Espejismos(17)
—Ah, sí, el estricto padre puritano… —le digo mientras me imagino a la encarnación perfecta de un padre despótico.
—Te sorprenderías… —dice Damen con una sonrisa—. La verdad es que el terrateniente rico imponía mucho más. Y, aun así, conseguí metérmelo en el bolsillo.
—Quizá algún día estés dispuesto a mostrarme ?tu? pasado —le digo—. Ya sabes, cómo era tu vida antes de conocerme. Tu hogar, tus padres, cómo te convertiste en lo que eres… —Mi voz se apaga al ver el dolor que relampaguea en sus ojos. Sé que todavía no está preparado para hablar de eso. Siempre se cierra en banda, se niega a compartirlo conmigo, y lo único que consigue es que sienta aún más curiosidad.
—Nada de eso tiene importancia —replica al tiempo que me suelta la mano y juguetea con los espejos retrovisores para no tener que mirarme—. Lo único que importa es el presente.
—Ya, claro… Pero, Damen… —empiezo a decir, deseando explicarle que no se trata de satisfacer mi curiosidad, sino de establecer un vínculo íntimo. Quiero que me confíe esos secretos que ha guardado tanto tiempo. Sin embargo, cuando lo miro de nuevo, sé que es mejor no presionarlo. Además, puede que haya llegado la hora de que yo también confíe un poco más en él—. He estado pensando… —le digo mientras enredo los dedos en el dobladillo de mi camiseta. El me mira con la mano en la palanca de cambios, listo para meter la marcha atrás—. ?Por qué no haces esa reserva? —Asiento con la cabeza y aprieto los labios mientras lo miro a los ojos—. Ya sabes, en el Montage o en el Ritz —a?ado.
Contengo el aliento cuando sus hermosos ojos recorren mi rostro de arriba abajo.
—?Estás segura?
Hago un gesto afirmativo con la cabeza. Sé que lo estoy. Hemos esperado este momento durante cientos de a?os, así que ?por qué demorarlo más?
—Más que segura —le digo sin apartar la mirada de la suya
Damen sonríe y su rostro se ilumina por primera vez en todo el día. Me siento muy aliviada al ver que parece normal de nuevo después de su extra?o comportamiento previo (su distanciamiento en el instituto, su incapacidad para hacer aparecer el portal, su malestar), impropio del Damen que conozco. Siempre es tan fuerte, tan sexy, tan guapo, tan invencible… tan inmune a los momentos de debilidad y a los días malos, que verlo tan vulnerable me ha dejado mucho más preocupada de lo que estoy dispuesta a admitir.
—Considéralo hecho —replica al tiempo que llena mis brazos con docenas de tulipanes rojos antes de marcharse a toda velocidad.
Capítulo ocho
La ma?ana siguiente, cuando me encuentro a Damen en el aparcamiento, todas mis preocupaciones desaparecen. Porque en el momento en que abre la puerta para ayudarme a salir del coche, noto lo saludable que parece y lo increíblemente guapo que es; y cuando lo miro a los ojos, todas las cosas extra?as que pensé ayer quedan atrás. Estamos más enamorados que nunca.
En serio. Apenas puede mantener las manos alejadas de mí durante la clase de lengua. Se inclina constantemente sobre mi mesa y me susurra cosas al oído, para fastidio del se?or Robins, de Stacia y de Honor. Y cuando bajamos al comedor, no para de acariciarme la mejilla y de mirarme a los ojos, solo deteniéndose para dar un trago de su bebida, para luego continuar donde lo había dejado y murmurarme palabras dulces al oído.
Por lo general, cuando actúa así lo hace en parte para demostrarme su amor y en parte para aplacar los ruidos y la energía circundantes: todas las visiones aleatorias, sonidos y colores que me bombardean sin cesar. Desde que rompí el escudo psíquico que creé hace unos cuantos meses, un escudo que mantenía todo a raya y me dejaba tan ajena a esas cosas como antes de morir y adquirir poderes psíquicos, aún no he encontrado nada que lo reemplace y me permita canalizar las energías que quiero y bloquear las que no quiero. Y, puesto que Damen jamás ha tenido que lidiar con algo así, no sabe muy bien cómo ense?arme.
Sin embargo, ahora que ha vuelto de nuevo a mi vida, eso ya no parece tan urgente, ya que el sonido de su voz puede silenciar el mundo y el roce de su piel hace que mi cuerpo se estremezca. Y cuando lo miro a los ojos… Bueno, digamos solo que me quedo abrumada por su cálido, maravilloso y magnético carisma, como si solo estuviéramos él y yo, como si todo lo demás hubiese dejado de existir. Damen es el escudo psíquico perfecto. Mi otra mitad. Y cuando no podemos estar juntos, las imágenes y los pensamientos telepáticos que me envía me producen el mismo efecto calmante.
No obstante, hoy todos esos dulces susurros no están destinados solo a protegerme… se deben sobre todo a los planes que tenemos. A que ha alquilado una suite en el Montage Resort. Y a lo mucho que lleva deseando que llegue por fin esta noche.
—?Te haces la más mínima idea de lo que es esperar algo durante cuatrocientos a?os? —murmura mientras mordisquea con los labios el lóbulo de mi oreja.
—?Cuatrocientos? Creí que llevabas seiscientos vagando por el mundo —replico al tiempo que me aparto un poco para verle mejor la cara.