Espejismos(68)



—?Llevas aquí desde esta ma?ana? —pregunto al tiempo en que me fijo en su aspecto: el bonito vestido, los zapatos de dise?o, las enormes pulseras de oro y los anillos de piedras preciosas que adornan sus dedos.

—En Summerland no existe el tiempo —se?ala a modo de reprimenda.

—Tal vez, pero en casa ya son más de las doce —replico.

Ella sacude la cabeza y frunce el ce?o, negándose a aceptar las tediosas reglas del plano terrestre.

—?A quién le importa? ?Qué me voy a perder? ?Una larga fila de clientes que quieren que les diga que se van a hacer extremadamente ricos y famosos a pesar de todas las evidencias de lo contrario? —Cierra los ojos y suspira—. Estoy harta de eso, Ever. Harta de esa rutina. Pero aquí todo es tan maravilloso que… ?Creo que me encantaría quedarme!

—No puedes —le digo de inmediato, aunque no estoy segura de si es cierto.

—?Por qué no? —Se encoge de hombros y eleva los brazos hacia el cielo mientras da vueltas sin parar—. ?Por qué no puedo quedarme aquí? Dame una buena razón.

—Porque… —empiezo a decir. Ojalá pudiera dejarlo así, pero dado que ella no es ninguna ni?a, estoy obligada a idear algo mejor—. Porque no está bien —concluyo con la esperanza de que me escuche—. Tienes trabajo que hacer. Todos tenemos trabajo que hacer. Y esconderse aquí es como… hacer trampas.

—?Quién lo dice? —Frunce el ce?o—. ?Me estás diciendo que toda esta gente está muerta?

Observo lo que me rodea y me fijo en las aceras abarrotadas, en las largas colas del cine y los bares de karaoke, y es entonces cuando me doy cuenta de que no tengo ni la menor idea de lo que responder. ?Cuántos son como Ava, almas agotadas, hartas y desilusionadas que han encontrado la forma de llegar aquí y han decidido apartarse del Plano terrestre para no regresar nunca? ?Cuántos murieron y se negaron a cruzar, como hizo Riley?

Miro a Ava de nuevo. Sé que no tengo derecho a decirle lo que debe hacer con su vida, sobre todo si tengo en cuenta lo que yo he decidido hacer con la mía.

Extiendo la mano para tomar la suya y sonrío antes de decir:

—Bueno, ahora te necesito. Cuéntame todo lo que sepas sobre astrología.





Capítulo treinta y siete


—?Y bien? —Me inclino hacia Ava con los codos apoyados sobre la mesa con la intención de mantener su atención puesta en mí, y no en las vistas y sonidos de Saint Germain.

—Sé que soy Aries. —Se encoge de hombros. Sus ojos prefieren el río Sena, el Pont Neuf, la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo y la catedral de N?tre Dame (que en esta versión de París están alineados uno detrás de otro) que a mí.

—?Eso es todo? —Remuevo mi capuchino y me pregunto por qué me he molestado en pedírselo al gar?on del bigote rizado con la camisa blanca y el chaleco negro, ya que no tengo ninguna intención de bebérmelo.

Ella suspira y se gira para mirarme.

—Ever, ?no puedes relajarte un poco y disfrutar de las vistas? ?Cuándo fue la última vez que estuviste en París?

—Nunca. —Pongo los ojos en blanco de una forma que ella no puede pasar por alto—. Nunca he estado en París. Y detesto tener que soltártelo así, Ava, pero esto… —Me tomo un momento para se?alar con un gesto los alrededores: el Louvre, que se encuentra al lado de los grandes almacenes Printemps, que a su vez están junto al Musée d'Orsay—… no es París. Esto es como una estúpida versión Disney de París. Como si hubieras cogido un montón de folletos de viajes, postales de Francia y escenas de esa encantadora película de dibujos, Ratatouille, y las hubieras mezclado todas para… voilà!… conseguir esto. ?Ves al camarero? Dudo mucho que en el París de verdad los camareros tengan esa pinta.

No obstante, aunque me estoy comportando como la más grande de las aguafiestas, Ava se echa a reír. Se aparta el cabello cobrizo ondulado del hombro y dice:

—Bueno, pues para tu información, así es exactamente como lo recuerdo. Puede que esos monumentos no estuvieran puestos en fila, pero es mucho más bonito de esta manera. Estuve en la Sorbona, ya lo sabes. De hecho… ?Te he comentado alguna vez aquella ocasión en la que…?

—Es genial, Ava. De verdad —la interrumpo—. Y me encantaría escuchar todo lo que quieres contarme, pero… ?nos estamos quedando sin tiempo! Así que respóndeme: ?qué sabes de astrología, de astronomía o de cualquier cosa relacionada con los ciclos lunares?

Parte un trozo de baguette y lo unta con mantequilla mientras dice:

—?Puedes ser algo más específica?

Me meto la mano en el bolsillo y saco el trozo de papel plegado en el que lo he apuntado todo después de la visión. La miro con los párpados entornados antes de decirle:

—Vale, ?qué es exactamente la luna nueva y cuándo tendrá lugar?

Sopla su café y me mira.

—La luna nueva tiene lugar cuando el sol y la luna están en conjunción. Lo que significa que si lo observas desde el plano terrestre, ambos parecen ocupar la misma parte del cielo. Y ese es el motivo por el que la luna no refleja la luz del sol, lo que a su vez significa que no puede verse, porque la cara no iluminada es la que da hacia nuestro planeta.

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