Espejismos(59)



—Ni siquiera he visitado los registros akásicos —les digo—. Esa habitación era… —Me quedo callada y trago saliva al recordar el olor de los brownies de mi madre, el tacto de la manta de mi abuela… porque sé que puedo sentir todo eso de nuevo. Lo único que debo hacer es esperar a que lleguen el día y el momento adecuados para poder regresar con mi familia y mis amigos. Niego con la cabeza y me encojo de hombros—. Esa habitación era diferente.

—El salón akásico tiene muchas caras. —Romy hace un gesto afirmativo—. Se convierte en lo que tú necesitas. —Recorre mi rostro con la mirada antes de a?adir—: Nosotras solo estamos aquí para ayudarte, no queremos molestarte ni confundirte.

—?Sí? ?Sois algo así como mis ángeles de la guarda o mis espíritus guía? ?Dos hadas madrinas vestidas con el uniforme de un colegio privado?

—No exactamente. —Romy se echa a reír.

—?Quiénes sois, entonces? ?Y qué estáis haciendo aquí? ?Cómo es posible que siempre consigáis encontrarme?

Rayne me fulmina con la mirada y tira de la manga de su hermana para pedirle que se marchen. Sin embargo, Romy se queda donde está y me mira a los ojos mientras dice:

—Solo estamos aquí para ayudar y asistirte. Eso es todo cuanto necesitas saber.

La miro durante un instante, echo un vistazo a su hermana y luego sacudo la cabeza y me alejo caminando. Se muestran enigmáticas de forma deliberada: son mucho más que raritas. Y lo cierto es que tengo la corazonada de que sus intenciones no son buenas.

Aunque oigo la voz de Romy a mi espalda llamándome, sigo adelante, impaciente por alejarme de ellas. Me acerco a una mujer de cabello cobrizo que espera justo a la puerta del teatro; una mujer que, al menos por detrás, es idéntica a Ava.





Capítulo treinta y uno


La enorme decepción que me llevo cuando le doy unos golpecitos en el hombro a la mujer de cabello cobrizo y descubro que no es Ava me hace comprender lo mucho que necesito hablar con ella. Así pues, salgo de Summerland y aterrizo de nuevo en el asiento del conductor de mi coche, justo enfrente de Trader Joe's, en el aparcamiento del paseo marítimo de Crystal Cove, asustando tanto a una compradora desprevenida que la mujer deja caer las dos bolsas que lleva, con lo que unas cuantas latas de café y de sopa ruedan bajo una fila de coches. Después de eso, me prometo a mí misma que en adelante mis entradas y salidas serán algo más discretas.

Cuando llego a casa de Ava, está con una clienta, de modo que espero en su soleada cocina a que termine. Aunque sé que no es asunto mío y sé que no debería fisgonear, accedo a mi mando a distancia cuántico para introducirme en su sesión… y lo cierto es que me quedo asombrada ante la precisión y la cantidad de detalles de sus predicciones.

—Impresionante —le digo una vez que la clienta se marcha y Ava viene a la cocina—. Realmente impresionante. De verdad. No tenía ni idea —Sonrío y la observo mientras realiza su acostumbrado ritual: llena la tetera para ponerla al fuego y coloca unas galletitas en una bandeja antes de empujarla hacia mí.

—Viniendo de ti, es todo un cumplido. —Esboza una sonrisa y se sienta justo delante de mí—. Aunque si no recuerdo mal, también te hice una lectura bastante acertada en cierta ocasión.

Como sé que es lo que se espera de mí, cojo una de las galletitas. Paso la lengua por los peque?os cristalitos de azúcar de la parte superior y no puedo evitar sentirme triste al ver que eso ya no me proporciona tanto placer como antes.

—?Recuerdas esa ocasión? ?La noche de Halloween? —Me observa con atención.

Asiento con la cabeza. La recuerdo muy bien. Fue la noche que descubrí que ella también veía a Riley. Hasta ese momento tenía la certeza de que yo era la única que podía comunicarse con mi hermanita muerta, y no me sentó muy bien saber que no era así.

—?Le has dicho a tu clienta que está saliendo con un fracasado? —Parto la galletita por la mitad—. ?Que la está enga?ando con alguien a quiera ella considera su amiga y que debería mandarlos a la mierda cuanto antes? —le pregunto antes de sacudir las migajas que han caído solare mi regazo.

—Alto y claro —responde. Se levanta a por nuestro té en el momento en que la tetera empieza a silbar—. Aunque espero que aprendas a suavizar los términos del mensaje si alguna vez te dedicas a esto.

Me quedo paralizada. Siento una súbita punzada de tristeza al darme cuenta de la cantidad de tiempo que ha pasado desde la última vez que pensé en mi futuro, en lo que quería ser cuando fuera mayor. Pasé por muchas fases: quise ser guarda forestal, profesora, astronauta, supermodelo, estrella del pop… La lista era interminable. Pero ahora que soy inmortal y tengo la posibilidad de intentar ser todas esas cosas en los miles de a?os de vida que me quedan… No tengo ganas de ser nada de eso.

últimamente solo he pensado en conseguir que Damen vuelva a ser el mismo de antes.

Y ahora, después de esta última visita a Summerland, solo puedo pensar en volver a ser la misma de antes.

La verdad es que lo de tener el mundo entero a tus pies no es tan emocionante cuando no tienes a nadie con quien compartirlo.

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