Ciudades de humo (Fuego #1)(134)
—Menudas pintas —murmuró Trisha, mirándola—. ?Por qué se ata la camiseta así? Se le saldrá una teta.
Efectivamente, tenía la camiseta atada con un nudo justo bajo sus pechos. Alice tampoco entendió muy bien su función. Desde luego, no parecía muy cómodo para entrenar.
—Le gusta su cuerpo y lo ense?a, ?cuál es el problema? —la defendió Jake enseguida.
—A ti te gusta más —replicó Trisha—. Dime que el de al lado no es el mío.
—Pues da la casualidad de que sí.
Alice contuvo una sonrisa cuando vio al chico en cuestión. Se parecía a Kenneth, pero en menor tama?o. Sujetaba un palo con la mano y lo miraba como si fuera a descubrir algo increíble de él.
—?Ese? —Trisha suspiró—. Espero que los postres no me defrauden este a?o.
—?Serán deliciosos! —aseguró Jake con una enorme sonrisa.
*
Deane estuvo extra?amente simpática de nuevo en su clase siguiente, cosa que seguía sin despertar la confianza de Alice, pero que prefería a los gritos.
La única novedad de la ma?ana había sido que Kenneth había vuelto a clase. Alice tenía un ojo todavía amoratado, pero Kenneth volvía a tener una enorme venda encima del puente de la nariz. No habló con nadie, y evitó el contacto visual con ella a toda costa.
La clase de Rhett también transcurrió sin más incidentes que los habituales: que les gritara algo a algunos alumnos más lentos que los demás, o que algunos cuchichearan y los separara al instante... Rhett podía ser muy agradable fuera del horario lectivo, pero cuando se ponía en modo instructor era el típico guardián estricto al que no querías molestar.
—?No crees que eres un poco duro con ellos? —preguntó Alice un rato más tarde, mientras esperaba que colocara las cosas para empezar la lección extra.
—Si hubieras visto una sola clase de Max, creerías que soy un amor en comparación.
—No me imagino a Max dando clase de... nada.
—Pues fue mi instructor.
—?Y te gustaba?
Rhett pareció tomarse un momento para pensarlo, pero siguió colocando las armas para disimular.
—No —concluyó.
—?Y ahora?
—Ahora, menos.
—?Por qué?
él se dio la vuelta y dejó la última caja en la estantería, ignorando deliberadamente su pregunta.
—Creo que hoy haremos algo diferente.
Alice decidió fingir que no se había dado cuenta de la evasión a su pregunta.
—No sé si debería tener miedo.
—Depende de si te gusta que te... —se quedó mirándole las piernas—. ?No tienes pantalones cortos?
—Sí, en mi habitación.
—Da igual, ponte unos de ahí —dijo, se?alando un enorme montón—. Supongo que alguno te servirá.
—?Para qué son? —preguntó, rebuscando entre las prendas hasta que encontró unos que parecían de su talla.
—Ya verás. Tú solo póntelos.
Alice lo miró un momento con el pantalón en la mano. Rhett frunció el ce?o.
—?A qué esperas?
—M-me siento rara cambiándome si tú me miras.
—?Es una broma? ?Si no sé ni cuántas noches has venido en bragas a mi habitación!
Alice se encogió de hombros. De repente, le daba vergüenza.
Rhett apretó los labios y, tras poner los ojos en blanco, salió de la habitación. Entonces ella se puso rápidamente los pantalones y lo siguió.
—?Qué es eso? —preguntó, se?alando las manos de Rhett.
—Rotuladores —aclaró él, lanzándole uno.
—?Vamos a pintar?
—Más o menos —respondió él, poniéndose dentro de un círculo que había trazado en el suelo y haciéndole una se?a para que se le uniera.
—?Para qué?
Una vez ambos estuvieron dentro del círculo, Rhett quitó el capuchón de su rotulador y Alice lo imitó, más confundida si cabe.
—La única cosa que no te he ense?ado a usar es el cuchillo —aclaró el instructor—. Si te haces exploradora, esta será un arma reglamentaria. Deberías saber usarla.
—?Y el rotulador?
—No pienso darte un cuchillo de verdad la primera vez —aseguró Rhett—. Si es que alguna vez te doy uno.
—Y ?por qué no? —Alice se movió de forma que consideró profesional, pero seguramente hizo el ridículo—. ?Mírame! Soy como el ni?o de la película esa.
—?Eh?
—?El que tiene un profesor viejo que le ense?a a hacer estas cosas!
Rhett rio.
—Muy bien, Karate Kid, colócate en posición.
—?Con un rotulador?
—Con esto, puedo darte sin tener que preocuparme de que mueras desangrada.