechazo.
—Bueno, la gente no estaba mal. Mi problema era que suspendía casi todo. —Sonrió un poco, ajustándose un guante inconscientemente—. No me gustaba demasiado estudiar.
—Pues a mí me pareces listo.
—Eso será porque no me has visto intentando resolver ecuaciones.
—?Ecuaciones?
—Dios, quiero vivir en tu mundo.
Alice vio la patada llegar, pero, al intentar esquivarla, se tropezó con sus propios pies y cayó de culo al suelo. Hizo una mueca de dolor.
—Eso ha sido muy profesional. —Rhett negó con la cabeza.
—Yo... —Alice enrojeció—. Es culpa tuya. Deberías ense?arme mejor.
—Y tú deberías aprender mejor.
—?Es imposible que sepa por dónde vas a golpearme!
—No, no es imposible. En absoluto.
Ella se puso de pie con dificultad.
—Siempre hay algún gesto, por peque?o que sea —explicó Rhett, esquivando con facilidad una patada—, que te revela cuál va a ser el siguiente movimiento de tu oponente.
—Y ?cómo tengo que...?
Vio un pu?o pasar por delante de su pecho. Rhett no la golpeaba directamente, solo la hacía caer o cosas así, pero era igual o aún más frustrante.
Bueno, no. Era definitivamente más frustrante. Le daba a entender que podría lanzarla por los aires si quisiera, solo que decidía no hacerlo. Y hacía que Alice se sintiera muy peque?ita y debilucha.