Espejismos(57)
Aunque mi castigo se prolongó otros diez días cuando mis padres supieron que había sido yo quien la había persuadido para que lo hiciera… Un hecho que, a sus ojos, me convertía en el cerebro del delito, merecedora de un tiempo extra de penalización.
Deslizo los dedos sobre los surcos del cuero y hundo las u?as en el relleno allí donde mi hermana hizo la curva de la ?R? demasiado profunda. Contengo un sollozo mientras recuerdo aquel dia. Todos aquellos días. Cada uno de esos maravillosos y espléndidos días que una vez di por seguros y que ahora a?oro tanto que apenas puedo soportarlo.
Haría cualquier cosa por volver atrás. Cualquier cosa que me permitiera regresar y lograr que todo volviera a ser como antes…
Y, tan pronto como el pensamiento está completado, el espacio vacío empieza a transformarse. Se reestructura y deja de ser una habitación vacía con un solitario sillón reclinable para convertirse en el duplicado exacto de nuestra antigua sala de estar de Oregón.
El aire comienza a impregnarse con el aroma de los famosos brownies de mamá mientras las paredes pasan del blanco iridiscente al tono pardo que ella denominaba tono ?madera perlado?. Y, cuando la manta de punto en tres tonos de azul que tejió mi abuela cubre de repente mis rodillas, miro hacia la puerta y veo que la correa de Buttercup cuelga del picaporte y que las viejas bambas de Riley están colocadas junto a las de mi padre. No dejo de observar mientras todos los objetos vuelven a su lugar, hasta que cada foto, cada libro, cada adorno regresa a su sitio. Y no puedo evitar preguntarme si esto se debe a mi deseo… ?Está ocurriendo porque he pedido que todo vuelva a ser como era antes?
Porque lo cierto es que me refería a las cosas entre Damen y yo.
?Verdad?
?Acaso es posible volver atrás en el tiempo?
?O es esta réplica de la vida, este diorama de la familia feliz, lo más aproximado que voy a conseguir?
No obstante, mientras me cuestiono lo que me rodea y el verdadero significado de mis palabras, la tele se enciende y un destello de colores recorre la pantalla… una pantalla de cristal igual que la que vi el otro día.
Tiro de la manta con más fuerza y me arropo bien las rodillas mientras las palabras ?L'heure bleue? llenan la pantalla. Y, justo en el momento en que me pregunto qué significan, aparece la definición, escrita con una preciosa caligrafía:
?L'heure bleue? o ?La hora azul? es una expresión francesa que hace referencia a la hora que separa el día de la noche. Un momento venerado por la calidad de la luz y también porque el aroma de las flores alcanza su máxima intensidad.
Miro la pantalla con los ojos entornados mientras las palabras desaparecen para dar paso a una imagen de la luna, una espléndida luna llena que resplandece en el más hermoso tono de azul… un tono azul que casi iguala el del cielo.
Y entonces… entonces me veo a mí… en esa misma pantalla. Voy vestida con vaqueros y un suéter negro, y llevo el pelo suelto. Contemplo esa misma luna azul a través de una ventana y consulto el reloj de mi mu?eca de vez en cuando, como si esperara algo… algo que ocurrirá de un momento a otro. A pesar de la confusión y la sensación de irrealidad que supone estar viendo a una ?yo? que no soy realmente yo, puedo sentir lo que ella siente y escuchar lo que piensa. Se va a algún sitio, a un sitio que antes creía fuera de su alcance. Espera con impaciencia a que el cielo adquiera el mismo color de la luna, un maravilloso tono azul oscuro sin rastro de la luz del sol, porque sabe que es su única oportunidad para regresar a esta habitación, para volver a un lugar que consideraba perdido para siempre
Clavo la vista en la pantalla y ahogo una exclamación cuando la veo extender la mano contra el cristal y volver atrás en el tiempo.
Capítulo treinta
Salgo a toda velocidad del vestíbulo y corro escaleras abajo. Tengo el pulso tan acelerado y la visión tan borrosa que no veo a las gemelas hasta que ya es demasiado tarde y Rayne se encuentra aplastada bajo mi cuerpo.
—Madre mía… Lo siento mucho, yo…
Me inclino hacia delante con la mano extendida, esperando que ella se agarre para poder ayudarla a ponerse en pie. No dejo de preguntarle si se encuentra bien y me encojo de vergüenza al ver que ella rechaza mi ayuda y se pone en pie con bastante dificultad. La ni?a se alisa la falda y se sube los calcetines mientras observo asombrada cómo las heridas de sus rodillas sanan al instante. Nunca había considerado la posibilidad de que fueran como yo.
—?Sois…? ?Vosotras sois…?
Pero antes de que pueda elegir el término correcto, Rayne sacude la cabeza y dice:
—Desde luego que no. —Tras asegurarse de que los calcetines estén exactamente a la misma altura, a?ade—: No nos parecemos a ti en nada —murmura mientras se alisa la chaqueta de punto azul y la falda de tablas. Luego mira a su gemela ?buena?, que sacude la cabeza.
—Rayne, por favor… Recuerda tus modales. —Romy tuerce el gesto.
Aunque Rayne sigue enfadada, su voz pierde parte del tono furioso cuando replica:
—He dicho la verdad. No nos parecemos en nada.
—Así que… así que… ?sabéis lo mío? —pregunto, y escucho que Rayne piensa: ?Qué chica más lista…? mientras Romy asiente con seriedad—. ?Y creéis que soy mala?