La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(116)
—Idos, Dorian, Vaughn.
La mirada de Lucas se cruzó con la del jaguar, que asintió de forma apenas perceptiva. Comprendía cuál era su labor: proteger a Dorian de su propia cólera. él no podía acompa?arlos, no cuando su compa?era se iba debilitando a un ritmo alarmante entre sus brazos.
Hawke desvió la mirada hacia Sascha, que comenzaba a respirar agitadamente, como si estuviera exhalando su último aliento.
—?Qué le pasa? —preguntó el alfa de los SnowDancer al tiempo que estiraba el brazo para impedir que los dos hermanos de Brenna abandonaran la habitación y fueran en busca de su presa. El que los dos se detuvieran a pesar de que sus ojos fueran ahora los de un lobo daba testimonio de su poder.
—Se muere. —Tamsyn se abrió paso entre los hombres para acariciar la mejilla de Sascha.
Sascha sufrió una convulsión.
—Enrique vive en… en… —Los dientes comenzaron a casta?etearle.
—Tenemos la dirección. —El rostro de Hawke era la viva estampa de la furia más glacial—. Yo me ocuparé de él —le dijo a Lucas.
Era el momento de confiar en el lobo.
—Concluye con el plan. —Lo habían urdido entre ellos a primera hora de la ma?ana y estaba pensado para mantener a Sascha a salvo… para siempre—. Vete.
Lucas estaba confiándole a Hawke la vida de su compa?era. El plan requería que él se asegurase de llevar a término esa parte de su estrategia, pero por nada del mundo iba a dejar a Sascha.
—Tu psi también nos pertenece a nosotros. No le fallaremos. —Hawke se puso en marcha y los cuatro lobos de la estancia, junto con Dorian y Vaughn, salieron tras él.
Tamsyn tapó el cuerpo tembloroso de Sascha con una colcha.
—No lo entiendo. Tu mente debería alimentar la de ella.
Lucas comprendió de pronto.
—No has intentado establecer el vínculo, ?verdad? —una mezcla de terror y cólera le heló el corazón.
Sascha sonrió y negó con la cabeza.
—Tú tienes que vivir.
—?Lo prometiste! —gritó perdiendo la paciencia, movido únicamente por el apremio y la necesidad. Su compa?era no podía morir.
Aquellos hermosos ojos se iban apagando poco a poco.
—Lo siento.
—?No! ?No! —La acunó entre sus brazos mientras le decía con voz trémula—: ?Enlázate, maldita seas! ?Enlázate!
Sascha alzó la mano para posarla sobre su corazón.
—Te quiero.
Una lágrima cayó de esos ojos que habían adquirido el color gris del carbón.
—?Tammy! ?Haz algo!
La sanadora estaba temblando y tenía los ojos húmedos.
—No puedo, Lucas. Ella tiene que…
—?Hazlo, Sascha! —le ordenó apretándola fuertemente contra su cuerpo—. No me dejes.
Sascha inspiró entrecortadamente y se aferró a su pecho, pero no entró en contacto con su mente, no dio el paso que completaría la danza de apareamiento.
—Si no lo haces empezaré a matar a los consejeros —la amenazó—. Ellos me cazarán y me matarán igualmente.
Pero su compa?era ya no escuchaba. Sus ojos se cerraron lentamente y su rostro se suavizó al tiempo que dejaba de temblar.
—?No! —gritó de pura rabia—. ?No dejaré que mueras! Eres mía, y que me condenen si te dejo marchar. Eres mía. Mía.
La pantera se abrió paso y profirió un rugido que nada tenía de humano.
Entonces lo sintió: el vínculo entre ellos se tensó. La pantera reconoció la conexión a pesar de que no la había sentido hasta entonces. Eso la aplacó lo suficiente para que Lucas pudiera pensar, pegándose a ella mientras el latido de Sascha se tornaba irregular. Lucas cerró los ojos y la alimentó. No sabía qué era lo que hacía, solo que mientras el lazo permaneciera sólido, Sascha viviría.
Al cabo de un minuto ella abrió de nuevo los ojos. El sepulcral tono gris de su mirada estaba cambiando por el del oscuro ébano.
—?Lucas? ?Qué está pasando?
Sintió cómo ella buscaba y encontraba el vínculo… y el corazón le dejó de latir cuando sintió que intentaba cortarlo, pero no era algo que pudiera alterar. Aquel lazo no era de naturaleza psi, sino cambiante, y era irrompible. El felino comenzó a sonreír; la seguridad de Sascha ahora dependía de él.
—No puedes —susurró Sascha—. Deja de hacer lo que estás haciendo. Me estás dando tu fuerza vital. Eso es peor que si simplemente aceptase el vínculo y dejase que me mantuviera con vida.
—Entonces acéptalo, porque no voy a parar. —Vertió más de sí en ella.
La impotencia oscureció la expresión de Sascha.
—?Maldito seas por ser tan terco!
—Acepta.
Ella encorvó los hombros y se retiró siguiendo aquel vínculo, dejando caer las barreras que había erigido en un esfuerzo por impedir su unión. De pronto Sascha era un arco iris dentro de él, una fontana resplandeciente de una belleza tal, que Lucas se sintió bendecido por tener la posibilidad de verla. Por un instante sus mentes fueron una sola y vio cuán desesperada, salvaje e irracionalmente le amaba Sascha… lo suficiente como para romper su promesa, para elegir morir a fin de que él pudiera vivir.
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