La noche del cazador (Psy-Changeling #1)(11)



—Venderán por doce millones. —Se detuvo a un par de pasos de ella y le indicó que tenía a los SnowDancer al teléfono.

—Eso es el doble de lo que vale esta tierra en el mercado libre. —No pensaba consentir que la intimidaran—. Ofrezco seis y medio.

Lucas mantuvo el teléfono contra su oreja y cuando no repitió la oferta que ella había hecho, Sascha se dio cuenta de que el miembro de los SnowDancer que estaba al otro lado de la línea debía de haberla oído. Era un recordatorio de que, a pesar de que su narcisista raza se consideraba el líder supremo del planeta, los cambiantes poseían poderes extraordinarios.

—Dicen que no están interesados en enriquecer a los psi. No les quita el sue?o que no compres. Estarán encantados de vendérsela a tu competidor.

Sascha había hecho los deberes.

—No pueden. El grupo empresarial de la familia Rika-Smythe ya ha invertido todos sus recursos disponibles en un negocio en San Diego.

—Entonces la dejarán tal cual. Doce millones o no hay trato.

La miró de forma penetrante con aquellos increíbles ojos verdes y Sascha se preguntó si estaría tratando de ver su alma. No podía decirle que era un esfuerzo vano.

Era una psi; no tenía alma.

—No podemos permitirnos invertir tanto en el terreno. Nunca recuperaríamos la inversión. Encuéntrame otro —repuso procurando parecer fría y serena a pesar del efecto desestabilizador que producía en ella la presencia de Lucas.

Esta vez él repitió sus palabras al teléfono. Después de escuchar la respuesta, dijo:

—No ceden, pero tienen una contraoferta.

—Escucho.

—Te darán la tierra a cambio del cincuenta por ciento de los beneficios y un acuerdo firmado por el que ninguna de las viviendas le será vendida a los psi. También quieren cláusulas en todos los contratos que garanticen que los futuros propietarios no puedan vender a los psi. —Se encogió de hombros—. La tierra tiene que permanecer en manos de los cambiantes o de los humanos.

Aquello era lo último que se habría esperado, pero los ojos de Lucas expresaban que él estaba al tanto. Y no la había puesto sobre aviso. Eso le hizo desconfiar. ?Estaba intentando provocar una reacción en ella?

—Concédeme un momento. No estoy autorizada a tomar esta decisión.

Alejándose a cierta distancia, pese a que no era estrictamente necesario, conectó con su madre a través de la PsiNet. Normalmente utilizaban el enlace telepático, pero Sascha no era lo bastante fuerte para transmitir a tanta distancia. Aquel rotundo ejemplo de su debilidad sirvió para recordarle que debía mantenerse en guardia. A diferencia de otros cardinales, ella era prescindible.

Nikita respondió de inmediato.

—?Qué sucede?

Una parte de su conciencia se encontró cara a cara con parte de la de Sascha en un cuarto mental cerrado dentro de la inmensidad de la PsiNet.

Sascha repitió la oferta.

—Es sin duda una localización de primera desde la perspectiva de las necesidades de los cambiantes —agregó—. Si los SnowDancer aportan la tierra, nuestra inversión se reduce en un cincuenta por ciento, de modo que compartir los beneficios no va a reducir el balance final. Puede que incluso acabemos resultando beneficiados.

Nikita guardó silencio brevemente antes de responder y Sascha supo que estaba realizando una búsqueda de datos.

—Esos lobos tienen la mala costumbre de intentar asumir el mando de todo aquello en lo que participan.

Sascha tenía la sensación de que la mayoría de los cambiantes depredadores acostumbraban a hacerlo. Lucas, sin ir más lejos, había estado intentando dominarla desde el mismo instante en que le había puesto los ojos encima.

—No se les conoce por realizar inversiones inmobiliarias. Creo que esto puede ser una reacción emocional ante la idea de dejar que el control sobre su tierra caiga en manos de los psi.

—Puede que tengas razón. —Otro silencio—. Redacta un acuerdo estableciendo que nosotros tenemos control sobre todo el proceso, desde el dise?o hasta la construcción, pasando por la campa?a de marketing. Han de ser un socio capitalista.

Compartiremos los beneficios, pero nada más.

—?Y qué hay de su exigencia de vetar la venta de las viviendas a los psi? —A ellos, a los psi. La gente a la que nunca había pertenecido en realidad, pero que era todo lo que tenía—. Es legal según la ley urbanística.

—Tú eres la directora de este proyecto ?Qué opinas?

—Ningún psi querrá vivir aquí. —Tanto espacio abierto asustaba a la mayoría de los de su raza, que preferían vivir en bonitos cubículos cuadrados con límites determinados—. No merece la pena luchar y no tenemos que pagar a Lucas su millón si no vende todas las unidades.

—Asegúrate de que le quede claro.

—Lo haré.

El instinto le decía que la pantera les había tomado la delantera. Lucas no le parecía en absoluto estúpido.

—Llámame si tienes algún problema.

La presencia de Nikita desapareció de inmediato. Cuando Sascha regresó junto a Lucas, le encontró frotándose la nuca como si algo le hubiera irritado la piel. Siguió el movimiento de su brazo con la mirada, fascinada por los esbeltos contornos de músculos visibles incluso cubiertos por la chaqueta de cuero sintético. Cada movimiento era fluido, grácil, como el de un gran felino al acecho.

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