Espejismos(20)
—Creer es poder —asegura Roman con los ojos clavados en mí.
—Bueno, ?qué te ha parecido todo eso? —pregunto justo después de que suene el timbre. Roman, Haven y Miles se dirigen a clase mientras Damen y yo nos hemos quedado atrás.
—?El qué? —replica él, haciendo que me detenga.
—Lo de Roman y todas esas tonterías suyas acerca de la revolución de la hora del almuerzo —le digo, ansiosa por obtener alguna prueba de que no me estoy mostrando celosa, posesiva o loca… de que Roman es realmente escalofriante y de que eso no tiene nada que ver conmigo.
Sin embargo, Damen se limita a encogerse de hombros.
—Si no te parece mal, preferiría no pensar en Roman en este momento. Estoy mucho más interesado en ti.
Me estrecha contra su cuerpo y me da un beso largo e intenso, de los que te dejan sin aliento. Y, aunque estamos justo en medio del pasillo es como si no existiera nadie más a nuestro alrededor. Como si el mundo entero se hubiera hundido en este único punto. Y para cuando me separo de él, estoy tan nerviosa, tan acalorada y tan jadeante que apenas puedo hablar.
—Vamos a llegar tarde —consigo decir al final antes de cogerlo de la mano y tirar de él hacia clase.
Sin embargo, como es más fuerte que yo, no se mueve de donde está.
—Estaba pensando una cosa… ?Qué dirías si nos la saltamos? —susurra deslizando los labios sobre mi sien y mi mejilla para llegar a la oreja—. Ya sabes, desaparecer el resto del día… Hay muchos lugares mejores en los que podríamos estar.
Su seductor carisma está a punto de convencerme, pero lo miro y sacudo la cabeza antes de apartarme. Bueno, ya sé que él terminó de estudiar hace cientos de a?os y que ahora le parece bastante aburrido. Y, aunque yo también lo encuentro bastante tedioso (obtener conocimientos instantáneos sobre todas las materias que intentan ense?arme hace que asistir a clase parezca un sinsentido), es una de las pocas cosas de mi vida que resulta más o menos normal. Y desde el accidente, desde que me di cuenta de que jamás volvería a ser normal, lo cierto es que aprecio mucho más ese tipo de cosas.
—Creí que habías dicho que debíamos mantener una apariencia de normalidad a cualquier precio —le digo antes de tirar de él una vez más. Damen avanza a rega?adientes—. ?Asistir a clase y fingir interés no forma parte de esa normalidad?
—Pero ?qué puede haber más normal que unos adolescentes en plena efervescencia hormonal que se saltan las clases del viernes para empezar antes el fin de semana? —Sonríe, y la calidez de sus preciosos ojos oscuros está a punto de persuadirme.
Sin embargo, hago un gesto negativo con la cabeza y lo agarro aún más fuerte para arrastrarlo hacia el aula.
Capítulo nueve
Como vamos a pasar la noche juntos, Damen no me acompa?a a casa después del instituto. En lugar de eso, le doy un breve beso en el aparcamiento y después me subo al coche para ir al centro comercial.
Quiero comprarme algo especial para esta noche: algo bonito para la obra de Miles y mi gran cita (ambos somos las estrellas de nuestro propio debut particular). Sin embargo, cuando consulto el reloj y veo que no dispongo de tanto tiempo como creía, me pregunto si no debería haber aceptado la sugerencia de Damen de saltarnos las clases.
Atravieso el aparcamiento pensando si debería buscar a Haven o no. No hemos salido mucho juntas desde lo de Drina, y como después conoció a Josh… Bueno, aunque el chico no va a nuestro instituto, apenas se han separado desde entonces. Incluso ha conseguido que Haven abandone su adicción a los grupos de apoyo, ese ritual que llevaba a cabo después de clase y que consistía en investigar el sótano de una iglesia al azar y atiborrarse de ponche y galletitas mientras inventaba alguna historia sobre la adicción de ese día en particular.
Hasta ahora no me había importado demasiado no verla con tanta frecuencia como antes, ya que ella parece feliz. Da la impresión de haber encontrado por fin a alguien a quien no solo le gusta, sino que también es bueno para ella. Sin embargo, últimamente empiezo a echarla de menos, y creo que nos vendría muy bien pasar un rato juntas.
Localizo a Haven junto a Roman, apoyada contra su deportivo rojo clásico. Observo cómo lo agarra del brazo y se echa a reír por algo que él ha dicho. La sobriedad de su aspecto (vaqueros negros ce?idos, jersey negro arrugado, camiseta sin mangas a lo Fall Out Boy, cabello despeinado y te?ido de negro con un sorprendente mechón rojo en el flequillo) queda suavizada por su aura rosada, cuyos extremos se expanden hasta rodearlos a ambos. No hay duda de que si Roman siente lo mismo, Josh no tardará en ser reemplazado. Y, aunque estoy decidida a evitar que eso ocurra antes de que sea demasiado tarde, no he hecho más que empezar a avanzar hacia ellos cuando Roman echa un vistazo por encima del hombro y clava en mí una mirada tan penetrante, tan íntima, tan cargada de intenciones desconocidas… que piso a fondo el pedal del acelerador y paso de largo a toda pastilla.
Porque, a pesar de que todos mis amigos lo consideran un tipo genial, a pesar de que la banda guay parece estar de acuerdo, a pesar de que a Damen no parece inquietarle lo más mínimo… a mí no me cae bien.