Espejismos(51)



Miro a mi alrededor en busca de alguien que pueda ayudarme, un bibliotecario experto en registros akásicos o algo así, pero soy la única persona presente en la habitación. Hundo la cabeza entre las manos y me pregunto por qué he sido tan estúpida como para permitir que mis celos e inseguridades controlaran mi vida una vez más.

Ya sabía lo de Drina y Damen. Sabía lo que iba a ver. Y por ser una cobarde incapaz de enfrentarme a la información que se me ha proporcionado, ahora no tengo ni la menor idea de cómo salvarlo Ni la menor idea de cómo hemos podido pasar de una maravillosa ?A? a una horrible ?Z?.

Lo único que sé es que Roman es el responsable. Una patética confirmación de lo que ya había supuesto. Ese tío lo está debilitando de algún modo, le está arrebatando la inmortalidad. Y, si quiero tener alguna oportunidad de salvar a Damen, necesito descubrir si no el ?por qué?, sí al menos ?cómo?.

Porque si hay algo que sé con seguridad es que Damen no envejece. Lleva en el mundo seiscientos a?os y todavía parece un adolescente.

Apoyo la cabeza en las manos. Me detesto por ser tan miserable, tan ridícula, tan estúpida… tan tremendamente patética que me he privado de las respuestas que he venido a buscar aquí. Desearía poder rebobinar toda la sesión y volver a empezar… Desearía poder volver atrás…

—No puedes volver atrás.

Me giro al escuchar la voz de Romy y me pregunto cómo ha sido capaz de llegar a esta habitación. Sin embargo, cuando miro a mi alrededor me doy cuenta de que ya no estoy en ese hermoso espacio circular. Me encuentro de nuevo en el vestíbulo, a unas cuantas mesas de distancia de donde antes se encontraban los monjes, los sacerdotes, los chamanes y los rabinos.

—Y jamás deberías avanzar hacia el futuro. Porque, cada vez que lo haces, te privas del momento presente, que al fin y al cabo es lo único que existe de verdad.

Vuelvo a mirarla. No sé muy bien si se refiere a mi crisis ante el cristal o a la vida en general.

Sin embargo, ella se limita a sonreír.

—?Te encuentras bien?

Me encojo de hombros y aparto la vista. ?Para qué voy a molestarme en explicárselo? De todas formas, lo más probable es que ya lo sepa.

—La verdad es que no. —Se apoya contra la mesa y sacude la cabeza— No sé nada. Sea lo que sea lo que te ha ocurrido ahí dentro, solo lo sabes tú. Lo único que he oído ha sido tu grito de desesperación, y he decidido averiguar lo que pasaba. Eso es todo. Ni más ni menos.

—?Y dónde está tu malvada gemela? —pregunto mientras miro a mi alrededor por si está escondida en alguna parte.

Romy sonríe y me hace un gesto para que la siga.

—Está fuera, vigilando a tu amiga.

—?Ava está aquí? —pregunto. Me asombra el alivio que siento al saber que sí que está, porque la verdad es que aún estoy enfadada con ella por haberme dejado tirada.

Romy se limita a indicarme que la siga una vez más y me conduce al exterior a través de las puertas principales. Ava me espera en los escalones.

—?Dónde te has metido? —pregunto en un tono de reprobación, casi de acusación.

—Me distraje un poco. —Hace un gesto despreocupado con los hombros—. Este lugar es tan asombroso que… —Me mira con la esperanza de que haga algún tipo de broma y le dé un respiro, pero aparta la vista cuando queda claro que no voy a hacerlo.

—?Cómo has llegado hasta aquí? ?Romy y Rayne…? —No obstante, cuando me doy la vuelta, veo que han desaparecido.

Ava entorna los ojos mientras sus dedos juguetean con los aretes de oro que ha hecho aparecer en sus orejas.

—Quise encontrarte y he acabado aquí. Pero, al parecer, no puedo entrar. —Contempla la puerta con el ce?o fruncido—. Entonces, ?es este el templo que estabas buscando?

Afirmo con la cabeza mientras me fijo en sus carísimos zapatos y en su bolso de dise?o. Mi enfado aumenta con cada segundo que pasa.

La traje a Summerland para que me ayudara a salvar la vida de una persona, y su único propósito es ir de compras.

—Lo sé —replica Ava al escuchar los pensamientos que me rondan la cabeza—. Perdí el control y te pido disculpas por ello. Pero ya estoy lista para ayudarte si aún lo necesitas. ?O ya has obtenido las respuestas que buscabas?

Aprieto los labios y clavo la vista en el suelo mientras niego con la cabeza.

—Yo… bueno… he tenido algunos problemas —explico mientras la sensación de culpabilidad me inunda por dentro, sobre todo al recordar que esos ?problemas? no han sido más que tonterías mías—. Y me temo que estoy donde empecé —a?ado, sintiéndome como la mayor fracasada del mundo.

—Tal vez pueda ayudarte. —Sonríe y me aprieta el brazo para que sepa que es sincera.

Mi única respuesta es un encogimiento de hombros, ya que dudo mucho que Ava pueda hacer algo a estas alturas.

—Vamos, no te rindas tan fácilmente —me dice con intención ?e animarme—. Después de todo, esto es Summerland, ?el lugar donde todo es posible!

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