Ciudades de humo (Fuego #1)(131)
Vale, no. ?A quién demonios quería enga?ar?
—?Qué le pasa? —preguntó a Davy en voz baja.
—Se habrá despertado de buen humor.
—?Deane? ?De buen humor?
Davy hizo una mueca.
—Vale. Pues habrá amargado la vida a alguien y ya tiene suficiente maldad por hoy.
—Sí, eso suena mejor.
El resto de la clase transcurrió sin incidentes. Todo el mundo la seguía tratando igual, pero parecía que Deane la ignoraba. Alice no estaba muy segura de si debería estar preocupada, aliviada o contenta. Al final, solo consiguió sentirse confusa.
Cuando llegó a la clase de Rhett no pudo evitar que su corazón se acelerara un poco al verlo. Desde que la había besado la noche anterior, cada vez que pensaba en él sentía que le cosquilleaban los labios. Como lo hacían, precisamente, en aquel momento.
De hecho, casi estaba feliz de verlo. Casi. Porque cuando se volvió y abrió su boca amargada lo arruinó todo.
—Deja de mirarme y vete a por tu arma, principiante.
Estaba a un ?principiante? de tirarle la pistola a la cabeza.
Rhett debió de ver que eso la molestaba, porque sonrió ligeramente cuando Alice pasó por delante de él.
Al final de la clase, que fue bastante aburrida porque básicamente se dedicaron a limpiar armas, recogió sus cosas como los demás, pero se detuvo cuando vio que Jake entraba en la sala con una enorme sonrisa.
?Jake? ?Qué hacía él allí? ?Podía meterse en problemas!
—?Aliiiiice! ?Tengo dos noticias importantes! —se puso a gritar, haciendo que todo el mundo los mirara con curiosidad—. ?ALIIIIIICE! ?DóNDE ESTáS?
Rhett hizo un gesto con las manos para despedir al resto de los alumnos, que, reticentes, salieron de la clase.
—?Jake? —dijo ella sorprendida—. ?Qué...?
Pero su amigo no la dejó acabar, la abrazó con fuerza.
—?Te parece eso apropiado en una clase, principiante? —preguntó Rhett bruscamente.
—Bah, cállate —contestó el muchacho, por lo bajito, aunque se separó de Alice.
Suerte que los demás se habían ido, porque si hubiera hecho eso delante de todo el mundo, probablemente Rhett lo habría colgado de uno de los árboles que rodeaban el edificio principal.
—Además —Jake le dedicó una sonrisa radiante—, ya no puedes llamarme principiante.
La boca de Alice se ensanchó en una sonrisa enorme.
—Espera, ?cómo?
—Ya me has oído. —Jake le sonrió a su vez, entusiasmado—. ?Estoy en el grupo de intermedios!
Volvió a abrazarla con suficiente fuerza como para estar a punto de asfixiarla y Alice se dejó, feliz.
Bueno, y tensa. No paraba de echar ojeadas a la puerta. ?Y si alguien los veía y se lo decía a Max?
Se obligó a sí misma a centrarse y sonreír a Jake, que seguía pareciendo entusiasmado.
—?Eso es genial! ?Enhorabuena!
—?Y con un diez en armas! —gritó él emocionado—. ?Un diez! ?El único de todos los que nos presentamos!
Rhett estaba mirándolos sin decir nada. A Alice le había parecido verlo sonreír, pero toda expresión alegre se esfumó cuando vio que Jake se acercaba con una sonrisa de oreja a oreja y los brazos abiertos.
—?Eh! —Rhett dio un salto hacia atrás, casi como si fuera a atacarlo—. ?Ni se te ocurr...!
El chico lo abrazó de todas formas, resistiendo a la mala cara del guardián. Alice intentaba no reírse.
—?Suéltame ahora mismo si no quieres morir!
—?Gracias a tu diez pude pasar! —le explicó Jake emocionado—. ?Muchas gracias, Rhett, sabía que en el fondo no eras tan amargado como pareces siempre!
—?Se supone que eso es un cumplido? —Rhett miró a Alice con la ceja levantada—. ?Y tú de qué te ríes?
—Yo no me río —aseguró ella, entre carcajadas.
—Trisha también ha pasado. —Jake por fin se separó de Rhett, que lo seguía mirando con mala cara—. Y Dean y Saud también. ?Es genial! Me daba muchísimo miedo pasar solo, no conocer a nadie...
—?No conocer a nadie? —se burló Rhett—. Si siempre somos los mismos.
—Pero ?sería diferente! No son mis amigos.
—Tú eres el típico pesado que podría hacer amigos en cinco minutos.
—Y ?cuál es la segunda noticia? —preguntó Alice, sonriendo.
—?Eh?
—Has dicho que había dos noticias —le recordó.
—?Ah, sí! —Jake volvió a sonreír, entusiasmado—. ?Te han levantado el castigo!
Alice se quedó mirándolo un momento, sin comprender nada.
—?Qué?
—?Sí, es cierto!
Miró a Rhett, que parecía todavía más extra?ado que ella.
—Al parecer —siguió Jake—, anoche, el que le había dicho todo eso de ti a Max le confesó que se lo había inventado, así que te ha levantado el castigo. ?Ya puedes volver a sentarte en nuestra mesa y seguir con tus clases particulares! Aunque, seamos sinceros, que te sientes con nosotros es la mejor noticia, ?eh?