Ciudades de humo (Fuego #1)(72)
—?No vas a presentarme oficialmente a la nueva?
—Olvídate de ella —le dijo Shana, separándose de Tom—. No está interesada en idiotas.
—Yo soy Kenneth, aunque eso ya lo sabes —se presentó él igualmente, de modo soberbio, tendiéndole una mano a Alice.
Ella la aceptó, algo confundida, y su confusión aumentó cuando él tiró de su brazo hasta acercarla y darle un beso en la mejilla. Alice dio un traspié y soltó su mano de golpe, asustada y alarmada.
Nunca la habían besado. Ni en la mejilla, ni en la mano, ni en ninguna parte. ?Y no quería que él fuera el primero!
Sus mejillas enrojecieron cuando, inevitablemente, la mirada burlona de Rhett le vino a la cabeza. ?Por qué demonios estaba pensando ahora en él?
Kenneth se aclaró la garganta, como si supiera que no le prestaba toda la atención que creía que merecía y quisiera recuperarla.
—Y tú eres Alice, ?eh? Precioso nombre —dio un paso hacia ella— para una chica preciosa.
—Madre mía. —Shana hizo como si fuera a vomitar.
—?Por qué no te quedas un rato con nosotros? Seguro que te lo pasarás mejor que con estos dos muermos.
—Eeeh...
—Kenneth, déjala en paz. —Tom hizo un gesto a Alice para que los siguiera.
—Tú cállate. —Kenneth volvió a centrarse en la chica—. Vamos, no seas aburrida, ven con nosotros. Te lo pasarás bien. Me aseguraré de ello.
Definitivamente, no quería ir con él a ningún lado.
—No, gracias. Tengo que... hacer cosas.
—?Cosas? —repitió Kenneth un poco desconcertado.
—Ignorarte, por ejemplo —sugirió Shana, agarrándola del brazo—. Ven, Alice. No dejes que te moleste.
Los tres se alejaron del grupo y Alice echó una última ojeada a Kenneth, que le sonrió ampliamente. No fue una sonrisa que a ella le gustara.
—Qué chico más... raro —comentó.
—Se cree el amo del mundo. —Tom puso los ojos en blanco.
*
La siguiente semana pasó muy deprisa.
Estuvo menos tiempo con Rhett, quien, junto con el resto de los guardianes, preparaba las pruebas de los principiantes. Alice, aunque recuperó sus dos comidas diarias, se sentía un poco vacía sin sus entrenamientos personales.
Pero, al menos, con la excusa del iPod, podía ir a verlo por las noches. De hecho, él ya prácticamente la esperaba con una película preparada.
Cada vez se sentía mejor cuando pasaba tiempo con él. Nunca quería irse de su habitación. Podía pasar horas allí dentro y le seguían pareciendo pocas.
Era un sentimiento completamente nuevo para ella, y no sabía por qué, pero se sentía incómoda cuando pensaba en decírselo a Jake o a los demás, así que un día que tuvo que ir a ver a Tina aprovechó para comentárselo a ella.
Ya habían empezado las peleas de entrenamiento con Deane y a Alice le habían dado un pu?etazo en el labio que, en esos momentos, ella presionaba con un pa?o con hielo.
Tina, por su parte, la miraba algo sorprendida después de que se lo contara todo.
—Bueno, cielo —parecía que le resultaba un poco complicado encontrar las palabras adecuadas—, ?nunca te habías sentido así con nadie?
—No, nunca.
Le gustaba pasar tiempo con Jake y los demás, pero no, no era lo mismo.
—Pues... deberías olvidarte de eso. —Tina frunció el ce?o—. Y no decírselo a nadie más.
—?Por qué no? ?Es algo malo?
—No, el sentimiento en sí no es malo, pero... simplemente no se lo digas a nadie.
—?Por qué no? —repitió.
—Porque es tu instructor y esa es toda la relación que deberías tener con él. Además, es mayor que tú. —Tina suspiró—. Alice, si alguien se entera de esto..., podrías meterte en un problema. Y a él también. Déjalo estar. Dentro de unos meses quizá te hagan exploradora oficial y dejes de ser su alumna. Quizá, entonces podamos volver a hablarlo.
—Pero ?los humanos no pueden tener sentimientos por personas mayores que ellos?
—Deberías dejar de referirte a los humanos como si no formaras parte de ellos, querida. Se supone que eres una más.
—Lo siento. A veces se me olvida.
—Si te consuela, cada vez te adaptas mejor. —Ella le dedicó una peque?a sonrisa—. Pero eso no quiere decir que lo de Rhett esté bien, así que lo mejor es que te olvides del tema.
—No quiero olvidarme del tema —protestó.
—No es cuestión de lo que quieras, sino de responsabilidad. Y se acabó.
Tina no quiso volver a hablar de ello y Alice tuvo la sensación de estar todavía más confundida.
Esa noche, mientras cenaba con Jake y los demás en la cafetería, miró de reojo hacia la mesa de los instructores. Deane y el guardián al que apenas conocía, Geo, estaban enfrascados en una conversación que parecía bastante aburrida. Tina y Max, en otra, y él parecía considerablemente menos tenebroso hablando con ella que con el resto del mundo.