La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(120)
Pese a saber que era Lucas, estaba un poquito asustada. Pero no tanto como para desaprovechar la oportunidad. Contuvo el aliento y le pasó los dedos por el sedoso pelaje de la espalda. No existía sensación que pudiera compararse con aquella. Dado que estaban conectados, le había sentido correr, había sentido su felicidad en el viento y en los bosques, había sentido a la pantera. Pero jamás había tocado al animal de un modo tan íntimo.
Cuando de él escapó un sonido muy similar a un ronroneo, Sascha se echó a reír.
—Te gusta que te acaricien, da igual que sea en forma humana como en forma de pantera.
La pantera le mostró los dientes y, bajo sus manos, comenzó a brillar un destello de luz. Con el corazón en la garganta, se quedó completamente inmóvil hasta que Lucas estuvo desnudo a su lado, el exótico tatuaje de la parte superior del brazo era como un recordatorio de la naturaleza salvaje que habitaba en su interior.
—?Vaya!
—Naturalmente. Soy la criatura más hermosa que hayas visto jamás —bromeó con una sonrisa petulante.
Riendo, dejó que él le tomase el pelo, que le ense?ase a vivir el momento, a amar sin miedo y sin remordimientos, que simplemente le ense?ase a ser.
—Algo no va bien —le dijo pasado otro mes.
Lucas le puso la mano en el pecho por debajo de la sábana y le echó una pierna por encima.
—?El qué? —ronroneó en la oscuridad.
Su cuerpo ardía ya por él.
—Nunca me he sentido mejor. Tú lo mismo. Todos los síntomas físicos que tenía han desaparecido y no creo que vayan a reaparecer —repuso Sascha.
—?Eso es un problema? —La diversión de Lucas era obvia. Movió lentamente la mano en círculos sobre su pecho.
Sascha consintió que sus sentidos sucumbieran, se derritió por él.
—Hablo en serio. No deberías poder mantener mi mente… alimentada y encontrarte tan bien.
él dejó de acariciarla y deslizó la mano por sus costillas. Sascha sabía que había percibido su tono serio.
—?Crees que se trata de la calma que precede a la tormenta?
—No. Deberías estar consumiéndote de forma gradual. —Levantó la vista hacia el techo, donde las hojas cubrían el espacio. A Lucas no le suponía un problema que el bosque se apoderase de su casa y ella comenzaba a aceptarlo también, aunque de vez en cuando le entraban ganas de dejarlo todo impoluto—. ?Te importaría que realizase una exploración de nuestras mentes?
Era la primera vez que le había pedido eso desde aquel primer momento de unidad absoluta que habían experimentado.
—Ya sabes todo lo que hay que saber, gatita.
—No lamento que Tammy me lo contara —dijo con rebeldía.
Finalmente habían hablado sobre la familia de Lucas varios días antes y Sascha había abrazado a su cazador mientras él recordaba. Aquellas heridas eran ya cicatrices, pero no de las que se gangrenaban; sus cicatrices ocupaban un lugar en su alma. Eran una marca de aquellos a los que había perdido.
él gru?ó contra su cuello y le frotó la barba incipiente sobre la sensible piel.
—Eso pensaba. Las dos estáis muy unidas. —No había ira en él—. Explora.
Inspiró profundamente, cerró los ojos y desplazó de forma inconsciente el cuerpo hasta quedar casi cubierta por el de Lucas. Cuerpo y mente en sintonía. Cuando abrió el ojo de su mente en el plano psíquico y echó un vistazo, no vio el espacio estrellado al que estaba acostumbrada. Ni tampoco vacío y oscuridad. En cambio vio una red. En el centro de la red se encontraba la luz de Lucas, fulgurante como la de un cardinal, pero de algún modo más pura, más intensa, caliente en vez de fría.
Su luz estaba rociada por chispas de todos los colores del arco iris y Sascha supo que esa era ella. Tuvo deseos de sonreír. Estaba haciendo lo que siempre había dicho que haría si se liberaba: infectar todo a su alrededor. Sin embargo, ahora comprendía que las chispas de ese arco iris tenían la propiedad de sanar. Era la ausencia de esas chispas en la PsiNet lo que había convertido a los psi en seres crueles, incapaces de diferenciar el bien del mal.
Todas las partes de esta red rebosaban color.
?Red.?
—?Cómo puede existir una red formada solo por dos? —dijo en voz alta.
Lucas le acarició el cuello con la nariz y le recorrió el cuerpo con las manos, aferrándola a él solo con su contacto, en tanto que Sascha le pasaba las manos por la tibieza de aquella espalda sedosa al tiempo que seguía las conexiones de la red; al final de una de ellas ardía una luz que resultaba femenina al contacto y que, sin embargo, poseía una fortaleza marcial. Los extremos de otras dos se unían a sólidas estrellas masculinas, llameantes como una bola de fuego.
De una de esas estrellas masculinas partía otro enlace de la red. Y al final del mismo había una suave y hermosa llama que era puro amor. Sorprendentemente, aquella luz tenía dos peque?os y relucientes faros que surgían de ella. Los enlaces de esos dos se conectaban con la estrella masculina.
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