Ciudades de humo (Fuego #1)(133)



—?Qué? —Rhett parpadeó, confuso—. ?Quién?

—Bueno... No sé si debería...

—?No nos dejes así! —exigió Alice.

—Es que no creo que la conozcáis...

—Os doy clases, Jake, seguro que la conozco —sonrió Rhett.

—Si para ti todo el mundo se llama principiante...

—?Jake, suéltalo! —Alice estaba ansiosa por saber quién le había robado el corazón a su mejor amigo.

—Se llama Riley, ?vale?

Alice hizo memoria rápidamente, pero no le venía a la cabeza absolutamente nadie con ese nombre.

—Un momento, ?no será una chica alta, rubia...? —se iluminó Rhett.

—Es esa —aseguró Jake. Agarró a Alice del brazo—. ?Vamos, te la ense?aré!



*



Pasó la tarde en la zona del comedor con Jake y Trisha, ya que Dean y Saud andaban con dos chicas del nuevo grupo de intermedios. Jake no dejaba de parlotear sobre la tal Riley y Trisha no dejaba de ponerle mala cara, murmurando lo pesado que era.

—?Por qué parece que, de pronto, todo el mundo quiere emparejarse? —le preguntó Alice en voz baja cuando Jake se puso a hablar con un compa?ero que se había acercado a saludarlo.

—Se acerca Navidad y nadie quiere ir a la cena sin pareja. Además, están en plena pubertad, ?qué esperabas?

—?Qué es eso?

Trisha la miró y suspiró, resignada.

—Ya sabes, cuando un ni?o pasa de ser insoportable a ser aún más insoportable y que lo llamen adolescente.

—Suena genial.

—A ver, es más complejo —aclaró Trisha—. En los chicos suele darse más tarde, por eso las chicas de esa edad son más altas que la mayoría de ellos. Empiezan a crecer... en muchos sentidos: la voz les cambia, el carácter se vuelve peor...

—Entonces, ?tú estás en la pubertad?

—Haré como si no hubiera oído eso —le dijo ella tras un momento—. La cuestión es que tienen las hormonas por las nubes y no saben controlar sus impulsos. Así que no lo hacen. ?He mencionado ya que se vuelven más insoportables?

—Suena... horrible.

Alice miró a su amigo con una mezcla de curiosidad y terror. Optó por no preguntar más sobre el tema.

—?Y tú, irás a la cena de Navidad acompa?ada?

—Qué remedio —dijo, y se?aló a Jake—. Le he prometido a este que iría con ellos, parece que Riley tiene un amigo que no tiene con quién ir. Pero únicamente voy porque Jake me ha prometido que me dará su postre. Y el postre de Navidad es exquisito, ?y solo una vez al a?o!

—Pero... ?es obligatorio ir acompa?ado?

—No. —Trisha se encogió de hombros—. Pero todo el mundo lo hace. Sería un poco raro, si no.

—Y ?puedo pedirle...?

—No, los instructores no son parejas válidas. —Trisha sonrió, burlona—. Quizá a Kenneth le apetezca.

—Qué graciosa.

—Ponte algo azul para combinar con su nariz. Y con tu ojo.

Alice entrecerró los ojos y ladeó la cabeza para mirarla, y Trisha empezó a reírse.

—Venga, que era broma. Además, dudo que quiera ir contigo. Debe de estar resentido.

—Lo dices como si yo quisiera ir con él.

—Y ?a quién se lo pedirás?

Alice lo pensó un momento.

—A Davy.

—?Y ese quién es?

—El de la litera de arriba. —Alice se encogió de hombros—. Es simpático. Y el único que me dirige la palabra, en realidad.

—Pues solo te queda suplicar que no tenga a nadie... o ir sola. Y que le den a los demás. Yo tenía pensado hacerlo.

—Pero has dicho que está mal visto...

—Sí, pero ?qué más da lo que piense la gente? Si solo es una estúpida cena. La única diferencia es que en lugar del puré de siempre ponen fruta y verdura de verdad. Aunque no te hagas ilusiones, no suele haber carne.

—No quiero comer animalitos.

—Lo que faltaba. —Trisha puso los ojos en blanco y miró a Jake, que acababa de despedirse del otro alumno—. La rarita es vegetariana.

—?Qué es...?

Trisha le dedicó una mirada de advertencia, que dejó claro lo mucho que le apetecía que le hiciera más preguntas.

Justo en ese momento, Jake exclamó:

—?Es esa!

—?Cuál?

—La rubia.

Alice escudri?ó con la mirada y vio a la pandilla de Kenneth —sin él, claro— no muy lejos, mirándola con mala cara. A unos metros de ellos, había otro grupo más peque?o de alumnos más jóvenes. Todos escuchaban con atención lo que Riley, mucho más delgada y alta que Alice, les contaba mientras no dejaba de gesticular con las manos y sonreír, especialmente a uno de los chicos de la mesa. A Alice no le gustó demasiado.

—?Y bien? —preguntó Jake.

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