Espejismos(72)



Y, cuando veo que Lina se queda donde está y pone los brazos en jarras, sé que se está preguntando cómo pueden encajar todos esos artículos.

—Ah, y un trozo de turquesa, del tama?o de la que usted lleva —le digo al tiempo que se?alo su cuello.

La mujer me mira de arriba abajo y asiente brevemente antes de darse la vuelta para reunir los cristales que le he pedido. Los coge de manera tan despreocupada que cualquiera diría que está comprando comestibles en Whole Foods.

—Ah, y aquí tiene una lista de hierbas. —Me meto la mano en el bolsillo y saco el arrugado trozo de papel antes de ofrecérselo—. Es preferible que hayan sido plantadas durante la luna nueva y atendidas por monjas ciegas en la India —a?ado. Me quedo atónita al ver que ella coge la lista y asiente sin inmutarse.

—?Puedo preguntar para qué es esto? —pregunta mirándome a los ojos.

Niego con la cabeza. Me ha costado la vida contárselo a Ava, y eso que ella es una buena amiga. No pienso decírselo a esta dama, no importa el aspecto de abuelita que tenga.

—Hum… preferiría no decirlo. —Me encojo de hombros con la esperanza de que respete mi decisión y me los dé, ya que no puedo manifestar lo que necesito: es imperativo que procedan de su fuente original.

Nos miramos a los ojos fijamente, sin vacilar. Y, aunque mi intención es mantenerme en mi lugar el tiempo que sea necesario, apenas pasan unos segundos antes de que ella se aparte y empiece a rebuscar en el archivador. Sus dedos no dejan de moverse entre centenares de paquetes cuando le digo:

—Ah, y hay una cosa más.

Busco en la mochila el boceto de esa hierba extra?a tan difícil de encontrar que utilizaban a menudo en la Florencia renacentista. El ingrediente final necesario para que el elixir cobre vida.

Le paso el boceto a Lina y le pregunto:

—?Le resulta familiar?





Capítulo treinta y nueve


Una vez reunidos todos los ingredientes, todos salvo el agua de manantial, el aceite de oliva virgen extra y las velas blancas largas (que Lina no tenía, aunque eran lo más normal que le había pedido), además de la cascara de naranja y la foto de Damen (que no esperaba encontrar allí), volvemos a mi coche.

Y no he hecho más que abrir la puerta cuando Ava dice:

—Creo que caminaré hasta casa desde aquí; en realidad vivo a la vuelta de la esquina.

—?Estás segura?

Extiende los brazos hacia los lados como si quisiera abrazar la noche. Sus labios se curvan en una sonrisa.

—Se está tan bien aquí fuera que quiero disfrutarlo —me dice.

—?Tan bien como en Summerland? —inquiero. No puedo evitar preguntarme a qué viene este repentino brote de felicidad, ya que en la sala trasera de Lina estaba muy seria.

Ella echa la cabeza hacia atrás, dejando al descubierto la piel pálida de su cuello, y suelta una carcajada. Luego me mira a los ojos.

—No te preocupes. No tengo planeado abandonar la sociedad y trasladarme allí de forma permanente. Aunque me parece maravilloso tener la posibilidad de visitar el lugar cuando necesito una peque?a escapada.

—Ten cuidado y no vayas demasiado a menudo —le aconsejo, la misma advertencia que Damen me hizo una vez—. Summerland resulta adictivo —a?ado al ver que ella se abraza la cintura y se encoge de hombros, aunque sé que no he hecho más que malgastar el aliento, porque es obvio que volverá tan pronto y tan a menudo como le sea posible.

—Bueno, ?tienes todo lo que necesitas? —me pregunta.

Asiento con la cabeza y me apoyo contra la puerta del coche.

—Y el resto lo conseguiré de camino a casa.

—?Seguro que estás preparada para esto? —Me mira con expresión seria una vez más—. Ya sabes, para abandonar esta vida. Para dejar a Damen…

Trago saliva con fuerza. Prefiero no pensar en eso. Prefiero mantenerme ocupada, concentrarme en una sola cosa en cada instante hasta que llegue ma?ana y sea el momento de decir adiós.

—Porque una vez que lo hayas hecho, no podrás volver atrás.

Hago un gesto despreocupado con los hombros y sostengo su mirada antes de decir:

—Según parece, eso no es cierto. —Contemplo cómo inclina la cabeza a un lado y el cabello rojizo le cubre el rostro, hasta que ella atrapa los mechones y se los coloca detrás de la oreja.

—Pero vas a ser… bueno, eres consciente de que volverás a ser normal, ?verdad? No tendrás acceso a semejantes conocimientos, no sabrás nada de… ?Estás segura de que quieres regresar a todo eso?

Clavo la mirada en el suelo y le doy una patada a una piedra peque?a.

—Escucha, no voy a mentirte. Todo está ocurriendo mucho más rápido de lo que esperaba. Tenía la esperanza de tener algo más de tiempo para… acabar las cosas. Sin embargo, últimamente… Bueno, sí, creo que estoy preparada. —Hago una pausa para repetir esas palabras en mi mente, a sabiendas de que no transmiten lo que siento en realidad—. Lo que quiero decir es que ?sé? que estoy preparada. De hecho, estoy más que preparada. Porque volver a poner todo en su lugar y vivir las cosas tal y como deberían haber sido… bueno, me parece lo más correcto, ?no crees?

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