Ciudades de humo (Fuego #1)(57)



—?Puedo utilizar el brazo? —preguntó ella.

—Por supuesto.

—Suena a que no vas a librarte de los combates —le dijo Jake, que se había vuelto a acercar.

Tina siguió con su explicación.

—No obstante, quedará cicatriz. Soy buena, pero no tanto. Lo siento.

—Las cicatrices no están tan mal —se escuchó decir a sí misma.

Rhett la miró con curiosidad.

—Jake. —Alice se volvió hacia su amigo. Seguía pálido—. ?Estás bien?

él asintió lentamente.

—No le gusta la sangre, pero curiosamente es muy buen ayudante cuando quiere —dijo Tina—. Se ha asustado cuando te ha visto así. Ah, tendrás que cambiarte de ropa.

Alice sonrió. Como si en esos momentos le preocupara eso.

—Sí —murmuró agotada.

—Oye, cuando quieras me das las gracias —protestó Rhett—. Si no los hubiera avisado, no te habrían atendido tan deprisa.

—Y si no hubiera sido porque tú estabas durmiendo, no me habría acercado al precipicio.

Tina ahogó un grito.

—??Te has dormido en una guardia con una principiante?!

—?Qué? No, no, no... Yo no... —Rhett miró a Alice con mala cara—. ?No podías quedarte calladita?

—?Si has empezado tú!

—?Has empezado tú al no hacerme caso!

—?Yo no...!

—Chicos, basta. —Tina negó con la cabeza—. Sois dos irresponsables.

—?Ha empezado él!

—?Me da igual quién haya empezado, yo lo termino! —La mujer respiró hondo—. Y ahora, todo el mundo que no tenga una herida de bala en el brazo ?que se largue!

—Yo ahora tengo una herida de bala en el corazón, Tina —Rhett se llevó una mano al pecho—. ?Eso no cuenta?

—Fuera de aquí. —La sanadora, riendo, echó a ambos chicos.





12


    El desastre

del circuito


—Mira que tienes mala suerte —le dijo Saud.

Habían ocupado uno de los pocos sitios libres que había junto a las ventanas y, mientras la lluvia repiqueteaba contra los cristales, jugaban ya su tercera partida de cartas.

—Sí —corroboró Dean.

Trisha, sentada a su lado, no dijo nada. Estaba intentando ver la mano de Jake. Alice aprovechó su distracción para atisbar la suya.

Je, je. Iba a ganar.

—No es mala suerte —protestó Alice.

—?Ah, no? Y ?qué es? —Saud la miró, divertido.

—Que el mundo está en mi contra.

—El mundo no está en tu contra —intentó animarla Dean con una sonrisa—. Vamos, no a cualquiera le ofrecen cambiar de grupo tan pronto. Eso es que estás haciendo algo bien.

—Oye, es verdad. —Jake dejó otra carta en el montón—. ?Crees que te cambiarán de grupo ya mismo?

—Supongo que no. Max no me ha visto disparar y ni siquiera he hecho la prueba.

—Ser avanzado molaría —murmuró Dean.

Alice se encogió de hombros.

—Pero primero me tocaría intermedio, ?no? —dijo.

—Si te pasaran directamente a avanzados, serías la segunda persona de la ciudad en conseguirlo.

—Y ?quién fue la primera?

Todos miraron a Trisha a la vez. Ella no pareció muy interesada en el tema.

—Los avanzados están sobrevalorados —dijo, simplemente.

—?No te gustó? —Alice la miró, algo nerviosa.

—Claro que sí. Me encantó. Por eso digo que está sobrevalorado.

Alice se quedó mirándola un momento, confusa.

—Entonces, ?están sobrevalorados o no?

—Alice, es sarcasmo —aclaró Jake mientras observaba atentamente sus cartas.

—?Por qué os resulta tan difícil decir lo que pensáis y ya está, sin sarcasmos ni cosas raras?

Al escucharla, Trisha puso los ojos en blanco de la manera más obvia que pudo.

—Algún día se te quedarán los ojos al revés si sigues haciendo eso —le advirtió Alice.

—Así dará aún más miedo. —Dean arrugó la nariz.

Alice la miró. Sí que daba miedo. Pero, aun así, había descubierto que Trisha no era tan desagradable como pretendía aparentar. De hecho, era incluso simpática cuando se lo proponía, que eran muy muy muy pero que muy pocas veces.

Bueno, formaba parte de su encanto.

—?Cuánto tiempo estuviste con ellos? —le preguntó.

—?Con quién?

—Con los del grupo avanzado.

—Una semana. Y, antes de que sigas indagando, te informo de que me echaron por romperle el brazo a un chico que hacía demasiadas preguntas.

Alice escuchó una risita a su lado y, por un momento, no le hizo caso. Pero se repitió. Al volverse en esa dirección, vio que había dos chicas sentadas mirándolos con una sonrisa desde?osa. Las reconocía de las clases, de las peleas del primer día y de las veces en las que se habían metido con Jake por ser, según ellas, ?demasiado gordo como para estar en su mismo grupo?.

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