Espejismos(25)



—Está bien. Ve a por el coche. Me reuniré contigo dentro de un momento.

Con todo, no logro pasar por alto la sorprendente frialdad que noto en su mejilla cuando me inclino hacia delante para darle un beso.





Capítulo once


Cuando llego a los camerinos, Miles está rodeado de su familia y amigos, todavía con las botas blancas de gogó y el vestido corto que llevaba en su última escena como Tracy Turnblad en Hairspray.

—?Bravo! ?Has estado increíble! —exclamo al tiempo que le entrego las flores. No le doy un abrazo, ya que no puedo arriesgarme a recibir ninguna carga adicional de energía; estoy tan nerviosa que apenas puedo controlar la mía—. En serio, no tenía ni idea de que cantaras tan bien.

—Sí, sí que lo sabías. —Se aparta la enorme peluca a un lado y hunde la nariz entre los pétalos—. Me has oído cantar en el karaoke un montón de veces.

—Pero no así. —Sonrío, pero hablo en serio. Lo cierto es que lo ha hecho tan bien que estoy decidida a volver a verlo otra noche, con menos nervios—. Bueno, ?dónde está Holt? —pregunto, porque aunque ya sé la respuesta, quiero intentar alargar la conversación hasta que llegue Damen—. Seguro que a estas alturas ya habéis arreglado las cosas, ?no?

Miles frunce el ce?o y se?ala a su padre. Me encojo un poco y articulo con los labios: ?Lo siento?. Por un momento he olvidado que únicamente ha salido del armario para sus amigos, no para sus padres.

—No te preocupes, no pasa nada —susurra al tiempo que agita sus pesta?as falsas y se pasa las manos por los mechones rubios de su pelo—. Tuve una recaída temporal, pero ya se acabó y todo está perdonado. Y hablando del príncipe azul…

Me giro hacia la puerta, impaciente por ver a Damen. Mi corazón empieza a latir a marchas forzadas solo de pensar en él (un pensamiento espléndido y glorioso), y no me esfuerzo en disimular mi decepción cuando me doy cuenta de que Miles se refiere a Haven y a Josh.

—?Qué te parece? —pregunta mientras los se?ala con la cabeza—. ?Crees que durarán mucho?

Veo que Josh rodea la cintura de Haven con el brazo y la agarra con los dedos para acercarla más a él. Por mucho que el muchacho lo intenta, no sirve de nada. A pesar de que hacen muy buena pareja, Haven solo piensa en Roman (imita su pose, la forma en que echa la cabeza hacia atrás cuando se ríe, su manera de enlazar las manos) y toda su energía flota hacia él como si Josh no existiera. Y, aunque sus sentimientos parecen bastante unilaterales, por desgracia Roman es la clase de chico que estaría más que dispuesto a liarse con ella solo por darse el gusto.

Me giro hacia Miles y me obligo a hacer un gesto de indiferencia con los hombros, como si no me preocupara.

—Hay una fiesta para los actores en casa de Heather —dice Miles—. Todos iremos allí dentro de un rato. ?Vais a venir?

Lo miro con expresión perpleja. Ni siquiera sé quién es esa chica.

—Es la que interpreta a Penny Pingleton.

Tampoco caigo en quién es el personaje, pero sé que es mejor no admitirlo, así que asiento con la cabeza como si la reconociera.

—?No me digas que habéis estado tan ocupados con los besos que os habéis perdido la obra! —Sacude la cabeza de una manera que indica que solo bromea en parte.

—No seas ridículo, ?la he visto entera! —Noto que me sonrojo, consciente de que él jamás se lo creerá, aunque más o menos es la verdad. Porque, aunque nos hemos comportado bien y no nos hemos pasado toda la obra besándonos, nuestras manos sí que se besaban (a juzgar por la forma en la que los dedos de Damen se entrelazaban con los míos) y nuestros pensamientos también estaban enrollados (con mensajes telepáticos). Porque aunque mis ojos no se han apartado del escenario en ningún momento, mi mente estaba en otra parte, en la habitación del Montage.

—?Vais a venir o no? —pregunta Miles, que ya ha adivinado la respuesta y no está tan enfadado como pensaba—. ?Dónde pensáis ir, entonces? ?Qué puede ser más excitante que salir de fiesta con los protagonistas del espectáculo?

Lo miro y me siento tentada de contárselo, de compartir mi gran secreto con alguien en quien sé que puedo confiar. Pero cuando estoy casi decidida a soltárselo, Roman se acerca con Josh y con Haven.

—Vamos para allá. ?Alguien necesita que lo lleve? El coche es un biplaza, pero hay sitio para uno más. —Roman me se?ala con la cabeza; su mirada resulta penetrante e indagadora, incluso cuando aparto la vista.

Miles niega con la cabeza.

—Yo voy con Holt, y Ever tiene cosas mejores que hacer. Un plan supersecreto que se niega a contarme.

Roman sonríe. Las comisuras de sus labios se elevan mientras me recorre de arriba abajo con la mirada. Y, aunque desde un punto de vista técnico sus pensamientos pueden considerarse más halagadores que groseros, por el solo hecho de que vienen de él me ponen de los nervios.

Aparto la mirada y me giro hacia la puerta; Damen ya debería haber llegado. Y, justo cuando estoy a punto de enviarle un mensaje telepático para decirle que entre y se reúna conmigo, Roman me interrumpe diciendo:

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